Esta próxima semana el grupo del Levante Almanzora de Ecologistas en Acción va a celebrar unas jornadas que llevan por título “El ecologismo, el modo de entender el mundo y el motor del futuro”, y que tienen mucho que ver con lo que está pasando en nuestro país en las últimas semanas con las protestas callejeras.
En su discurso de investidura, Pedro Sánchez fue muy criticado por la oposición porque dedicó más tiempo a hablar de las decisiones que Vox y el PP han tomado en los ayuntamientos y comunidades donde están gobernando, que de hablar del acuerdo con los independentistas. A mí me pareció muy acertado, porque ese es el verdadero debate, qué modelo de país queremos, el que prioriza la economía por encima del ciudadano, al que convierte en súbdito, vasallo y esclavo, o el que considera la parte económica como una herramienta para vivir en una sociedad más justa, equitativa e igualitaria.
Por desgracia, cada vez que hay elecciones los programas electorales pasan intencionadamente a un último plano, y el debate se ensucia, se enmaraña, se pervierte para confundir al electorado que termina votando con desgana, al menos malo y con la sensación de que nada va a cambiar, que todos son iguales, y que lo único que podemos hacer es corregir el sistema. Los partidos mayoritarios se centran en parchear, disimular y embellecer las taras del módulo, pero no tienen ninguna intención en buscar las soluciones reales, que serían cambiar las prioridades, el enfoque y la dirección de la sociedad en la que queremos vivir.
Ahora sobrevivimos en el convencimiento de que solo puede quedar uno, de que hay que ganar sea como sea, que el dinero mide la felicidad de cada uno de nosotros. Estamos centrados en las teselas sin importar el mosaico final, que cada vez se desdibuja más y más, y no muestra belleza ninguna, nada más que nuestra descoordinación e individualismo. Le damos más importancia al árbol de nuestro jardín, que nos da sombra, nos alimenta, nos deleita, que al bosque, al ecosistema, a las relaciones entre especies y con su entorno, que es realmente lo importante, lo que permite la vida en la Tierra.
Es una pena, y una victoria del sistema, que la palabra ecologista se relacione con problemas, con gente que quiere frenar el desarrollo y que se pasa el día poniendo piedras en el camino. Cuando es todo lo contrario. Lo que busca la ecología social, es encontrar ese modelo en equilibrio, donde el ser humano, y las sociedades en las que se relaciona, se desarrollen conservando el entorno en el que vive, que es lo sustenta todo lo demás.
Durante esas jornadas se van a poner sobre la mesa, para todo aquel que quiera asistir, la necesidad de planificar, de pensar el modelo en el que queremos vivir, del mosaico que queremos crear, del bosque que vamos a dejar como patrimonio para las generaciones futuras. Tenemos que saber el color, el tamaño y la forma de las teselas para que encajen suavemente, sin forzar, unas con otras, para no desperdiciar ninguna y con ella los esfuerzos, los recursos y el tiempo empleados en fabricarla. Tenemos que elegir las bellotas y resto de semillas que van a conformar el bosque social del que disfrutaremos, desechando los jardines simétricos y globalizados con los que confundimos la naturaleza.
Además, se debatirá sobre la importancia de la alimentación para nuestra salud y la de los ecosistemas; de los impactos ambientales, sociales y económicos que generan la agricultura y la ganadería intensivas; de los abusos urbanísticos y sus consecuencias en nuestras costas; de la importancia de la educación para cambiar el mundo, analizar los problemas presentes y encontrar las solucione futuras; de la hipocresía de la industria que pinta de verde todo lo que nos quieren vender y que no necesitamos.
Yo dudo de todos aquellos que dicen ser la palanca del cambio, que se preocupan por mí, pero que lo único que hacen es llenarse los bolsillos, beneficiar a los ladrones, a los especuladores, y destruir sistemáticamente mi patrimonio natural.
El futuro pasa por cambiar el modelo, y todo depende de cada uno de nosotros. De forma individual tenemos una fuerza infinita, somos la palanca, que nos enseñó Aristóteles, para mover el mundo, solo necesitamos el punto de apoyo, que las políticas se hagan con ese propósito, para defender el bien común, la justicia social y la igualdad entre todos. Por eso apuesto por la ecología social, por eso soy educador ambiental, y por supuesto, aunque a veces diga lo contrario, ecologista, diseñador de mosaicos y plantador de semillas.
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