Queridos amigos, nuestro padre y marido nos ha dejado demasiado pronto; repentinamente y de forma inesperada, como inesperada es la muerte. No hay palabras que describan el dolor y el vacío que sentimos. La sangre se hiela y parece que todo carece de sentido en un primer momento.
Y de pronto, empiezas a comprender y sentir el cariño de las personas que querían a Jose, y nuestro intenso dolor se ve reconfortado por el calor humano que durante toda su vida él se dedicó a cultivar. Mediante estas sentidas líneas, la familia Cabo Montes queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a las instituciones de la ciudad, los representantes políticos, los medios de comunicación, a la comunidad educativa y científica local, nacional e internacional y sobre todo a su familia de Guelaya y al resto de las organizaciones sociales, y sus amigos por las sinceras, cálidas y sentidas palabras que nos habéis dedicado, y por compartir nuestro dolor. No sólo nos reconfortan, sino que nos hacen entender, aún más si cabe, la dimensión humana de nuestro padre y marido.
Estamos totalmente abrumados, agradecidos y henchidos de orgullo de tener el padre y el marido que tuvimos.
Hoy queremos recordarlo con esa forma suya de activismo comprometido con rigor (científico) que le permitía afrontar, el primero, los problemas sociales más acuciantes a los que nos enfrentamos. No descansaba ni un solo día del año, siempre escribía, leía o apuntaba algún dato, para la próxima conferencia, artículo, libro, nota de prensa, manifiesto o clase, daba igual donde estuviera. Trabajador incansable que supo mantener un exquisito equilibrio entre serlo y el saber vivir. Porque Jose era un vitalista que se bebía la vida a tragos, la disfrutó importándole más bien nada lo que pensaran de él, pero siempre fiel a sus ideas, con constancia y dedicación en el trabajo en cualquiera de sus facetas, con su familia y sus amigos.
Y como vivió, se fue, hasta el final con el compromiso, la familia y los amigos, y se nos fue inesperadamente, como del rayo (que decía el poeta) de vuelta de un viaje más, porque amaba viajar, pero sabía muy bien que su centro gravitatorio (¿o quizá migratorio?) estaba en el norte de África, bañado por el Mediterráneo, donde quiso acabar su viaje en este mundo, porque no os quepa duda de que, como hombre libre que era, hizo siempre lo que quiso hasta el último suspiro.
En ese momento del adiós faltamos sus hijos, pero él, y nuestra madre, nos hicieron libres para volar alto aun sabiendo que eso implicara una lejanía geográfica.
No podemos terminar esta carta, ni existe mejor manera que honrar la memoria de José Manuel Cabo Hernández, recordándole a la sociedad melillense que imprescindibles somos todos, no lo es sólo una persona. ¡Jose dedicó su vida a no serlo!
Dedicó 50 años al activismo político sin querer ser político, 40 años formando maestros, acercándolos al medio ambiente, a tener un contacto más consciente con nuestro entorno, casi 40 años en Guelaya exigiendo a las administraciones públicas de cualquier signo político el cumplimiento de la normativa ambiental, organizando actividades de valoración, respeto y conservación del medio ambiente para toda la sociedad melillense, 40 años publicando libros, artículos científicos, impartiendo o coordinando conferencias y movilizaciones. Era, en cualquiera de sus versiones, un formador de conciencias, su obra no son colegios, leyes o políticas públicas, su obra vive en cada una de las personas en las que dejó huella.
Desgraciadamente él ya no está con nosotros, pero su causa la hacemos nuestra, asumamos nuestra responsabilidad social y actuemos desde el lugar que corresponda a cada uno para seguir su ejemplo, no podemos perder más tiempo, es imprescindible. Melilla se enfrenta a desafíos enormes, y todos debemos sumar. Hace ya dos años la Asamblea de la Ciudad, por unanimidad, declaró la Emergencia Climática, pero aún necesitamos acciones concretas urgentemente, como una clara apuesta por las energías renovables y la movilidad sostenible.
A todos los maestros, continuad acercando a los alumnos al medio ambiente, conciéncienlos sobre la importancia de frenar el cambio climático, ellos son los futuros políticos, empresarios y ciudadanos, el futuro es suyo, y el problema también.
Ciudadanos de Melilla, una ciudad más verde, sostenible y amigable depende de nosotros también, dejemos el coche en casa, respetemos nuestro entorno, exijamos medidas a los políticos, tomemos conciencia, acerquémonos a la problemática migratoria desde un punto de vista humano. Entre todos, podemos hacer que el recuerdo y el legado de un melillense bueno, viva para siempre, y de ese modo, tener una ciudad mejor y una sociedad más justa. Es lo que su mujer y sus hijos haremos, cada día en adelante y hasta el final, porque su ejemplo, su amor, su dignidad y su lucha es y será la nuestra y la de sus nietos, y tu recuerdo y tu obra imprescindible vivirá en nosotros para siempre.
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