El efecto llamada de jóvenes extutelados que regresan a su país de origen con la situación documental regularizada puede estar detrás del aumento de entrada de menores extranjeros no acompañados a nuestra ciudad en los últimos tiempos. Es una de las conclusiones que se extraen de la memoria de 2016 publicada por la Consejería de Bienestar Social, en la que se analiza la gestión que la Administración ha hecho con estos chicos a lo largo del año pasado, los problemas que se han encontrado y las propuestas de mejora de cara al presente ejercicio. En el mismo documento, publicado esta misma semana, se indica que en muchas ocasiones, tal y como ha advertido el consejero del área, Daniel Ventura, son los propios padres de los niños los que los acompañan hasta las dependencias de la Policía para que posteriormente ingresen en centros de acogida de nuestra ciudad.
Ingresos en el centro
A lo largo del año pasado se produjeron un total de 5.171 entradas en los centros de la Ciudad, de los que 1.046 eran de nuevo ingreso. Esto significa que el resto eran chicos que entran y salen y se dan de alta y baja varias veces durante el tiempo que permanecen en las instalaciones. Esta situación se da principalmente en el centro de La Purísima. De hecho, en el mismo informe se apunta que mientras que en el Centro Asistencial y la Divina Infantita, los otros dos espacios de acogida de menores en Melilla, la estancia media es “casi anual”, en l Fuerte de la Purísima se produce un gran número de idas y venidas que hacen que la estancia se reduzca y difiera mucho entre unos niños y otros.
Refuerzo de recursos
El estudio apunta, asimismo que de cara a este ejercicio es necesario que haya un refuerzo de los recursos personales y materiales para poder abordar la nueva situación provocada a consecuencia del gran volumen de menores acogidos. En la Purísima hay acogidos 340 menores de media, cuando la capacidad de las instalaciones es de 130.
Además, Bienestar Social apunta que hace falta reestructura tanto la capacidad como la dinámica de los centros, ya que se cuenta con los mismos recursos y hay que intentar que esto no repercuta en la atención integral que se ofrece a los menores. Recuerda que, como ya publicó El Faro hace unos meses, ha sido necesaria la instalación en La Purísima de dos módulos prefabricados como aulas taller, ya que las existentes tuvieron que ser reconvertidas en zonas de dormitorio ante la masificación existente.
También considera que haría falta un cambio en el criterio para la escolarización de los menores, porque el cambio legislativo previsto afectaría directamente al futuro formativo de estos chicos.
El perfil de los chicos
En cuanto al perfil de los chicos que llegan a nuestra ciudad, en el estudio se indica que se ha producido un cambio. Aunque la mayoría siguen siendo de nacionalidad marroquí, ha habido un aumento de población sudafricana, de Argelia y de Siria. Indica que esto hace que se planteen nuevos problemas, entre otras cosas, porque los motivos que llevan a estos chicos a huir de sus países son diferentes.
No obstante, la mayoría llegan en busca de una vida mejor. Y en este punto hay dos perfiles:los que no piensan en marcharse a la península porque proceden de poblaciones cercanas a Melilla y las de los que buscan colarse en un barco para llegar a otra ciudad. Los primeros se quedan en los centros, los segundos prefieren la calle.
Documentación
Por otro lado, analiza el trabajo burocrático que realizan los trabajadores de la Consejería. Señala que no todos los menores llegan a regularizar su situación documental por no haber permanecido el tiempo suficiente en el centro. “Esta situación afecta directamente al día a día del centro de menores, ya que muchos de ellos se quedan en los alrededores y llegan a producirse robos y agresiones a otros de los chicos”, precisa.
El informe de Bienestar Social hace un análisis concreto de los menores extranjeros no acompañados que viven en la calle. Apunta que estos niños suelen ser acogidos de manera regular en el centro, aunque su permanencia no es de más de dos días. Asimismo, indica que normalmente son consumidores de sustancias tóxicas, mayoritariamente pegamento, y “también se ven implicados en numerosos conflictos relacionados con la delincuencia, como venta de drogas, robos o agresiones a otras personas”. En este sentido, indica que en el centro no se les permiten estas actitudes, pero se pone a su disposición un equipo de profesionales con programas socioeducativos y de ocio para intentar rehabilitar a aquellos en los que se detectan problemas y se dejan ayudar. Sin embargo, indica que en muchas ocasiones se encuentran con menores que rechazan esa ayuda y prefieren seguir viviendo en malas condiciones en cuevas y arriesgando su vida para colarse en un barco. “Como no podría ser de otra forma, nosotros cada vez que tenemos oportunidad de tenerlos en el centro, los invitamos a que acepten esa ayuda”, precisa.
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