El carrillo | “Hace tiempo vi un OVNI, pero me quedé con las ganas de ver a algún marciano”

A José Oña le gustaría perderse en una isla lejana y recorrer el Amazonas

Nacido en Melilla el 12 de mayo de 1960, concretamente en el barrio del Polígono, José Oña es una persona muy conocida en la ciudad autónoma. Se podría decir que ha hecho prácticamente de todo.

-¿Cómo le va la vida?

-Bien. Con la televisión, los grupos de turistas y pintando. No hago otra cosa.

-¿También pinta? ¿Qué tipo de pintura hace?

-Yo la llamo oñaísta. Es estilo propio.

-De todas sus labores (televisión, pintor, guía…), ¿cuál es la que más le gusta?

-Me gusta mucho la comunicación. Con la tele disfruto muchísimo con los programas que hago y he cambiado muchísimo desde que empecé haciendo los programas infantiles a hacer ahora los que hago como ‘Historias desde el sótano’ y ‘Oñeando’. Yo siempre he salido de mi zona de confort. Me gusta estar en mi zona de confort en casa, pero fuera soy un culo de mal asiento.

-Debe de tener un montón de anécdotas con tantos años entre televisión y guía. ¿Podría contar alguna?

-En televisión, teníamos un programa en directo que estaba presentando con Fadela Mohatar, hoy consejera de Cultura. Llamaba por teléfono gente para preguntar cosas. Una vez llamó un señor y le pregunté cómo se llamaba. Me dijo Esparza y yo dije “mira, lo están llamando del teléfono de la esperanza”. Dice Fadela: “No, no, que es el coronel Esparza”. Cosas de esas.

En cuanto al mundo del turismo, también hay mil anécdotas. Cuando hago visitas, es como una pequeña obra de teatro, que me gusta mucho. Cada visita es como un monólogo y es otro mundo. Eso de hablar a un grupo y que te atiendan me lo da la experiencia.

-¿Qué es lo que más y lo que menos le gusta de su trabajo?

-Lo que menos me gusta es la producción. Para ‘Los viajes de Sirvent’ tengo que producir, hablar en los lugares adonde voy, tener los contactos, preparar el día que voy a grabar, lo que vamos a hacer, el tiempo… Para mí, no está pagado ese trabajo. Me lleva muchísimo tiempo. Todo eso es un verdadero coñazo, pero una vez que está todo listo y sale todo, dices “chapeau” y te sientes satisfecho, ya no sólo por ti, sino por el equipo. Tengo un aliado perfecto con el que colaboro desde hace años, que es Cucho, que es un genio y me saca de cantidad de apuros. Un equipo es fundamental y mi equipo hoy en día es Cucho Capilla, que es mi mano derecha.

-¿Cómo ve el futuro de Melilla?

-Me lo planteaba viendo un programa de televisión de los que te hablan de terceras, cuartas y quintas guerras mundiales y guerras atómicas. Nosotros estamos en un punto en el que parece que fuera de la península sólo existimos nosotros cuando hay muchos países en todo el mundo que tienen posesiones fuera y nadie se mete con ellos. Yo soy optimista. Sé que hay que luchar muchísimo y que la gente no tiene que tener miedo. El futuro lo veo luchando. No hay otra: luchar y luchar. Y, si tiran una bomba atómica, qué vamos a hacer… Me iré a Argentina a esconderme en la Pampa. No sé… el futuro es incierto por mucho que planees.

-¿Cuáles son sus próximos retos?

-Tomarme, cuando me llegue, la jubilación con calma. Me queda poco. Igual ni me jubilo, pero estoy como cuando estudiaba el COU, que terminabas y tenías que empezar una nueva etapa. Eso siempre da miedo. En ese proceso estoy. Va a llegar otra etapa y tengo que ir preparándome mentalmente para que no me pille de sopetón.

-¿Qué es lo más extraño que le ha sucedido en la vida?

-Yo qué sé… Hace tiempo vi un OVNI con mi hermano en Málaga en plena noche. Salió del colegio de Los Ángeles Custodios. Echaba unas luces naranjas tremendas y daba vueltas. Eran las cuatro o las cinco de la mañana y no había nadie por las calles. Yo me desperté y me fui con mi hermano a una inmensa huerta protegida por un muro y veíamos salir esa luz enorme de aquel árbol, y enfrente una ventana abierta donde había una monja. Aquello duró unos diez minutos, hasta que, de repente, todo se apagó y fue como si no existiera nada. La monja cerró aquella ventana y nos fuimos a casa. Vinieron investigadores a preguntarnos cosas, y diez años después a preguntarnos lo mismo. Pero así se quedó aquella anécdota. No ocurrió nunca más y me quedé con las ganas de ver a algún marciano.

