Miles de migrantes y turistas pasan anualmente por Melilla con distintas condiciones y necesidades, pero todos ellos comparten el hecho de viajar, aunque con diferentes circunstancias, hacia la ciudad autónoma. Sin embargo, muchos son los propios melillenses que abandonan su localidad de forma temporal o indefinida en busca de un futuro que aquí ven difícil conseguir.
Ya sea por estudios, trabajo, ocio, por la llamada del espíritu aventurero o arrastrados por el amor, centenares de melillenses se han animado a cruzar las fronteras y a recorrer miles de kilómetros, algunos de ellos para cumplir sus sueños, otros motivados un poco por la improvisación. Así lo dan a entender los siete melillenses que ha entrevistado El Faro y que explican su pequeño testimonio a continuación.
Estos viajeros comparten una misma situación y es que gracias a las redes sociales mantienen el contacto con sus raíces y no llevan tan mal la espera para poder regresar en fechas señaladas a visitar a su familia y amigos. Estos ciudadanos agradecen el desarrollo de la tecnología para estar cerca de todos sus seres queridos, aún estando lejos en la distancia.
Ir y venir
Para los que aquí se quedan, estos melillenses son emigrantes que se han marchado para mejorar sus expectativas vitales. Para los que los reciben en sus países de acogida, estos inmigrantes son una fuente de diversidad y una nueva forma de conocer a otras personas, según se extrae de algunos comentarios y experiencias que han compartido estos melillenses con este diario.
De todas formas, todos ellos coinciden en la buena acogida y recibimiento del que han disfrutado y disfrutan en sus actuales ciudades y destacan la amabilidad de los ciudadanos que les han abierto los brazos y las puertas de sus casas, sin ningún prejuicio. Ahora se acercan las fechas navideñas y más de uno no podrá regresar a Melilla para celebrarlo en familia.
Rachid Mimoun: “Me fui de Melilla hace cinco años en busca de trabajo y un futuro mejor”
Este transportista de 29 años ha pasado cuatro años y medio trabajando como tal en la ciudad alemana de Frankfurt y desde hace seis meses lo hace en el norte de España, en Bilbao. Rachid Mimoun dice que se fue de su ciudad natal motivado por “conocer otras culturas y formas de vida”, aunque reconoce que el motivo principal fue laboral. “Me fui de Melilla hace cinco años en busca de trabajo y un futuro mejor”. Este joven asegura que lo que más encuentra a faltar de Melilla es su familia e insiste en que la echa mucho de menos. Sin embargo, no se plantea volver porque en Melilla “te atascas”. Por otro lado, lo que más le gusta de Frankfurt es “la gente, su cultura y forma de vida”. Mimoun califica a sus conciudadanos alemanes de “sociedad abierta y noble” y lamenta que, en comparación, “Melilla deja mucho que desear”. Ahora este melillense quiere centrarse en la nueva oportunidad que le ofrece Bilbao y seguir adelante con su vida. No sabe cuándo volverá de visita, pero al menos Facebook le mantiene en continuo contacto con sus familiares y amigos y sigue la actualidad local en varios grupos de la famosa red social.
Massine Jorge El Hamdaoui: “Me fui a Odessa (Ucrania) a estudiar la carrera de Medicina”
Estudiar y formarse fue la máxima motivación de Massine Jorge El Hamdaoui cuando tomó la decisión de abandonar Melilla en el año 2013. Este joven de 28 años no logró la nota de corte para entrar en la facultad de Medicina de la Universidad de Granada a pesar de sus esfuerzos. Sin embargo, un número no le iba a impedir lograr su sueño de convertirse en médico, así que hace cuatro años hizo las maletas y se marchó. “Me fui a Odessa (Ucrania) a estudiar la carrera de Medicina”, explica y añade que allí pasa todo el curso académico. “A Melilla voy todos los veranos un mes”, dice que este joven. De esa forma aprovecha las vacaciones veraniegas visitando a su familia y amigos una vez ha aprobado todos los exámenes. El Hamdaoui reconoce que no sólo echa de menos a sus seres queridos, con los que está en contacto habitualmente gracias a Internet y el móvil, sino que echa especialmente en falta “la comida casera”, porque no hay nada como un buen plato preparado por su madre. Lo que más le gusta de Odessa es “la acogida de estas maravillosas personas y la belleza de la ciudad”, por ello invita a visitar esta localidad sin falta.
