El 40 por ciento de los españoles es susceptible a la astenia primaveral

Dicen que en primavera la sangre altera y es una realidad, pero tampoco lo es menos que muchas personas sufren la tan temida astenia primaveral precedida de síntomas, tales como cansancio, melancolía o cambios de humor, entre otros.

Según la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia), el 40% de los españoles es susceptible a la astenia primaveral, aunque eso, como verán no se refleja en Melilla. Según la SEMG, los niños y ancianos son más sensibles a los efectos físicos producidos por los cambios ambientales de estación.

A medida que el sol ocupa más horas del día y hace más calor, los seres humanos nos activamos y buscamos disfrutar la vida en el exterior. Todas estas sensaciones positivas, asociadas al cambio de tiempo son comunes, pero también es usual sentir un fenómeno conocido como astenia primaveral en esta época del año. La apatía, la falta de energía y el malestar generalizado pueden tener múltiples causas en cualquier momento del año. Cuanto más se conozcan los posibles agentes causales, mejor se realizará el diagnóstico en el momento adecuado.

 Astenia primaveral

La astenia es el término médico que se emplea para describir el cansancio, la debilidad o la fatiga general que dificulta o impide ejecutar tareas fáciles de llevar a cabo en situaciones de normalidad. Esta sensación se suele acompañar de una disminución de la capacidad psicomotora, reducción de la actividad psíquica, carencia de iniciativa, déficit de voluntad y rápida fatigabilidad a nivel físico y mental. Existen dos clases de astenia: Una de ellas, es la denominada funcional, la cual está vinculada a estados alterados como depresión, estrés o ansiedad. La segunda de las astenias es la que lleva por nombre orgánica y está relacionada con patologías o enfermedades, tales como anemia, problemas de corazón, hipertiroidismo o infecciones, entre otras.

Con estos términos en mente, es fácil llegar a la conclusión de que la astenia primaveral es un estado pasajero y subjetivo de cansancio, tanto físico como mental, que se instaura al inicio de la primavera. Tal y como indican fuentes científicas, la astenia primaveral no está presente como una enfermedad en el Catálogo de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tampoco se considera un trastorno psiquiátrico caracterizado y no está reflejado en el ‘Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders’ de la Asociación Psiquiátrica Estadounidense.

Todavía existe cierto debate sobre su caracterización, o no, como patología, pero a día de hoy no es una enfermedad. A pesar de la falta de evidencia para su inclusión como cuadro patológico, fuentes médicas, ya citadas, estiman que la incidencia de la astenia primaveral está al alza. A pesar de la dificultad para elaborar estudios epidemiológicos de este cuadro, se estima que hasta el 20 por ciento de los adultos que acuden a los centros de atención primaria al principio de la primavera lo hacen por cuadros asténicos. Además, parece ser algo más común en mujeres.

Síntomas

La Organización Mundial de la Salud recuerda que estos signos no deberían prolongarse durante más de tres semanas desde la instauración de la primavera.

De lo contrario, es posible que una causa orgánica sea la verdadera causa subyacente. Ante la aparición de cualquier síntoma persistente, los profesionales recomiendan una visita al médico.

Entre los síntomas más frecuentes de la astenia primaveral destacan: cansancio y debilidad general, especialmente por la mañana; falta de energía; somnolencia generalizada y problemas para dormir; pérdida de energía, apetito y libido; irritabilidad, nerviosismo y ansiedad; dolores de cabeza; malestar a nivel muscular y articular; apatía; tensión arterial baja y falta de motivación.

La astenia primaveral no tiene una duración muy extensa y los pensamientos y sensaciones que conlleva tampoco son incapacitantes. En caso de sentir que cualquiera de estos signos se escapa de la ‘normalidad’, lo más adecuado es buscar ayuda psicológica.

Así que hablamos con la psicóloga malagueña Pilar González Lozano sobre la astenia primaveral a pocos días de que la primavera entre en nuestras vidas. Una estación que no sienta por igual a todas las personas.

