No cabe duda que los conceptos de patrimonio y bien cultural han alcanzado la natural evolución de incorporar a su constructo el universo de lo intangible, de lo emocional, de lo inmaterial. No en vano, en el año 2005, la UNESCO declaró el 27 de octubre Dia Mundial del Patrimonio Audiovisual, otorgando el mismo peso que el documento gráfico o escrito a esa parte de nuestra memoria representada por imágenes, audio o vídeo.
Solo gracias a aquellos incansables amantes de la imagen que en el pasado siglo XX inmortalizaron esa Melilla pretérita, cargada de recuerdos e instantáneas, desde el sepia al tecnicolor, de los tomavistas y los carretes a las cámaras más modernas, hoy disfrutamos de un valioso Archivo Histórico Audiovisual.
Hizo falta, eso sí, la innata fascinación de un periodista por nuestro patrimonio, que volcó su entusiasta forma de asumir los retos en recopilar una ingente e impagable documentación histórica sobre Melilla, una de las ciudades más filmadas por los distintos aconteceres de la que fue protagonista.
En 2001 arrancó su aventura para gestar un archivo inexistente en nuestra ciudad hasta entonces, que tuvo como primer donante al recordado Manuel Carmona Mir, que legó sus miles de horas de grabación y al que le siguieron una inagotable memoria histórica contenida en la Filmoteca Nacional, los archivos del NODO o de Televisión Española gracias a las gestiones que, con coste 0 para la ciudad, gestionó Fernando Belmonte Montalbán.
Fue una persona apegada al conocimiento, brillante, inquieta y afanada en reconocer y reafirmar el valor de la historia y de sus personajes y, en este caso, lo hizo descubriéndolos en la imagen en movimiento.
Consciente de la importancia de este fondo documental, puso en marcha el engranaje para acrecentarlo, ofreciendo la posibilidad a las familias melillenses de donar sus filmaciones a través del programa de TVM, El Retrovisor. Éstas, a cambio, recibían la transferencia de esos recuerdos a soportes digitales para su conservación. Miguel A. Pérez fue su apoyo en esta etapa, gracias a la cual se recogieron miles de horas de costumbrismo melillenses que enriquecieron nuestro patrimonio audiovisual colectivo. “Nos corresponde ser sensibles -dijo Fernando- a lo que, a la vuelta de unos años, nos demandarán melillenses e historiadores para conocer nuestra evolución social, política y cultural como pueblo”
En 2016, un año después de su desaparición, pusimos su nombre al Archivo Histórico Audiovisual, que recuperaremos y actualizaremos para que ocupe el lugar que merece en la memoria histórica de nuestra ciudad.
El propio Fernando escribió: “Lo que no se ve no existe y, en cierta manera, somos lo que vemos. Y somos, también, el resultado de cómo nos ven los demás. Por lo mismo, diera la impresión de que una ciudad que carece de imágenes de su pasado es una ciudad sin pasado, sin historia”
En la conmemoración del Día Internacional del Patrimonio Audiovisual, a la memoria de Fernando Belmonte Montalbán.
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