Hacía meses que Melilla no veía una lluvia igual. De noche, el agua encharcaba las calles y al temporal de acompañaban los truenos.
Mientras la población estaba resguardada de la meteorología, las más de 300 personas que fuero ubicadas en unas carpas instaladas en el V Pino aguardaban a que se tomase una decisión política sobre su próximo destino.
Mientras, en los vídeos que los propios afectados grabaron, se podía ver cómo dentro de las carpas el suelo estaba inundado y se veían chanclas flotando por el lugar y como el agua cubría los pies.
Desde que a finales de marzo fueron trasladados a dichas instalaciones, las protestas por las condiciones en las que se encontraban fueron continuas.
Algunos de ellos declararon que estaban “como animales en el lugar” e incluso, un anciano con diabetes explicaba en un vídeo que no podía tomar el desayuno que le proporcionaban (galletas y un café) por su enfermedad.
Otras quejas vienen de las colas que hay en los baños, la falta de intimidad, la falta también de alimentos e incluso algunos han tenido que recibir asistencia sanitaria.
El objetivo de agrupar a estas personas allí es que bajo las medidas del estado de alarma, sean confinadas en teoría por su seguridad. Sin embargo, según las imágenes a las que ha podido acceder El Faro, las distancias son imposibles de respetar, ninguno del grupo lleva mascarilla y las condiciones higiénicas del lugar son lamentables.
Y teniendo en cuenta esto, fue ayer mismo cuando el ministro de Sanidad, Salvador Illa, declaró en una rueda de prensa, que las tres medias prioritarias contra el COVID-19 son la distancia personal, el lavado de manos y la higiene en los espacios públicos y privados, circunstancias que los propios hospedados denuncian que no tienen.
Además de ello, uno de los hombres que pasó varias noches allí hasta que encontró un hogar donde le acogieron, asegura a este periódico que hay ladrones entre allí dentro, lo que enturbia la tranquilidad del lugar.
Desde la Ciudad se volvió a trasladar al Gobierno central la importancia de que Marruecos abra la frontera para que los nacionales que han quedado atrapados puedan volver a sus hogares.
Mientras Marruecos no se decida a abrir la frontera a sus ciudadanos, la seguridad y protección de estas personas quedan en manos de las autoridades de Melilla.
Ya ha pasado un mes desde que el país vecino cerró su fronteras con Melilla. Ese mismo día, llegó un barco procedente de la costa andaluza con varios centenares de personas, que según explicaron las autoridades de Melilla, allí se les advirtió de que Marruecos iba a cerrar la frontera.
Cuando llegaron y vieron que no había forma de cruzar al otro lado, algunos decidieron volver a la península. Sin embargo, fuero otros muchos los que se quedaron en la ciudad con la esperanza de poder cruzar algún día.
Ese día no llegaba y desde la Ciudad Autónoma se buscaban soluciones. Finalmente, se habilitó el pabellón Lázaro Fernández para que fuesen instalados.
Sin embargo, tras varios días en los que protestaron haciendo ruido con ayuda de la puerta del polideportivo, se decidió que serían enviados al V Pino. Ahora, la solución ha sido la plaza de toros.
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