Salvador Triviño Estevez es un catalán con padres granadinos. En su trayectoria profesional comenzó a pintar al óleo desde muy pequeño. A sus catorce años presentó su primera exposición. En Granada estudia la carrera de Bellas Artes y se adentra en el mundo del tatuaje cuando trabajaba de visitador médico.
El tatuador lleva casi dos años en Melilla, y en apenas dos días ha cerrado sus citas para la agenda de trabajo de 2024
–¿Cómo te consideras a nivel personal?
–Me considero una persona, a groso modo, buena. Me gusta hacer cosas por los demás porque vengo de una familia llena de bondad. Soy una persona bastante “payaseta” como diría yo. A la hora de trabajar me tomo las cosas más serias.
-¿Le gusta su trabajo?
–Me gusta mi trabajo, y de no ser así no lo haría. Elegir la decisión de adentrarme en el mundo del tatuaje fue una decisión difícil. Tuve el apoyo de mi familia, mi pareja y mis amigos por lo que no me arrepiento de nada.
–¿Cuál es su mayor reto como profesional?
–En mi mayor reto como profesional hay muchos. El que tiene más relevancia e importancia es el intentar transmitir lo que el cliente quiere. A través de hacer tú esa idea concisa de una idea loca, de un sentimiento y lograr hacerlo estético. Luego, hay pequeños retos a nivel de gestión porque si tienes mucha gente es una locura, y a nivel de pagos también (risas).
–¿Es supersticioso?
–Bueno, a tomas generales no. En el trabajo tengo una pequeña manía en el que la mesa tiene que estar colocado en el mismo orden desde que empecé. Luego, una más curiosa y de lo que solo lo saben unos pocos, es que en la papelera de la mesa de trabajo debe de haber siempre un papel porque así estaba cuando hice mi primer tatuaje.
–¿Qué expectativas tiene del emprendimiento en Melilla?
–Aquí las expectativas están abiertas. Mínimo sé que estaré un par de años más, no se cuantos más. Me gustaría montar un estudio propio como atraer clientes de la península y abrir la oferta en Melilla. El problema es que tanto los alquileres de piso como de estudios están bastantes elevados con respecto a la península. El trabajo es muy bonito pero la supervivencia es necesaria.
–Destaque algo positivo de su sector.
-El trabajo aquí es conocer a las personas. Al final vienen muchos clientes y estoy a nada de hacer 300 clientes en Melilla. Hay tatuajes que son muy largos, de ocho y nueve horas donde hablas con el cliente sobre la vida. Creo que es lo más bonito de mi trabajo porque muchas personas que han empezado como clientes a día de hoy son grandes amigos míos.
–¿Y aspectos negativos?
-A nivel personal, el tema de gestión. Cuando estás tu solo trabajando con un volumen de estudio medio es complicado gestionar tantos números de clientes. Para mí puede que sea el aspecto más negativo del mundo del tatuaje.
–¿Podría contarme una anécdota profesional que le haya hecho sentir incómodo?
–Esto fue en Almería. Lo tatué y quería otra cita, la gente me escribía mucho y se me pasó contestarle hasta el punto que se presentó en mi casa con malas maneras.
–¿Y una divertida?
–Hace poco aquí en Melilla por el desconocimiento de las expresiones de la ciudad, una clienta me pidió un bichito de luz. Para mí eso es una luciérnaga y pensando cómo iba a hacerlo le mandé el diseño me dijo “¿el bicho ese feo que has puesto ahí abajo que es?” Luego me lo explicó y se refería a una mariquita, y ahí pues me reí bastante no como cuando me puse a buscar imágenes de luciérnagas.
–Un recuerdo de la infancia.
–Uf, esta es difícil. Por suerte tuve una infancia feliz. Recuerdo que a los ocho años nos dedicábamos en verano a explorar y rescatar gatos. Le tengo mucho cariño a ese verano y a día de hoy seguimos siendo amigos.
–Un rincón favorito de Melilla.
–Melilla me sorprendió porque no la conocía. Tiene muchos rincones muy bonitos. El balcón que hay en las cuevas del Conventico que da hacia la playa me gusta muchísimo.
–¿Y una expresión melillense favorita?
–Esta respuesta la tengo clara, entanarse. El verbo entanarse me parece tan sublime que hasta la uso. Hablando con mi familia de Granada la usé el otro día y me salió solo, me siento melillita.
–¿Cuál es su filosofía de vida?
–Pues creo que es intentar disfrutar lo máximo posible y hacer lo que quiera siempre y cuando no le haga daño a los demás.
–¿Cuál es la máxima expresión del tatuaje y el tatuador?
–La máxima expresión es ver el resultado final y que tú hayas realizado de una manera concisa y estética lo el cliente quería transmitir. Nosotros somos como un vehículo entre la idea del cliente y plasmarlo visualmente. El llevar esa idea a la piel de una manera correcta, estética y con ese mensaje es la máxima expresión.
–¿Considera el tatuaje un arte?
–Por supuesto. Y pobre del tatuador que no lo considere así. La definición del arte es “la expresión que tienen los seres humanos a través de una actividad creativa”. Aquí hacemos lo mismo sobre la piel. En el tatuaje el formato de la obra anda y respira.
–No hay mayor expresión de un padre o una madre que aquella de “ ¿ya te vas a marcar como las vacas? ¿Cómo sientes que ha cambiado la cultura de las expresiones artísticas sobre la piel?
–Muchas veces vienen clientes acompañados del padre y la madre y se expresan así, disconformes a lo que se va a hacer el hijo. Cada vez más, se está valorando este trabajo y está tomando otro rumbo, aunque tenía ese estigma asociado a la delincuencia y a la cárcel. Esta idea está cambiando por suerte.
–¿Es el arte del tatuador una expresión del arte urbano, de lo callejero?
–En parte sí. El tatuaje va más allá y ha estado ligado a ciertas tribus urbanas y estilos. Tenemos muchos artistas del grafiti que son tatuadores y de los grandes.
–¿Se ha autotatuado alguna vez?
–La verdad es que no. Me considero un tatuador muy atípico porque no llevo tatuajes, tengo uno y me lo quiero quitar porque es en una zona tatuada. Incluso si nos cruzamos por la calle puedes pensar que soy antes un notario que un tatuador.
–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.
–A mí me gusta viajar. Me gustaría hacer la ruta 66 e ir a Japón. Pero si tuviese que ser unas vacaciones relajadas sería las Islas Mauri, o Mauricio como realmente se llaman.
–¿Ha logrado ganar un certamen de tatuajes?
–No, y sería muy difícil a día de hoy porque no me he presentado a ninguno (risas). Es una cosa que quiero hacer, pero no lo he hecho por falta de tiempo.
–Anuncias en redes sociales que la agenda para 2024 está completa. ¿Cómo se logra llenar una agenda tan rápido?
–Bueno, yo creo que esta pregunta la debería responder mis clientes (risas). A mí este trabajo me gusta y me implico.
Me tomo muy enserio sus diseños y expresiones porque quiero que esa pieza se quede bien. Creo que la clave está en hacer tu trabajo con sentimiento y pasión porque ellos lo perciben.
Estoy muy contento con la acogida que he tenido en Melilla porque cerrar seis meses de trabajo en dos días significa que la gente valora tu trabajo y eso da mucho alegría.
-¿Cuál sería la época que elegirías para vivir?
- Bueno, a nivel de estética me gusta muchísimo los años 50 americanos por su cultura, ropa, música, etc. Lo único que le cambiaría es que era una época muy machista.
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