El debate vuelve a estar servido. La conquista de la Champions League ha pasado de ser un objetivo del equipo blanco a convertirse en una obsesión para mandatarios, técnicos y jugadores. La necesidad de hacerse con el entorchado para salvar una temporada que puede convertirse en un estrepitoso fracaso del tercer proyecto mouriñista pesa como una losa sobre un elenco de jugadores elegidos para la Gloria, cuya calidad nadie puede poner en duda.
Mourinho tiene a su disposición una de las mejores plantillas que ha tenido el Real Madrid en toda su historia si no la mejor. El club que preside Florentino Pérez no ha reparado en gastos a la hora de apostar por intentar sumar la ‘décima’ a sus vitrinas, pero en fútbol, como en la vida, el dinero no lo es todo. Para que el éxito llegue, está claro que se tienen que dar una serie de condicionantes además de que la suerte tampoco sea esquiva, pero la más importante de todas es que el encargado de la dirección técnica esté acertado a la hora de tomar decisiones, repartir responsabilidades y, por supuesto, asumir culpas. Cosa a la que el ‘coach’ luso no está muy acostumbrado, aunque a la hora de señalar culpables no tiene competidor. En esta ocasión el damnificado ha sido, una vez más, Sergio Ramos, encargado de marcar a Welbeck en el lanzamiento de esquina que originó el tanto del Manchester United.
‘The special one’ echa balones fuera a la hora de asumir cuota de culpabilidad y basa la justificación del empate cosechado en su feudo ante un rival de categoría contrastada, pero de menor potencial, en un hecho puntual relacionado con una acción defensiva individual en lugar de valorar una actuación colectiva en la que destacó sobremanera Cristiano Ronaldo. Impecable en el remate de cabeza que supuso la igualada y estrella indiscutible del conjunto madridista. El Madrid se gustó y mereció mejor suerte en un primer tiempo intenso que dio paso a un segundo acto en el que mostró sus carencias. En la primera parte el cuadro propietario del Bernabéu presentó sus credenciales como aspirante a estar el próximo 25 de mayo en el Estadio de Wembley, sobre todo en el arranque del duelo. Sin embargo, en la segunda mitad careció de paciencia y de ideas para poner en escena un juego fluido y de elaboración que, por otra parte, no es precisamente la filosofía y el estilo de juego del técnico portugués. Mientras que el equipo dirigido por el sempiterno Ferguson se limitó a verlas venir y utilizar de manera adecuada sus armas. Eso sí, siempre con sensación de peligro en sus acercamientos al área contraria.
La eliminatoria, por la entidad de ambas escuadras, está totalmente en el aire y sin un claro favorito a pesar de que las casas de apuestas siguen valorando menos el triunfo del Real Madrid que el del Manchester United. Old Trafford dictará sentencia el próximo 5 de marzo. ‘El Teatro de los Sueños’ es el escenario ideal para convertir una posible tragedia en una comedia con final feliz y con todos los actores sacando pecho, pero para que esto ocurra el Real Madrid tendrá que proponer sobre el césped del mítico campo mucho más de lo expuesto en su feudo. ‘Mou’ tendrá que rodear a Cristiano de los hombres adecuados para que la estrella lusa no se estrelle ante la rocosa defensa inglesa y pueda brillar como lo está haciendo en sus últimas apariciones en las que se ha convertido, por méritos propios, en el auténtico referente del equipo blanco. Wembley, escenario en el que el FC Barcelona de Pep Guardiola conquistó hace dos años ‘la cuarta’ precisamente frente al Manchester United, volverá a acoger una Final de la UEFA Champions League en la que esperemos haya representación española. Real Madrid, Barcelona, Málaga y Valencia son los representantes de nuestro fútbol en la preciada competición. Ahora falta por ver hasta donde son capaces de llegar y si el fútbol español sigue siendo el mejor del continente o, por el contrario, nos volverán a dar calabazas como ocurrió el año pasado, cuando los dos gigantes españoles cayeron en semifinales. El Madrid sueña con volver a conquistar un trofeo que no gana desde el año 2002, cuando doblegó en la final al Bayern Leverkusen, y sus fieles seguidores se preguntan a voz en grito: ¿Habemus o no habemus ‘décima’ este año? A rezar toca porque, según dicen, de Madrid al cielo.
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