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Dos años de frontera cerrada: menos emprendimiento y consumo en Melilla

Como lo dicta cualquier análisis serio de un panorama tan complejo como el que vive hoy Melilla, en el que las opiniones se muestran diametralmente opuestas con respecto a la reapertura de la frontera con Marruecos, hay que mirar los saldos negativos que han traído estos dos años de cierre para la ciudad autónoma. Que también los ha habido, claro.

Aunque para muchos esta etapa ha demostrado que la ciudad puede subsistir sin Marruecos y apuestan por incentivar nuevas alternativas económicas, sería absurdo negar las afectaciones que han enfrentado los bolsillos de la población de Melilla en los últimos tiempos. Porque no se puede olvidar que Melilla no es un territorio cualquiera, sino la segunda autonomía con mayores niveles de pobreza de toda España.

Por ende, si de un día para otro, en marzo de 2020, se vieron clausurados los cuatro puestos fronterizos terrestres con Marruecos (Beni Enzar, Farhana, Barrio Chino y Mariguari), desparecieron igual de repentinamente todas las intensas relaciones económicas y sociales que pasaban por ellos.

Tampoco se puede obviar el poblamiento desarrollado al otro lado de la valla en torno a cada paso fronterizo, o lo que es lo mismo, las comunidades rurales marroquíes en los alrededores de Melilla, que acogen a una población que a diario entraba y salía de la ciudad por diferentes motivos: trabajo, comercio reglado o atípico, ocio o familia.

Según reconoce incluso el Plan Estratégico de la Ciudad, ese ir y venir conformó un "continuo urbano" que "intenta aprovechar las oportunidades que surgen de las diferencias socioeconómicas existentes entre ambos lados de la frontera".

Entonces, en un escenario ya resentido por un desarrollo turístico poco alentador, la falta de inversión en el sector industrial o la carestía del transporte aéreo y marítimo, el comercio atípico era el gran sostenedor de las empresas comerciales locales, ya que representaba "entre el 80 y el 90%" de su actividad.

La población residente en la provincia de Nador que trabajaba en Melilla se incrementó en 1.385 personas entre 2008 y 2019, es decir, en un 40,0%, hasta situarse cerca de los 5.000. Esto, según las fuentes oficiales, porque, para los agentes económicos y sociales, el aumento real habría sido mucho más elevado.

Menos emprendimiento

De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE), Melilla tenía al cerrar 2021 5.024 empresas activas: 3.535 personas físicas, 1.083 sociedades de responsabilidad limitada, 203 asociaciones y otros tipos, 102 comunidades de bienes, 54 sociedades anónimas y 25 cooperativas, y 22 organismos autónomos y otros.

Sin embargo, antes de la pandemia, existían 5.304 empresas funcionando, o lo que es lo mismo, casi 300 más (280). En 2019 había en la ciudad 3.839 personas físicas (304 más que al acabar el 2021), 1.056 sociedades de responsabilidad limitada, 180 asociaciones y otros tipos, 123 comunidades de bienes, 59 sociedades anónimas y 26 cooperativas, y 21 organismos autónomos y otros.

Por sectores, las empresas melillenses se dedican fundamentalmente al comercio, el transporte y la hostelería, aunque en términos de empleo destacan también la Administración Pública y Defensa y los servicios educativos y sanitarios.

Con todo y que en el 2021 en la ciudad se crearon 84 empresas, para un alza del 25,62%, quedó junto a Ceuta a la cola del emprendimiento entre las autonomías de España. Lógicamente, Melilla estuvo entonces también entre los territorios que menos disoluciones de empresas lamentaron, con nueve.

Mientras, de enero a noviembre de 2021, la ampliación de capital de empresas de Melilla y de Ceuta alcanzó un volumen de 9.978.619 euros, una disminución de un 17,64% con respecto a igual periodo del 2020.

Por supuesto, aquí los más golpeados han sido los negocios cercanos a la frontera, pero no han quedado fuera muchos de los del centro de la ciudad.

Asimismo, el producto interior bruto (PIB) de Melilla cayó un 9,1% en 2020 en comparación con el año previo (1.622 millones de euros), hasta los 1.509 millones. De este modo, se ubicó en el último puesto del ranking de PIB por autonomía.

En tanto, el PIB per cápita de la ciudad en 2020 fue de 17.900 euros, 1.324 euros menos (-6,9%) que en el año antes de la pandemia, cuando alcanzó los 19.224 euros. Tanto en su PIB como en su PIB per cápita, Melilla mantenía una tendencia ascendente desde el 2012.

Según ha confirmado a El Faro en más de una ocasión el presidente de la Confederación de Empresarios y de la Asociación de Comerciantes de Melilla, Enrique Alcoba, explicó a El Faro, en 2020 las empresas locales dejaron de percibir entre un 30 y un 70% de sus ingresos.

No obstante, si bien todas las empresas han enfrentado una disminución de sus ingresos, cuya media podría estar en el orden de un 50%, algunas, como las mayoristas de la frontera, han tenido ceo entradas y, por ende, sus pérdidas han sido del 100%.

En ese sentido, el propio Alcoba ha recordado que alrededor de un 70% de las mercancías que siempre ha entrado a Melilla iba a parar a Marruecos y el otro 30%, era de consumo interno.

Menos consumo

Limitada para el desarrollo de suelos agrícolas ante la escasez de zonas no urbanizadas u ocupadas para otros fines, Melilla depende completamente de su entorno inmediato marroquí y de la Península para el abastecimiento de alimentos.

Por eso, al cortarse el paso a Marruecos, amén de la crisis económica generada por la pandemia y agudizada por la guerra emprendida por Rusia en Ucrania, la población del territorio autonómico ha visto encarecidos hasta un 40% o más los bienes de primera necesidad, entre los que sobresale, claro está, la comida. Pero, no solo cuestan más el pescado, la carne, el aceite, las verduras o el pan, sino también la electricidad o los combustibles.

Así, no solo han quedado atrás los tiempos en que podía comprarse un "montón" de alimentos en Beni Enzar por 10 euros (que ahora hay que adquirir en Melilla por 100 o más), sino que la variedad de productos que surtía los mercadillos ambulantes, como la ropa de segunda mano, y con los que se sustentaban muchas familias de bajos ingresos, ha brillado por su ausencia.

Empeorada por el cierre de la frontera con Marruecos, la inflación de precios se ha disparado en Melilla. En concreto, el aumento de la tasa del Índice de Precios de Consumo en 2021 fue del 6,9%, en comparación con 2020. La subida no para: al finalizar marzo último se ha elevado hasta el 9,2%.

Por otro lado, tampoco mucha evolución ha habido en cuanto a las matriculaciones de vehículos, por ejemplo. En todo el 2021 en Melilla hubo 993 nuevas matriculaciones, lo que representa un aumento del 3,2% si se compara con el 2020, y pero solo 15 más que las transferidas en 2019 (978). Sin embargo, la mayoría de las ventas, antes y ahora, correspondía a coches usados bastante envejecidos.

El déficit de la demanda también ha incidido en el alquiler. En 2019 Melilla era la autonomía con mayor renta media por hogar, con 37.552 euros, una cifra que disminuyó hasta ubicarse en los 37.138 euros en 2020.

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