Hoy es domingo y lluvioso, dos cuestiones que influyen ya en la vida de la ciudad en que haya menos gente en la calle. Pero realmente no es un domingo cualquiera, sino que es el primero tras el anuncio del estado de alarma. La gente debe quedarse en casa y, de hecho, la Policía Local está mandado a casa quien sale a pasear por las calles.
Ya han comenzado los controles para evitar que los melillenses salgan a la calle sin un motivo justificado y den el tradicional rule con el coche.
Agentes de movilidad paran a todos los vehículos que pasan por la avenida y preguntan a los conductores a dónde van. Están informando de que no se puede salir de casa a menos que se tenga que ir al trabajo, que vaya a hacer una compra o bien cuidar de una persona enferma. Son muchos los ciudadanos que están obviando la orden de quedarse en sus casas. Los agentes les informan de que habrá sanciones si se incumple esta normativa.
Melilla registraba hasta ayer sábado seis casos positivos de coronavirus y ya por la mañana se iba tomando conciencia de la importancia de estar separados y de dejar a un lado esa costumbre de dar besos y de estrechar las manos cuando vemos a nuestros familiares y conocidos. Incluso había quien hacía ya la compra con guantes y mascarillas. Pero no todos seguían esas indicaciones y recomendaciones y en muchos espacios se dieron las aglomeraciones que las autoridades pretendían evitar. Se dictó la recomendación del cierre de cafeterías para evitar esos corrillos alrededor del té y el café y no fue posible que desaparecieran esas escenas hasta que llegó la prohibición. Ya con todo cerrado no hay opción a saltarse esta norma.
Hoy domingo no es posible leer la prensa con un café y tostadas en nuestra cafetería de siempre, pero los quioscos de la ciudad sí que tienen a disposición los periódicos para llevarlos a casa y leerlos con tranquilidad en ella porque se entiende desde el Ejecutivo central que estar informados es vital en estos momentos.
No hay gente paseando por el centro y todo está cerrado, a excepción de esas pequeñas tiendas de alimentación que siempre han estado a disposición de los melillenses, incluidas las panaderías. Si ayer en estos espacios se dejaba algo de margen entre los ciudadanos, la Ciudad ordenó con un Boletín Oficial de Melilla (BOME) que haya dos metros de distancia entre los ciudadanos a la hora de hacer la compra. Las imágenes del sábado de decenas de personas agolpadas para entrar en un supermercado y pagar en la caja, ya no serán posibles. Desde el lunes se podrá sancionar los comportamientos de los ciudadanos que no sigan las indicaciones.
Otra imagen que no es habitual un domingo es ver la persiana bajada de todos bares y restaurantes de la ciudad. Algunos indican con carteles su cierre: “Estimados clientes se hace saber que, por responsabilidad con la situación provocada en nuestra ciudad con el COVID-19, permaneceremos cerrados hasta nuevo aviso, muchas gracias”.
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