Ojalá esté cercana la fecha en la que la ONU no encuentre motivo alguno para reservar 24 horas al año a la defensa de los derechos de la mujer. Ese será el momento en el que las mujeres pueden celebrar por fin, no ya su día, si no el pleno disfrute y ejercicio de sus derechos. Cuando llegue ese instante, las declaraciones altisonantes que con razón se suceden estos días habrán perdido, afortunadamente, toda su razón de ser.
Por desgracia, parece que aún quedan algunos Días de la Mujer por delante. El ‘hasta cuándo’ depende de todos. No basta con salir en defensa de las mujeres maltratadas, contra la discriminación social que existe en apartados lugares del planeta, no es suficiente con reivindicar la libertad sexual por encima de decimonónicas tradiciones, ni con desfilar detrás de una pancarta cuando la violencia machista se cobra una nueva víctima. Todo ello es importante y, por supuesto, es necesario seguir haciéndolo. Pero no es suficiente. También es necesario que los varones asuman roles en el hogar, responsabilidades en la familia, tareas en el cuidado de los hijos... que siempre se han atribuido a las mujeres y que hoy hacen imposible que la mujer se desarrolle de un modo pleno en el ámbito social, en el mundo laboral y en su mundo personal.
Ojalá esté cerca el año en el que no sea posible encontrar en el calendario el Día Internacional de la Mujer.