Nabil Tahar: “Quiero mejorar mi futuro y mi calidad de vida y valerme por mí mismo”
El pasado 3 de noviembre Nabil Tahar, de 23 años, puso rumbo a Londres (Reino Unido) con sólo un billete de ida. Este joven puede ser uno de los más recientes emigrantes que despide Melilla, con apenas un mes lejos de esta tierra. Tahar tenía un objetivo muy claro cuando tomó la decisión de irse a la capital británica: “Quiero mejorar mi futuro y mi calidad de vida y valerme por mí mismo”. Aunque los inicios no son fáciles, Tahar tiene muy claro que si vuelve a su tierra natal será sólo “de vacaciones” porque se ha tomado muy en serio el seguir adelante con todo. Este melillense explica que acabó la ESO e hizo un curso que le permitió trabajar actualmente de ayudante de cocina. Así, no sólo coge experiencia en el oficio, sino que también mejora el inglés. Más adelante ya se verá si consigue una Estrella Michelín. Puede sonar algo repetitivo, pero lo que más echa de menos Nabil es a su familia y amigos, y también “el buen tiempo”, algo cansado del clima frío y lluvioso de Inglaterra. Lo que más le gusta a este melillense de su nueva ciudad de acogida es que “siempre hay algo que hacer en Londres”. A este joven nunca le falta un plan.
María Morencos: “Quería cambiar de aires. Si volviese a España, no regresaría a Melilla”
María Morencos abandonó Melilla hace un año y cuatro meses. A pesar de que trabajaba como técnico intermedio en Prevención de Riesgos Laborales (PRL) para una empresa local, decidió solicitar la excedencia y volar hasta Saint Neots, una pequeña localidad cercana a Cambridge (Reino Unido). ¿Los motivos? “Cambiar de aires, aprender inglés” y pasar más tiempo con sus hermanas y su sobrino recién nacido, que también viven en este país. Además, esta joven de 28 años también quería “realizar cursos especializados en (PRL)” para, en un posible futuro, trabajar allí. Morencos ahora vive en Appleton, cerca de Oxford, y asegura que lo que más le gusta de su nueva ciudad es la cantidad de naturaleza que hay. Dice que su nueva ciudad con nombre de manzana inglesa es un “village”, una especie de pueblo, “pero más pequeño, que está rodeado de árboles y campos”. Además, Morencos dice que le encanta lo amable que es la gente y “la posibilidad de poder viajar por el país sin necesidad de coger un barco o un avión” para desplazarse. Esta joven reconoce que los que más echa de menos de Melilla es a sus padres y amigos y añade que extraña mucho el clima, sobre todo el sol y el mar que tanto caracteriza a la ciudad autónoma. A ello añade otras ventajas de la pequeña ciudad española: “Echo de menos tenerlo todo cerca y tardar sólo cinco minutos en llegar a los sitios y la comida”, ya que británica “no es muy buena, que digamos”. No obstante, reconoce que “por ahora”, no tiene en mente volver a su origen y señala que “si volviese a España, no regresaría a Melilla”. Esta joven explica que en el poco tiempo que lleva fuera, “Melilla se ha vuelto mucho más insegura” y cree que “no tendría un futuro allí”. Por eso, se limita a venir de vez en cuando a visitar a sus familiares, aunque por suerte tiene a sus hermanas cerca. No sabe cuándo bajará de nuevo al norte de África, pero de momento se muestra contenta por el recibimiento que le han dado en su nuevo país de acogida y piensa en seguir adelante.
