Tengo que reconocer que, como al ex presidente Juan José Imbroda, me llamó muchísimo la atención que el líder de Coalición por Melilla, Mustafa Aberchán, pusiera entre los objetivos que se ha marcado su partido para este año “fortalecer el entendimiento con el PSOE” de Gloria Rojas.
En mi opinión, más que una muestra de buena voluntad, es como darle la vuelta al pantalón y lucirlo con las costuras al aire. Uno no pide a los Reyes Magos lo que ya tiene. Uno no se pone metas que ya ha conseguido. Y cuando ese “uno” es Aberchán, damos por hecho que se ha puesto el listón muy alto. Porque de él se podrá pensar esto o aquello, pero nadie en su sano juicio puede aventurarse a decir que es tonto o superficial. El tipo es listo, muy listo.
Personalmente entendí clarito, clarito su mensaje: Señores, la cosa está mala; me estáis tocando las narices y voy a poner de mi parte para que cuando os mande a recoger lombrices, no digáis que no me he esforzado por salvar este matrimonio.
Y mira si estaba mala la cosa, que apenas tres días después de que Aberchán nos confesara subliminalmente que su relación con el PSOE es mejorable, sale el consejero de Salud Pública, socialista donde los haya, para decir alto y claro que las imágenes que vimos todos por WhatsApp de la boda del cepemista Latif El Fahmi son “inaceptables”. Confieso que me quedé muerta y matá.
Entre el súperconsejero Mohamed Mohand y el ex presidente Imbroda le hicieron ayer una pinza a Aberchán. Se han puesto de acuerdo sin quererlo o queriéndolo, como si se conocieran de alguna negociación anterior.
El caso es que el súperconsejero ha hecho lo que tenía que hacer: decir que el Rey está desnudo. Todos lo hemos visto, pese a que el novio de la boda lo niegue y nos intente convencer de que los invitados llevaban mascarillas invisibles. Amore, los vídeos de la celebración son elocuentes.
También es elocuente el hecho de que la Delegación del Gobierno (PSOE) esté al frente del Centro de Coordinación (Cecor), un organismo que se encarga de “supervisar los dispositivos que garantizan el cumplimiento de las normas para combatir la expansión de la pandemia”. Blanco y en botella. ¿Cómo llegó la Benemérita a la boda del año? ¿Quién dio la voz de alarma?
A estas dos preguntas sólo les falta una presentación con acento latino: “Televisa, presenta…” Lo mejor de todo es que no vamos a poder cerrar este capítulo sin el correspondiente cartel de “Continuará”.
Imbroda, por supuesto, ha hecho también lo que tiene que hacer: sembrar la desconfianza entre los socios de Gobierno, con ese apunte discreto, pero efectivo de que CpM le está comiendo la tostada al PSOE que, además, no es mentira.
La última encuesta de SyM Consulting da entre 10 y 11 diputados a los de Aberchán, o sea entre uno y dos más de los que tiene ahora. ¿De dónde salen? Yo diría que del PSOE, que pierde de uno a dos escaños, aunque también pueden salir del Partido Popular, que estando en la oposición se deja un diputado por el camino, aunque es más sensato pensar que sus votos huyen hacia la derecha, en dirección a Vox.
En fin, el cepemista dio pistas de su mal de amores con el PSOE e Imbroda ha metido el dedo en la llaga. Por experiencia sabe que la desconfianza crece como la mala hierba sin necesidad de regarla. Y si CpM y los socialistas se pelean, de paso él barre para casa. Lo último que necesita el PP de Melilla es que los de Gloria Rojas y Aberchán se marquen una Zarzamora. Juntos sí, pero no revueltos.
En cuanto a qué pasará si el Supremo suspende los dos años de cárcel a Aberchán, creo que más claro, el agua. Es el líder del partido con más apoyo dentro del tripartito. Si quiere ser presidente, seguramente lo será. Cuenta con el respaldo de Delgado Aboy, a quien ha cedido un sillón de CpM en Promesa.
Si eso llegara a pasar, los de Gloria Rojas tendrán que enterrar, aparcar o disimular los deseos de la socialista de ser la primera mujer que presida la Ciudad Autónoma. Sinceramente no creo que den la espalda a Aberchán si éste sale limpio del Supremo y se decide a jubilar a Eduardo de Castro, de Ciudadanos.
No creo que en el PSOE vayan a ser tan torpes como para preferir terminar la legislatura en la oposición o bajo el paraguas de Imbroda. Sería el fin de una formación, que ya se ha hecho el harakiri con el contrato marítimo impresentable que nos han puesto sobre la mesa. Dentro del mismo partido hay voces que no disimulan su descontento con la gestión del lobby del profesorado. Cualquier maniobra que los saque del Gobierno los convertirá en banquete para las hienas.
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