Sociedad

El Carrillo| Francisco Javier López Noblejas: “Si tuviese que elegir una época, el siglo de oro español”

Francisco Javier López Noblejas es un funcionario de 61 años nacido en Sidi Ifni, al sur de Marruecos, y cerca de Agadir. Llegó a la ciudad de Melilla en el año 1969 con siete años cuando entregaron Sidi a Marruecos. Es funcionario del Estado desde el año 1999 y compagina esta vida laboral con la de actor e intérprete en el teatro melillense.

–¿Cómo se consideras a nivel personal?

–Soy una persona tranquila y sin muchas ambiciones, fuera de querer a los que me rodean, ya sea familia o amigos

–¿Cuál es su mayor reto como actor?

–A estas alturas creo que he cumplido con creces todos los retos que se le pueden presentar a un actor, aunque siempre he querido interpretar a Bernarda de la casa de Bernarda Alba y seguramente habrá personajes que irán surgiendo que me supondrán un reto ya que en esta profesión siempre se aprende algo nuevo.

–¿Qué expectativas tiene de cara al teatro en Melilla?

–Me conformo con poder seguir haciendo el teatro que me gusta sin que nos intenten coartar por cuestiones políticas, religiosas o de cualquier otro tipo. Me gustaría que se abrieran más espacios en los que poder representar, tal y como se hace con el Hospital del Rey o la sala de ensayos del Kursaal y espacios pequeños que sirvan para acercar el teatro a la gente o cualquier otra expresión artística como la música, el baile, la pintura o la magia.

–¿Qué significa el teatro para usted?

–Uf que difícil, el teatro es una parte importante de mi vida ya que me ofrece vivir cientos de vidas diferentes sin dejar de ser yo para contar historias y que la gente pueda disfrutar, eso si que no tiene precio para mí.

–Si tuvieras que animar a un melillense a ver una de sus obras cuál le recomendarías?

–Más difícil aún. ¿Cómo le dices a un padre que elija entre un hijo u otros? Todas son importantes para mí y yo recomendaría que las viese todas porque cada una tiene sus peculiaridades, y por lo tanto, un valor igual.

–Lo que más le guste de su trabajo en el teatro.

-El proceso de crear el personaje es lo más bonito. La transformación de unas palabras en un papel hasta que se crea un personaje es muy reconfortante y es lo que más disfruto, aunque después el publico tiene que juzgar ese trabajo y eso tiene cierto morbo por no saber si le va a gustar o no.

–¿Y lo que menos?

-Pues aquí en Melilla solo se puede representar una obra durante tres o cuatro días y hacer un trabajo tan duro para abandonarlos después de unos días es bastante triste. Además, no poder sacarlo a la península y moverlo durante un tiempo es muy triste.

–¿Ha tenido alguna anécdota en su vida como profesional de la interpretación?

–Varias. Hubo una que nos sucedió en una representación en el Ateneo literario de Madrid, cuando estaba en Concord y representábamos “Seis personales en busca de autor “ de Luigi Pirandello.

El principio de la obra simulaba la entrada de los actores de una compañía de teatro que iban a ensayar una obra y, mientras entraban los actores, entró al escenario uno de los conserjes del Ateneo vestido con su uniforme con cocas en las bocamangas de la chaqueta y todo a preguntarnos cuando empezaba la función.

Imagínate la cara que se le puso cuando le dijimos que ya habíamos empezado, pero claro, nadie se dio cuenta porque parecía que era uno más de la compañía.

–Si tuviese que elegir vivir como funcionario o como artista interpretativo en su etapa juvenil, ¿Cuál te atreverías a elegir sin miedo alguno a tu futuro?

–Sin duda como intérprete porque es algo que me da más satisfacciones personales y “profesionales” que mi trabajo como funcionario que es bastante más monótono. Lo malo que en España solo el 8% de los actores y actrices pueden vivir sólo de su trabajo. Hay que ser muy valiente, y me parece que no lo soy.

–¿Cómo definiría la relación con sus compañeros?

–Pues yo diría que buena. En este tipo de actividad si no te llevas bien con alguien es muy difícil trabajar con esa persona. Afortunadamente soy una persona que no se altera fácilmente y tengo mucha paciencia. Eso es beneficioso en este tipo de trabajo.

–Un rincón favorito de Melilla.

–Cualquiera de Melilla La Vieja.

–¿Y una expresión melillense favorita?

–Pues es algo que me hizo ver alguien de fuera, y es que cuando nos encontramos, para saludarnos, simplemente preguntamos: “¿qué?”. Es algo que me hace mucha gracia, pero con esa simple pregunta estamos preguntándolo todo.

–Algo de lo que se arrepienta en la vida.

–Tal vez de no haberme atrevido a lanzarme a la aventura de la interpretación.

–¿Cuál es su filosofía de vida?

–Creo que la vida es para vivirla en paz con uno mismo y con los que están a tu lado, ya sean amigos o enemigos. Estar enfrentados a otros porque no piensan o no son o dejan de ser como tu, me parece una lucha que no tiene sentido.

La vida es demasiado corta para pasarla enfadado (iba a decir cabreado) con gente que, al final no está en tu vida salvo por esos momentos en que te han molestado o cabreado por cualquier motivo.

No merece la pena vivir en una permanente pelea con el mundo por eso. Así que creo que, lo mejor es disfrutar de la gente que te quiere y a quien tu quieres. El resto son figurantes.

–Un lugar de ensueño para ir de vacaciones.

–Pues te voy a decir dos sitios en los que he estado y me han gustado. Uno en España, sería en los Pirineos aragoneses. El parque nacional de Ordesa y Monte Perdido. Por otro lado, en Italia y sería la ciudad de Florencia.

–Mi tiempo libre lo dedico a...

–Pues como puedes suponer, gran parte de ese tiempo lo dedico al teatro y otra parte a hacer algo de ejercicio y a leer o tumbarme en el sofá y vaguear, que también es muy sano.

–Un recuerdo de la infancia.

–Los veranos jugando en el barrio hasta las doce de la noche que era la hora de recogerse entonces.

–¿Cuál es su principal miedo?

–No tengo un miedo enorme a nada en particular, pero como voy para viejo, cada vez me preocupa más el no llegar a tener que depender de nadie físicamente.

–¿Cuál sería la época histórica que elegiría para vivir?

–Pues la época del siglo de oro español. No estaría mal conversar con Lope de Vega o con Cervantes o con Quevedo.

–¿Le gustaría viajar al futuro?

–Solo si se me asegura que habrá un Apocalipsis zombie.

–Si le tocara la lotería…

–No compro lotería pero si lo hiciera me gustaría que me hubiese tocado unos años atrás y poder comprar el que fue teatro español que estaba en el Real.

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