Los melillenses no hemos entendido, quizás porque no se ha explicado, por qué la Autoridad Portuaria de Melilla obliga a cerrar el bar La Pérgola después de más de 35 años abierto en un espacio de dominio público de la ciudad.
Quien dio la orden de cierre no cayó en la cuenta de que un tercio de siglo da para muchos afectos. De ahí que la noticia haya levantado ampollas entre la ciudadanía, que no entiende por qué, lejos de apoyar a los pocos empresarios que mantienen bares abiertos en Melilla, da la impresión de que se les hostiga con decisiones políticas, obviando que lo que se espera de la Administración es el apoyo incondicional a nuestra economía.
Pero ese apoyo parece flaquear pese a que atravesamos una situación crítica. Un estudio de Informa D&B, asegura que casi un tercio de las empresas creadas en Melilla en los últimos cinco años, especialmente las dedicadas al ocio y la restauración, han cesado su actividad, lo que nos convierte en la autonomía líder en mortalidad empresarial en España.
Lo que ha pasado con La Pérgola es un ejemplo de cómo la Administración funciona con reglas cada vez más alejadas de lo que necesita la ciudadanía.
Cuando El Faro destapó el cierre de La Pérgola por decisión administrativa hubo quien pensó que estábamos ante una noticia más. No cayeron en la cuenta de que ese no es un bar cualquiera: con él se va una parte de la historia de la gente de esta ciudad. Y a la gente le puedes quitar un bar, pero no le puedes quitar su historia.
Tras la rueda de prensa que dio el empresario Juan Manuel Cano, denunciando trapicheos políticos y la injusticia que se está cometiendo con él y con sus once trabajadores, el portavoz del PP en la Asamblea y ex presidente del Puerto de Melilla, Miguel Marín, salió a acusar públicamente a Mustafa Aberchán y a Gloria Rojas del cierre de La Pérgola.
La líder socialista se defendió anunciando este jueves que sus representantes en el Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria han pedido una prórroga de un año para La Pérgola, a la espera de que se redacten y salgan a licitación los nuevos pliegos a los que se podría presentar el empresario de La Pérgola.
La pelota, por tanto, quedó en el tejado de Mustafa Aberchán, que ha respondido este viernes a la polémica con un vídeo con el que acusa al popular Miguel Marín de haber firmado el cierre de La Pérgola cuando era presidente del Puerto, dejando por escrito que en ningún caso habría prórrogas.
Marín no niega la acusación y admite que todas las adjudicaciones públicas tienen un período de concesión, pero vuelve a responsabilizar del cierre al Gobierno, tachándolo de "inútil, incompetente e irresponsable" por no haber sacado la licitación a tiempo, sin necesidad de cerrar antes La Pérgola, de manera que el dueño de este bar se hubiera podido presentar e incluso volver a ganar el concurso.
Estamos hablando de que se ha obligado a cerrar a un sitio emblemático de Melilla, que forma parte de la historia gastronómica, personal y familiar de muchos melillenses. Estamos hablando de una decisión administrativa que fue tomada en 2017, y que permitió que el negocio siguiera funcionando hasta ahora, que se ha truncado un negocio histórico, próspero y sin pérdidas económicas, pese a que este es el primer verano sin restricciones tras la pandemia del coronavirus que dio un mazazo a las cuentas de la hostelería española.
Se ha querido, sin éxito, sugerir que el dueño de La Pérgola, el empresario Juan Manuel Cano, baja la persiana porque ya tiene en mente otro negocio y que no ha ejercido su derecho a continuar hasta el 18 de octubre en ese sitio. También hay quinielas que apuntan a que la nueva concesión del espacio en el que está La Pérgola está dada de antemano a otro conocido hostelero de Melilla.
En definitiva que se habla mucho, pero a ciencia cierta se desconoce a qué se debe el cierre de La Pérgola.
La respuesta está en los acuerdos del Consejo de Administración de la Autoridad Portuaria de Melilla del 9 de noviembre de 2016, que se le notificó a Juan Manuel Cano, propietario de La Pérgola, el 18 de noviembre de 2016.
En ese momento se le informó de la ampliación de una concesión administrativa para mantener La Pérgola durante un plazo máximo de otros 5 años "sin posibilidad de prórroga" y así consta en la documentación firmada por Miguel Marín que ha desvelado este viernes CpM.
Juan Manuel Cano, el dueño de La Pérgola, solicitó el 29 de junio de 2016 la prórroga de la concesión administrativa de los 622 metros cuadrados que ocupa su restaurante, en las inmediaciones de la Estación Marítima de Melilla.
Esa concesión administrativa acababa el 18 de octubre de 2017. En esa fecha se cumplían 10 años de una prórroga anterior que se le había concedido el 3 de octubre de 2007.
Finalmente se le prorrogó la concesión durante un plazo máximo de 5 años sin posibilidad de prórroga, que se vencen el próximo 18 de octubre de 2022, sin posibilidad de prórroga.
Atendiendo a la Ley de Puertos y de la Marina Mercante, Juan Manuel Cano puede disfrutar de un máximo de 50 años de concesión aunque con condiciones y por lo que sabemos, el empresario recibió la adjudicación en 1988. O sea, lleva en ese sitio poco más de 35 años.
En definitiva, la Autoridad Portuaria controlada por CpM se ha tenido que comer un marrón que heredó de los tiempos de PP y que, de no ser porque Marín se plantó en La Pérgola a responsabilizar al Gobierno del cierre, probablemente no habría salido a relucir que fue él quien firmó el fin de la concesión sin posibilidad de prorrogar ni un año más.
El PSOE se ha desmarcado inmediatamente de la polémica y ha dejado solo a su socio de Gobierno.
Coalición por Melilla tiene en sus manos un asunto no menor. La solución, si la hay, es muy difícil porque el Puerto tiene que elegir entre cumplir la ley o pensar en el bien de la ciudad y, en este caso, una cosa y la otra no van de la mano.
Así que hará falta imaginación y voluntad política para ver si es posible dar marcha atrás en la destrucción de los 11 puestos de trabajo que se han perdido con el cierre de La Pérgola. Sí, la firma es de Marín, pero el bombazo le ha estallado a la Autoridad Portuaria en las manos.
Hay salas de exposiciones, tiendas y restaurantes en el Paseo Marítimo de Málaga; bares de toda la vida a pie de playa en Cabo de Palos o en el Puerto de Barcelona. ¿Por qué en Melilla podemos proteger el muro del Parque Hernández, pero no podemos conservar La Pérgola, que forma parte de nuestra historia y de la historia de muchas familias de esta ciudad, incluidas las que hoy se quedan en paro?
Algo falla cuando la ley va por una parte y los intereses de los ciudadanos, por otra. La Autoridad Portuaria ha cumplido con la ley, pero a qué precio. Sinceramente, este charco se debía haber esquivado.
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