El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla ha cambiado de color. Si hasta hace apenas un año su perfil mayoritario eran migrantes subsaharianos que llegaban saltando la valla o en patera, ahora la mayoría de sus usuarios son latinoamericanos que han encontrado en la ciudad autónoma “un atajo” para pedir asilo.
Algunos de ellos, en las inmediaciones del centro migratorio, explican a Efe que solicitar protección internacional en la península es “misión imposible”. Teléfonos que no paran de comunicar en todo el día y mafias que intentan sacar tajada es la “desesperante” realidad que se encuentran por culpa de “un sistema colapsado”.
La situación ha empujado ya a cientos de migrantes sudamericanos a buscar su sueño europeo, paradójicamente, pasando primero por África. La oficina de asilo de Melilla, creada en 2015 para dar respuesta a la crisis de los refugiados sirios, supone para ellos una luz de esperanza.
Sobre todo para quienes han intentado pedir asilo, sin éxito, en ciudades grandes como Madrid o Barcelona, y también en el aeropuerto de Barajas. En otros lugares, como Valencia y Sevilla, la tardanza para obtener una cita es de varios meses, mientras que en zonas como Alicante las trabas son burocráticas, como la exigencia de tramitarla mediante certificado digital.
“Todo es tan aleatorio y hay tantos factores a tener en cuenta, que es muy impreciso saber cuánto tiempo puede costar una cita para pedir asilo. Simplemente se sabe que es muy difícil el acceso peninsular”, resumen, en declaraciones a EFE desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), la odisea de quienes quieren acceder a ese derecho y no pueden.
De ahí que Melilla empezara en febrero del año pasado a recibir “a algún que otro” latinoamericano, haciendo el camino inverso a la migración africana, en busca de una cita en la oficina de protección internacional. El ejemplo de aquellos primeros que lo consiguieron fue animando al resto a seguir sus pasos, tornándose en una cifra “significativa” pasado el verano.
Mayoría colombiana y venezolana
Sin llegar al nivel de la península, la migración americana es ya la mayoritaria en Melilla, como se puede constatar en el CETI. Según las cifras oficiales facilitadas a EFE, actualmente hay algo más de 400 personas acogidas en este centro. Una gran parte son colombianos -cerca de la mitad- y venezolanos -algo más de un centenar-.
También hay un grupo pequeño de peruanos y paraguayos residiendo en el CETI, donde apenas queda una veintena de subsaharianos, el perfil tradicional de usuarios de este centro, ahora reducido a una minoría porque no hay saltos a la valla desde la tragedia del 24-J, hace más de dos años.
Así es como el CETI ha ido cambiando progresivamente en los últimos meses y no solo por el color de la piel o el idioma de quienes lo habitan. También por sus circunstancias, ya que muchos de ellos no han llegado a Melilla en solitario, sino acompañados por sus familiares, incluidos niños pequeños, con el objetivo de solicitar asilo.
Por eso, quienes llegan a la ciudad cuando aún se encuentran dentro de los 90 días de estancia permitidos en el visado de turista suelen regresar pronto a la península una vez presentada la solicitud en la oficina de asilo. Entre ellos ha habido casos que han puesto rumbo a Melilla apenas unas horas después de haber tocado suelo español en Barajas.
Pero muchos de los solicitantes han conocido este ‘puente melillense’ cuando ya habían superado ese periodo de estancia, lo que no les ha impedido viajar a la ciudad autónoma para pedir protección internacional, pero sí salir de ella hasta que formalicen la entrevista.
“Muchos de ellos terminan viajando a Melilla tras más de un año dando vueltas por España sin poder conseguir cita por otros medios”, apuntan desde CEAR antes de precisar, como curiosidad, que esta ‘vía rápida’ solo se está dando en esta ciudad autónoma y no en Ceuta, donde Interior también abrió una oficina de asilo en 2015, aunque sufre una mayor presión migratoria.
Colombia y Venezuela, los países de procedencia de la mayoría de los usuarios del CETI de Melilla, son, precisamente, los que abarcan gran parte de las solicitudes de asilo en España, alrededor del 70 % en los últimos años, según la ONG.
En Melilla, en 2023, todavía eran minoritarias respecto a las presentadas por migrantes de Marruecos, pero la previsión es que vayan en aumento “a medida que vean que el trámite es posible”, a diferencia de lo que ocurre en la península, gracias también al boca a boca, especialmente en las redes sociales.
La tendencia al alza ya se nota en las estadísticas: si Melilla cerró el año pasado con 1.382 solicitudes en total -cerca de 950 de migrantes marroquíes-, en los cinco primeros meses de 2024 ya se había superado el ecuador, con 726, según las estadísticas del Ministerio del Interior.
En palabras de Francisca Gómez, coordinadora del turno de oficio de asistencia a extranjeros y solicitantes de asilo del Colegio de Abogados de Melilla, esta situación responde a “una cuestión, simplemente, de logística” porque “aquí es más rápido” hacer un trámite que, en el mejor de los casos, en la península tardan meses en conseguir.
No obstante, el ‘boom’ de solicitudes sudamericanas ha empezado también a ralentizar la tramitación en la oficina melillense, donde las citas ya no son tan inmediatas como antes, en cuestión de unos días. Ello ha dado lugar a un refuerzo y las asistencias que realiza el Colegio de Abogados con tres letrados de oficio diarios, que antes eran solo por la mañana, ahora se han extendido también a las tardes.
El asilo ‘exprés’ que se da en Melilla en cuanto a la solicitud no se traduce, en cambio, en la resolución, que realiza de manera centralizada la Oficina de Asilo y Refugio (OAR) del Ministerio del Interior. Tanto CEAR como el Colegio de Abogados coinciden en que esa segunda parte al pedir protección internacional es “otra historia”, que se puede alargar incluso años, y para la que no hay, de momento, ningún atajo.
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