Lozano coincide al afirmar que “los síntomas, asociados a la astenia primaveral, están asociados al cansancio y somnolencia durante el día. Nos falta energía, tenemos alteraciones del sueño y, especialmente, dificultad para conciliarlo. También puedes notar irritabilidad, ansiedad y pérdida de apetito acompañado por cefaleas, problemas de concentración y falta de motivación. En líneas generales, estos son los síntomas”.

En contra de lo que podamos pensar sí existen formas de hacer frente a este malestar: “es un periodo de adaptación y suele estar muy relacionado con el cambio de hora, ya que se modifican los horarios de las comidas, del sueño y con ello nuestros ritmos circadianos. Para que estas modificaciones nos alteren lo menos posible lo mejor es tener un horario regular en las comidas y acondicionar bien la habitación. Es decir, lograr que la habitación temperatura tenga una buena temperatura y utilizar la habitación sólo para dormir”.

 Causas

Las causas de la astenia primaveral no están claras. De todas formas, existen diversos factores que pueden promover su aparición como por ejemplo el cambio del tiempo, las variaciones de la presión barométrica y el calor pueden alterar el estado de ánimo y desencadenar dolores de cabeza, lo que a su vez deriva en apatía generalizada, problemas para dormir y otros muchos signos de la astenia primaveral.

El incremento de la luz diurna, ya que tras el equinoccio de primavera los días aumentan progresivamente, con unas 12 horas de luz, y las noches tardan más en llegar. Estos cambios de horarios hacen que el cuerpo reajuste sus niveles hormonales y se liberen más endorfina, testosterona y estrógenos. El baile hormonal puede ser en parte responsable del cansancio generalizado.

El cambio de hora que se produce el último día de mes hace que el día siguiente se duerma una hora menos. Adaptarse al nuevo horario también lleva su tiempo. El primer paso para tratar esta dolencia pasa por cuidar el estilo de vida, lo que incluye tener una dieta rica en energía y vitaminas.

Aprovechando nuestra conversación con Pilar González le preguntamos sobre cuáles son los problemas más frecuentes que se encuentra en su consulta y no puedo evitar reconocer que me sorprende la respuesta, ya que uno de los trastornos que más trata la psicóloga malagueña son los trastornos de apego: “trastornos de apego y gestión del duelo son los trastornos que más trato. Indago en el paciente, pregunto y casi siempre hay algún duelo sin gestionar o un trastorno de apego derivado de la infancia”.

El trastorno de apego procede de la infancia. Cuando tú de pequeño no has tenido un apego seguro porque has demandado cariño y no te lo han dado, o no te lo han sabido dar a partes iguales tu padre o tu madre, o no lo has sabido percibir, ese niño interior se remueve ante cualquier circunstancia”.

Con relación al duelo, Pilar nos comenta que lo normal es que éste dure de uno a dos años: “si el duelo se prolonga más estamos hablando de un duelo no gestionado, complicado. Tienes que acostúmbrate a vivir sin esa persona y así asimilas que esa persona no está. Hay personas que niegan la muerte y siguen hablando con sus seres queridos, creen que lo ven, cuentan con ellos en su día a día”.

En contra de lo que podamos pensar, hay muchas clases de duelo no sólo con personas sino también con mascotas, rupturas sentimentales o mudanzas. “Incluso los niños tienen duelo con juguetes que pierden”, afirma Pilar González.

La infancia marca el resto de nuestra vida. De ahí que “hay que cuidar tanto a los niños y también tener cuidado con las palabras que utilizamos con ellos porque son huellas que quedan marcadas”.

Pese a que se ha avanzado mucho todavía existen muchos perjuicios sobre el hecho de acudir a un psicólogo, una situación que hay que naturalizar: “uno debería sentirse orgulloso de asistir a un profesional para que nos ayude porque esa persona se ha dado cuenta de que necesita un empujoncito. Siempre le digo a mis pacientes que la llave la tienes tú, nosotros somos el faro que te guía”.

En la actualidad, hombres y mujeres acuden por igual a estos profesionales de la salud e incluso la horquilla de las edades se ha ampliado, con pacientes que van desde los 16 a los 53 años.

Aunque Pilar trabaja en Málaga, presencialmente, cuenta con muchos pacientes en nuestra ciudad en la que está barajando establecerse y reconoce que son muy “necesarios los psicólogos especializados en la infancia”.

 

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