Eduardo Resa: "Sacamos los misterios de la fe a la calle para llegar a quienes no vienen a la iglesia"

El vicario episcopal ha destacado el lavatorio de pies y la proclamación de la luz de Cristo como los momentos de la Semana Santa que vive con mayor emoción

La Semana Santa de Melilla es mucho más que una serie de rituales religiosos, es una oportunidad para llevar los misterios de la fe católica a las calles, de forma pública y accesible, creando vivencias para los ciudadanos de la ciudad autónoma. Como ha explicado el vicario episcopal Eduardo Resa, “sacamos los misterios de la fe a la calle para llegar a quienes no vienen a la iglesia”. 

Para él, la Semana Santa es una manifestación abierta y profunda de la fe, un momento en que los cristianos no solo conmemoran los eventos que definieron “la salvación del mundo", sino que los hacen “presentes, tangibles y visibles para toda la comunidad, independientemente de su vínculo con la iglesia”, ha comentado el párroco.

Un acontecimiento que no se limita solo al espacio sagrado del templo, sino que se extiende a las calles, a las plazas, a los corazones de todos los habitantes, creyentes y no creyentes por igual, acercando el mensaje de la Pasión y Resurrección a todos.

 

El esfuerzo de las Cofradías

La Semana Santa de Melilla no podría entenderse sin la labor constante y la colaboración de las cofradías, que, como ha apuntado Resa, “se desviven cada año para dar lo mejor de sí mismos y transmitir la fe en la calle”. Cada cofradía, con su carácter propio y sus tradiciones, contribuye al conjunto de la celebración, pero siempre en unidad. Resa ha enfatizado que, a pesar de las diferencias que puedan surgir dentro de las cofradías, lo fundamental es que todas trabajan por un mismo fin: vivir la fe y manifestarla públicamente. “La Semana Santa es un testimonio cristiano, un testimonio de amor y perdón, que debe ser compartido por todos”, ha señalado.

Según el vicario episcopal, aunque en ocasiones surjan pequeños desacuerdos, la unidad en la fe es lo que prevalece. “Por supuesto, entre ellas tiene que haber más unión, que la hay, lo que pasa es que a veces desde fuera se ven otras cosas. Puede haber pequeños roces, como los hay en todas las familias”, ha destacado Resa.

 

La importancia de no perder el centro

Para el vicario episcopal, uno de los mayores retos durante la Semana Santa es evitar que la preparación externa de las procesiones y celebraciones desvirtúe el verdadero sentido de estos días. "Tanta preparación, tanto esfuerzo... pero nunca debemos olvidar lo esencial: la vivencia del amor de Dios. Si perdemos ese centro, es como tener una gran catedral vacía", ha reflexionado Resa. 

Para él, la Semana Santa debe ser ante todo una experiencia de comunión con el Señor, un tiempo de contemplación y renovación de la fe. Es por eso que, aunque las procesiones son fundamentales, no deben convertirse en un acto vacío de contenido espiritual. “Es esencial que el centro siga siendo Cristo. Si no tenemos nuestra adhesión a él, nuestra Semana Santa es solo una fachada", ha afirmado. 

Lo que más le gusta de la Semana Santa

Cada año, la Semana Santa ofrece a los fieles múltiples momentos cargados de emoción y significado, pero para Eduardo Resa hay varios instantes que lo marcan de manera especial. En primer lugar, ha destacado el lavatorio de pies a los niños que realizan la primera comunión, un acto de profunda humildad que revive el gesto de Jesús con sus discípulos. “Es un momento muy especial, realmente es raro el año en que no se me escapan algunas lágrimas”, ha confesado Resa.

Pero sin duda, uno de los momentos más impresionantes para Resa es cuando, en la vigilia pascual, se proclama la luz de Cristo. Es en ese instante, cuando las velas encendidas desde el altar iluminan toda la iglesia, que el vicario siente una enorme emoción. “Es un momento de singular importancia, algo que se graba en el corazón de cada uno de los que lo viven”, ha subrayado. 

Fuera del contexto litúrgico, Resa también tiene sus imágenes predilectas cuando las procesiones recorren las calles de Melilla. Uno de esos momentos es cuando presencia la salida de la Virgen de la Esperanza en el Parque Hernández. Un gesto que, aunque en algunos años se ha visto condicionado por el mal tiempo, sigue siendo un símbolo de la devoción popular. “El año pasado no pude verla, pero tengo muchas ganas de presenciarla este año”, ha dicho con entusiasmo, refiriéndose a una de las imágenes más queridas por los melillenses. 

También hay momentos de profunda admiración cuando observa la procesión del paso de la Sentencia, en la que se percibe el carácter sevillano del movimiento de los pasos, que marca un ritmo “cadencioso y solemne". La majestuosidad de el Nazareno de Melilla también es una imagen que no deja indiferente a Resa. “Es una imagen que se graba en la retina, la solemne figura del Nazareno es una de las más poderosas”, ha revelado.

Además, para Resa, el Jueves Santo tiene una profunda carga simbólica. “La imagen del Cristo de la Paz, con su imponente presencia, llena de solemnidad el alma de los que participan en esa procesión”. También ha destacado la Liberación del Preso, un acto que siempre le resulta conmovedor. “Ver la espalda del flagelado y pensar en lo que sufrió, es un acto de reflexión que nos lleva a preguntarnos hasta dónde hemos llegado como humanidad”, ha reflexionado.

“Son tantas las imágenes que se cruzan en la retina durante la Semana Santa, que es difícil decir una sola”, ha admitido Resa. Y aunque las imágenes que se viven en las calles de Melilla no dejan de emocionarlo, lo que realmente marca a Resa es la experiencia litúrgica profunda que estos días significan para él y para toda la comunidad cristiana.

 

Un mensaje de amor para todos

Finalmente, Resa ha hecho un llamamiento a todos los melillenses, creyentes y no creyentes, a vivir la Semana Santa con intensidad, con el corazón abierto. “A los creyentes les invito a vivir esta Semana Santa a pleno pulmón, porque nos hacen falta muchas Semanas Santas para intentar meternos en ese pozo del amor de Dios”. Y a aquellos que no creen, Resa ha querido transmitirles un mensaje claro, “que nos dejen simplemente decirles que desde Cristo queremos a todos, que la salvación del Señor es universal y que nosotros tenemos que hacerla transparente con nuestro cariño, con nuestra convivencia, con nuestra hermandad, y en definitiva, tomarnos en serio ese mandamiento que vamos a escuchar el Día del Jueves Santo: Amaos unos a otros, como yo os he amado”, ha concluido el vicario episcopal.

La Semana Santa de Melilla es, por tanto, una celebración que va más allá de las procesiones, que va más allá de la liturgia. Es un testimonio vivo de la fe, un esfuerzo conjunto de la comunidad cristiana para vivir y hacer visible el amor de Cristo.

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