Cuentan que a principios de los años ochenta, sobre las nueve de la mañana, no había manera de encontrar aparcamiento en la Plaza de España porque a esa hora estaba llena de taxis argelinos. Venían de compras a Melilla y les encantaban los polos Lacoste, de Castilla.
Atravesaban la frontera de madrugada, amanecían en la ciudad, cargaban mercancías y se volvían a casa. La cosa cambió cuando Marruecos cerró su frontera con Argelia en 1994, dividiendo familias y asestando un duro golpe al comercio en nuestra ciudad.
Algo muy similar a lo que hizo el 13 de marzo de 2020, cuando cortó el tráfico fronterizo con Melilla dejando a las familias partidas en dos y obligando a cerrar a la mayor parte de los negocios implantados en las inmediaciones del paso fronterizo de Beni Enzar.
Hace unos días escuché a mi hijo, de 6 años, conversando con un amigo de ocho sobre sus abuelos. Mi niño, que va para político, le decía a su amigo que él no podía ver a su abuela que está en Cuba por culpa de los comunistas. El niño de ocho le contestó que eso no es cosa de comunistas porque él tampoco podía ver a su abuela que vive en Beni Enzar.
Veintisiete años después del cierre de la frontera de Marruecos con Argelia, los empresarios de Melilla asfixiados por el cierre de la frontera con Nador, quieren retomar la relación comercial con el puerto de Ghazaouet a través de una línea marítima que conecte el puerto de la ciudad con el argelino en poco más de dos horas.
De la misma manera que las furgonetas argelinas viajan a los puertos de Valencia y Almería, cargan mercancías y regresan, podría funcionar la línea Melilla-Ghazaouet en la que ya se han interesado empresarios chinos y marroquíes. Además, hay una naviera interesada en hacer esa ruta.
¿Cuál es el problema? ¿Por qué no funciona? Porque nos pasamos la vida pensando qué no debemos hacer para no molestar a Marruecos, sin entender que Marruecos ya está molesto y que en la crisis por la entrada de Brahim Ghali a España nuestro vecino dejó claro que detrás de la ruptura de relaciones con España está el Sahara Occidental.
El caso es que el proyecto de unir por vía marítima a Melilla con Argelia gusta, pero desgraciadamente en Madrid se ha quedado en stand-by.
Prueba de ello es que en noviembre de 2020, la patronal de Melilla dijo en declaraciones a los medios de comunicación que el proyecto iba avanzado, pero a día de hoy, un año después, no hay señales de fumata blanca por ninguna parte.
De hecho, nos hemos puesto en contacto con Exteriores para saber en qué punto está el proyecto y lo único nuevo que sacamos es que no depende sólo de ese ministerio y que cualquier decisión al respecto se comunicará por las vías oficiales.
Tal y como están las relaciones con Marruecos, aquí están esperando por temor a que cualquier movimiento en falso nos deje la frontera cerrada otro año más.
En mi opinión, no podemos esperar por Marruecos por tiempo indefinido y, además, hay que convencer a Marruecos de que esto nos beneficia a todos. Aquí ganamos todos. La línea a Argelia no tiene por qué ser incompatible con las dos que la Autoridad Portuaria quiere abrir con Beni Enzar.
Si ya hay conexiones con Almería y Valencia, ¿qué problema hay en que se abra una nueva ruta a Argelia a través de Melilla?
España tiene que ponerse límites y ponérselos también Marruecos. La línea de Melilla con Argelia no puede estar condicionada a que nuestro vecino abra o no la frontera. Ellos son libres de decidir y nosotros también.
Todos estamos deseando que abra la frontera con Marruecos. Es bueno para Melilla, es bueno para Nador y, sobre todo, es bueno para las familias, el turismo y la economía de las dos regiones.
Oiga, nos conviene a todos. Es algo que queremos muchos. No podemos negociar aspirando a mínimos. Tenemos que sentarnos a una mesa a pedir la reapertura de la Aduana y avisando de que vamos a abrir una conexión marítima con Argelia.
Esto no podemos hacerlo en plan Ghali. Aquí hay que hablar claro a Rabat y, además, hay que buscar la manera de que en esta ecuación ganemos todos: Melilla, Marruecos y Argelia.
Esa es la teoría. En la práctica, la enemistad entre los gobiernos argelino y marroquí nos pone el proyecto de la línea a Argelia cuesta arriba. Marruecos es el primer socio comercial de España en África, pero no es el único. Le siguen, según el ICEX, Argelia, Sudáfrica y Nigeria.
Marruecos no es un país cualquiera. Como diría Marlaska, es nuestro socio preferente, pero eso no puede implicar que cortemos relaciones con el resto. Negocios son negocios.
Prueba de ello es que Rabat ha autorizado a Israel a hacer prospecciones en aguas cercanas a Canarias sin entrar a valorar que eso tensiona a la opinión pública española. Oiga, qué hay de malo entonces en que nosotros unamos Melilla con Argelia.
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