Domingo de Ramos

No me van a quitar la ilusión en este día del gozo verdadero, cuya esencia aprendí de aquel hombre rotundamente bueno que fue mi padre.

No me van a quitar la ilusión ni el virus, ni la plaga, ni el confinamiento, ni la tentación de estar harto, ni la sensacion de soledad.

No me van a quitar la ilusión en este día ni la sorpresa por los desafueros, ni la cansina relación de obviedades, ni la sensación que se puede tener de que te toman por tonto; ni la pena que se te enrosca en el corazón ante tanta desolación y tanta muerte.

No me van a quitar la ilusión en este día blanco, azul, rubio, amarillo, de mañana apresurada y tarde larga, ni las calles vacías, ni la ciudad sin latido, ni la mueca que queremos hacer para alegrar la amargura que se dibuja en el rictus de los labios.

No me van a quitar la ilusión en este día que siempre será infantil, alborotado, de cintas moradas a la vuelta del besamanos del Señor, ni el retornello hiriente de las noticias de las radios siempre con las mismas músicas y con los mismos anuncios, ni las falsas verdades impostadas impartidas desde los púlpitos de la falsedad.

No me van a quitar la ilusión en este día que siempre espero, ni el vacío que siento ante la falta del galleo de las trompetas, ni la ausencia del redoble de los tambores, ni la orfandad que siento al no ver alejarse la trasera de un pasopalio y el no escuchar la marcha procesional que siempre lo acompaña.

No me van a quitar la ilusión el no poder adivinar a la ‘Borriquita’ entre las palmeras del Parque, hoy imagen de la añoranza y de la nostalgia...

No me van a quitar la ilusión en este día en el que siempre estreno alma, esperanza, alegría, juventud, niñez, caricias de mi padre, sabores de torrijas, olores de incienso, correteos por las “ramplas”, de tardes violetas con la silueta del Pueblo dibujada en los pespuntes de mi alma, ni el desasistimiento de muchos, ni la ausencia de pellizcos en el alma, ni el descarnado aspecto de tantas esquinas desconchadas...

Hoy es Domingo de Ramos... Especial Domingo de Ramos, ciego de emociones, con el sobresalto permanente del alma, pendientes siempre del equilibrio entre la vida y la muerte....

Hoy es Domingo de Ramos y yo quiero agarrarme a lo que tanto significa este día para mí por encima de tristezas, de angustias, de dudas, de virus, de encierros, de lágrimas y quebrantos.

Hoy es Domingo de Ramos y yo quiero poner mi palma y mi damasco en el balcón como firma galoneada de esperanza de que todo esto acabará y otra vez la vida se abrirá paso entre empujones para hacerse sitio entre las calles de la esperanza.

Esperanza y Gracia que siempre pasará por los entresijos de mi alma como velero de luz y de ilusión como siempre pasa por las calles de Melilla.

Por cierto, ahora caigo, que ayer cumplí treinta y seis años de haber nacido melillense. Media vida de agradecimiento a la tierra amada que llevo en mi corazón.

Que no le falte agua al elefante.

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