Dios bendiga a los embajadores de Melilla

Oigan, Melilla tiene un cuerpo diplomático de auténtico lujo, sus casas de representación regional. Más bien son las gentes que hacen posible que la ciudad norteafricana esté en permanente promoción, en incansable escaparate allá por las principales provincias de la península y algo más. Hay Casas perseverantes, imaginativas, muy bien relacionadas con las instituciones del otro lado del Estrecho. Son casas en continuo crecimiento, remodelación y amplitud de miras. Tienen el ‘mono’ de dar a conocer a su ciudad en diferentes ámbitos... ea, que son el cuerpo diplomático de la vieja Rusadir.
Málaga, decana, presidida por José González Jiménez y fundada en febrero de 1972, abrió el camino de una multiplicación de instituciones que presumen de melillensismo y lo hacen llegar a los cuatro confines. Desarrolla un intenso programa de actividades culturales gracias a los vasos comunicantes que tiene con foros, paraninfos, autoridades y asociaciones de la capital de la Costa del Sol. Y, además, tiene, como patrimonio de excepción, el entusiasmo de Juanito Hernández Pérez, su relaciones públicas, parte importante de la sístole y de la diástole de la Casa de Melilla en Málaga.
¿Qué decir de la Casa de Melilla en Almería que preside Lola Ruíz?. Es curioso, ella, la jefa, no nació en Melilla pero se considera melillense por muchos motivos de índole familiar y de cercanías. Es un todo terreno que tiene un motor de última generación, su relaciones públicas y vicepresidente, Paco Aguirre, que no tiene horas para organizar actividades y contarlas. Era árbitro de fútbol y, según nos cuentan, exigente, con poca gracia. Hoy es empleado de banca y es el alma de una Casa que, por ejemplo, se pega una escapada mensual por la provincia almeriense para conocer sus pueblos.
Está, también con periodicidad mensual, el 'Guiso del Mes'; hay actividades literarias, colaboración con otras instituciones... esa coqueta y amplia sede del Paseo del Zapillo no para, da para mucho y, cada noche, los presentes miran al horizonte marino para ver cómo zarpa el buque-correo que emproa Melilla. A Paco jamás se le olvida rematar sus colaboraciones evocando esos sentimientos que, aunque en la distancia de Alborán acercan el corazón de los melillenses indálicos a las murallas que ordenó construir don Pedro de Estopiñán.
Barcelona, con don Rafael Vera al frente, amigo de Jordi Hereu, alcalde-presidente de la Ciudad Condal. Sevilla, con don Antonio Domenech y su guardaespaldas, Luis Camargo, pendientes de ese local del barrio de Triana y de todas sus actividades que no son pocas, mirando al Guadalquivir, viajando por el sevillano Aljarafe, degustando el amor a Melilla en tierras de tronío, de casticidad, amistad, buen vino y las más castizas y antiguas de tradiciones y costumbres españolas. Quedan en el tintero otras Casas de Melilla que merecen semejantes comentarios. Que me perdonen, el espacio periodístico es tacaño.
Vienen a colación estas líneas para decir a quienes pronuncian palabras críticas para con las casas de representación regional por aquello de que ocasionan gastos a la Ciudad Autónoma... para decirles que están equivocados. La Ciudad tiene firmado un convenio de colaboración con la Federación de Casas de Melilla que no paga ni el 10 por ciento de lo que se gastan sus responsables en la promoción de Melilla. Ah, cuando vienen a la Convención Anual o a la Feria de Septiembre ¿saben como se financian?: Arrascándose el bolsillo propio, acoquinando, vaya. ¿Hacen todo quisqui lo mismo?