A todo esto, la monja dijo que no había visto nada, pero unos 20 años más tarde, cuando ya se había jubilado, hablé con ella y me dijo que sí vio el objeto delante de su ventana aquel día, que sintió como una luz que le entraba en el cuerpo. Pensaba abandonar la vocación y, después de aquel día, siguió y se convirtió en directora del colegio.

-¿Cuál es la expresión melillense que más le gusta?

-No sé… Pescaíto frito.

-¿Cuál es su rincón favorito de Melilla?

-Como en casa, no se está en ningún sitio, pero siempre me ha gustado muchísimo ir a dos puntos que ya están cerrados. Uno es la farola cuando se podía entrar en el Puerto. Esa vista de la bahía es preciosa. Antiguamente había un barecito, Petanca Viva, que era maravilloso, porque veías ponerse el sol detrás de las montañas y la bahía.

También me gustaba subir a la colina de los cuatro vientos, donde está hoy la zawiya de Palma Santa. Antes había allí un chiringuito y veías la explanada y pasar los aviones por arriba.

-Su filosofía de vida…

-Vivir en paz, tranquilamente y no meterme en líos en la medida que pueda. Mientras no me molesten, yo voy tranquilo y no quiero tener historias con nadie. Soy pasota, sinceramente.

-Diga un lugar al que le gustaría viajar.

-He viajado mucho, pero estoy viendo ahora un programa sobre islas perdidas del mundo, donde no hay nadie, en el Atlántico sur o Pacífico norte, y me gustaría ir. También me gustaría hacer todo el Amazonas entero.

-¿Y al futuro viajaría?

-Hombre, claro que sí, y al pasado.

-¿Qué época histórica le habría gustado vivir?

-Me atrae muchísimo la Edad Media. Ese cambio de los romanos cuando entra la Edad Media y después todo el cambio social que viene del final de la Edad Media al Renacimiento, cuando llega un señor y te dice que La Tierra es redonda y lo tachan como loco. Eso tuvo que ser tremendo.

-¿Usa mucho las redes sociales?

-Soy un torpe. Utilizo, sobre todo, Facebook e Instagram. No queda más remedio.

-¿Cuál es su color favorito?

-El rojo.

-¿Qué tipo de música suele escuchar? ¿Algún cantante o grupo en particular?

-Soy muy cambiante. Siempre he escuchado todo tipo de música. Me gusta mucho la música, pero, si tengo que elegir, me quedo con las bandas sonoras de cine. Soy un tonto de las bandas sonoras.

-¿Cuál es su comida favorita?

-Los calamares fritos y los calamaritos.

-¿Y la bebida?

-Un buen vino.

-¿Cuál es su época del año preferida?

-Cuando estoy en primavera, me gusta el otoño. Cuando estamos en otoño, prefiero la primavera. En verano quiero el invierno y en invierno quiero el verano. Así ando.

-¿A qué dedica el tiempo libre?

-A estar en casa. Me gusta la jardinería. También escribir, pintar, pasear. Eso es lo que hago. Algo muy sencillito. No hago más ni me vuelvo loco. Prefiero estar recogido y me gusta la meditación. A veces pienso que me gustaría ir a un convento tres o cuatro días. He ido alguna vez, pero me he aburrido, así que me he ido.

-¿Qué prenda de ropa no falta en su armario?

-Siempre tengo camisetas. Nosotros hemos tenido tiendas de ropa, así que siempre he tenido mucha ropa. También me gusta ponerme chaqueta.

-¿Tiene miedo a algo?

-No debería tener miedo a nada. No lo tengo.

-Diga el mejor consejo que le han dado…

-Mi mujer me da muy buenos consejos, pero creo que el mejor es que sea amable, educado, respetuoso con los demás y honesto.

-¿Y el mejor consejo que ha dado usted?

-Soy malísimo dando consejos. Mi consejo siempre es “calma, que, si una cosa es mala, ya vendrá buena y, cuando llueve, después escampa”.

-Para terminar, ¿podría decir cuáles son su mejor y su peor recuerdo?

-Mis peores recuerdos siempre tienen que ver con la muerte de familiares. Y un bonito recuerdo, los nacimientos de mis niñas. También tengo recuerdos bonitos de la naturaleza, de ver auroras boreales, fondos marinos y estrellas.

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