Salah A.: “En Estocolmo cobro lo que me merezco; en Melilla, no”
La crisis económica fue uno de los principales alicientes para que muchos jóvenes decidieran marcharse del país en busca de oportunidades reales. Éste viene a ser el caso de Salah A., un melillense de 33 años que se fue de la ciudad hace siete años y aterrizó en Estocolmo (Suecia). Este joven había estudiado Economía y Administración de Empresas (ADE), pero ante la falta de oportunidades tanto en Melilla como en toda España voló en 2010 hacia el país escandinavo, donde al poco tiempo consiguió trabajo en una empresa de ‘business and management’, lo que viene a ser una especie de asesoría de negocios y gestión. Salah es rotundo: “No pienso volver a Melilla”. Sí que reconoce que echa de menos a sus amigos y a parte de su familia, así como la cercanía que suponía estar en Melilla para visitar a otros parientes en Marruecos, pero ahora tiene más motivos para quedarse en Suecia y es que sus hermanas y su madre también están allí. Por otro lado, Salah tiene otra razón de peso para permanecer en Estocolmo: “Tengo trabajo y cobro lo que me merezco; en Melilla no sería el caso”.
Francisco Aguilera: “Echo mucho de menos a mis amigos y a las tapas”
Francisco Aguilera tiene 36 años y aunque no nació en Melilla, sino en Granada, pasó su infancia y adolescencia en la ciudad autónoma porque su padre sí era de aquí. Con 18 años se fue a estudiar Ingeniería de Caminos a la localidad andaluza y desde entonces siempre regresaba sin falta para las vacaciones de verano, Semana Santa y Navidad. Desde que acabó la carrera, encontró trabajo en Granada y allí se especializó en proyectos internacionales enfocados en países del norte de África y preparando licitaciones para Marruecos, Argelia, Túnez, Mauritania y Senegal. Al poco tiempo se mudó a Rabat (Marruecos) junto a su mujer y sus dos hijos. Ahora trabaja como ‘project manager’ en Rabat, mientras su familia reside en Granada. A pesar de que mantiene sus visitas puntuales a Melilla, cree que no volverá. “Cada vez que voy veo situaciones que no me gustan. Además, está muy encerrada y veo pocas posibilidades de expansión y desarrollo personal en mi campo”, asegura. Sin embargo, tiene una cosa muy clara: “Echo mucho de menos a mis amigos, lo cómoda que es Melilla, las tapas y los baños de invierno”. De la capiral marroquí, lo que más le gusta es “la tranquilidad, el clima y el cuscús de los viernes”.
Antonio Abdelkader: “No volvería a Melilla, formé mi familia en Leeds”
El sueño de este melillense de 31 años era ser chef y lo consiguió en la localidad inglesa de Leeds. Antonio Román Abdelkader dejó Melilla hace casi cinco años al considerar que en su ciudad natal “estaba todo muy limitado en ingredientes, formación y posibilidades de trabajar por la crisis”. Por ello, le prometió a su madre que conseguiría ser chef y tener una formación más completa en Reino Unido, lo que le podría abrir las puertas para trabajar en restaurantes estrellas como “Roseta y/o Michelín”. Abdelkader asegura que empezó desde abajo, ya que no sabía inglés, y poco a poco consiguió ascender hasta trabajar actualmente como el chef que siempre quiso ser. Este melillense duda: “No volvería a Melilla, más que nada porque tengo mi propia familia formada en Leeds, mi hijo y mi prometida”. Aún así, reconoce que lo que más echa de menos es su familia y su hija, fruto de una relación previa. También echa en falta “la singularidad de la ciudad que la hace encantadora y el ambiente familiar que se respira y que te hace sentir arropado”. Por otro lado, lo que más le gusta de Inglaterra son sus costumbres y tradiciones, la gente y la rapidez con la que le aceptaron.
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