No es intención de El Avispero pronunciarse sobre temas o situaciones políticas puesto que para ello ya existen otros espacios y magníficos columnistas que, ya sean de un color u otro, son auténticos especialistas a la hora de realizar el análisis correspondiente y además capaces de generar opinión. El que suscribe tiene claro que la intromisión de la política en el deporte no suele traer nada bueno y que política y deporte deben ir siempre de la mano. Una buena política deportiva suele conllevar casi siempre unos buenos resultados. Ahí están los resultados de nuestros deportistas tanto a nivel individual como colectivo. Una generación que creció con las ayudas inestimables de los gobernantes. Inversiones, becas, centros de investigación y de alto rendimiento, etc.....Los recortes, que no paran de caer uno tras otro, tendrán sus consecuencias en el futuro y el deporte no se librará de ello, tiempo al tiempo.
Vaya ante todo mis respetos para la clase política que intenta mejorar la situación de un país que se ve inmerso, como tantos otros vecinos europeos, en solucionar una magna crisis financiera. Así es, una crisis generada por los mercados de valores y los especuladores que al final está pagando los que menos culpan tiene de todo esto: los trabajadores. Pero vaya también mi desprecio a los que, tras aprobar unas decisiones que castigan a los menos protegidos, aplauden a rabiar de manera inconsciente o quizás buscando una mejor ubicación para 'lamer el culo al jefe'. De todo hay en la viña del Señor.
Vaya también mi admiración y respeto por esos trabajadores, padres de familia, que luchan por mantener unos derechos conseguidos con sangre, sudor y lágrimas y que sus hijos tardarán mucho tiempo en volver a disfrutar. Todo porque lo más fácil es cortar siempre por el lado más débil. No hay cojones para meter mano donde hay que meterla. Mis más sincero respeto por esos empleados públicos que en su día se prepararon, y siguen formándose día adía, para servir a su País a través de las Administraciones Públicas. Esos que el único delito que han cometido ha sido el de opositar a unas plazas fijas, y repito lo de fijas, a sabiendas que el sueldo sólo les iba a dar para llevar una vida modesta y sin sobresaltos. No hablo de los altos cargos que suelen tener por mérito la amistad con el político de turno o el lazo familiar. Hablo de la gran mayoría de empleados públicos que sobreviven con un sueldo, cada vez más bajo, y que en los tiempos de bonanza veían como las vacas gordas pasaban de lado. Cuando el País iba bien, ellos no veían recompensado su esfuerzo y dedicación ni siquiera con la subida del IPC y ahora que la cosa está chunga, parece que son los culpables del enorme agujero que han creado unos señores engominados, con primas a diestro y siniestro y con una prejubilaciones y jubilaciones cuando menos escandalosas.
Vaya mi admiración y respeto por esos empleados públicos a los que sus propios gobernantes tachan de vagos y casi maleantes. Esos gobernantes que sin esos empleados públicos no serían nada. Esos que se permiten pegar otro tijeretazo al sueldo, vendiendo que sólo es una paga extra, que no lo es. Esos mismos que tienen la desvergüenza de no tocar sus ingresos ni sus planes de pensiones y que se aseguran una pensión vitalicia por estar ocupando unos cuantos años un sillón, cuando lo ocupan, en el que precisamente lo han colocado esos que ahora sufren sus desmanes.
La unión hace la fuerza y es precisamente ahora cuando se debe demostrar esa unidad. No soy nadie para dar un consejo y creo que todos los afectados saben a qué atenerse. Llegarán las navidades, época de consumo, y será el momento de decir: ¡Jódanse ahora ustedes! Sí, esos que abogaban por un mercado más flexible, despidos más baratos y sueldos miserables.
En la política, como en la vida, como en el fútbol, hay situaciones que sólo se solucionan remando todos a una. Recortes, regates, controles y fintas son términos futbolísticos que vienen como anillo al dedo para trasladar a los tiempos que corren. Un dirigente, por muy bueno que se piense que puede ser, no conseguirá nada si no hace trabajar a los suyos en equipo.
Mourinho y Guardiola, por poner un ejemplo, no engañan a nadie. Sólo se dedican a poner orden y llevar con mano izquierda un vestuario endiosado hasta el punto de bajarlo a lo terrenal y hacer ver que sin el esfuerzo y el compromiso de todos nada es posible. Ambos tienen un estilo definido, unas ideas claras con las que van a muerte. Qué hubiera sido de ellos si continuamente variaran sus decisiones, su filosofía, su manera de ver y de entender las cosas. Yo se lo digo, hubieran sido unos simples títeres en manos de sus dirigentes y jamás se habrían ganado la credibilidad y el respeto del que gozan por méritos propios. Si el equipo logra éxitos y mete muchos goles es porque todos han trabajado al unísono el aspecto ofensivo. Si el equipo no encaja tantos es porque todos han cumplido a la perfección en el aspecto defensivo. No es de cajón que si fallan los delanteros, paguen las consecuencias el resto del equipo y aquí han fallado unos pocos y están pagando el resto. ¡Que injusticia!
¿Qué ocurriría si esa inmensa marea de gente a la que 'La Roja' sirvió de nexo de unión se volviera a movilizar unida por el desencanto que nos rodea? Ahí queda eso.
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