El Día de las Fuerzas Armadas es sinónimo de desfiles, de exposiciones de material, de demostraciones de capacidades militares, en definitiva, de mostrar las Fuerzas Armadas, sus hombres y mujeres, a la ciudadanía. Mañana, como el año pasado y los anteriores, habrá buenas palabras para quienes empeñamos literalmente nuestra vida al servicio de la comunidad. El discurso de las autoridades se resume en que están encantadas de conocerse. Desgraciadamente, no habrá ni una palabra sobre los graves problemas sufridos por el personal militar:
-Ni para poner en evidencia que los militares soportamos las peores retribuciones de la Administración.
-Ni que se ofrecen miles y miles de metros cuadrados de suelo de Defensa para viviendas mientras se nos niega la construcción de las necesarias residencias y alojamientos para quienes nos vemos obligados a cambiar de guarnición.
-Ni sobre la demandada nueva ley de la carrera militar, que ajuste las titulaciones de ingreso, la promoción interna, las evaluaciones, los ascensos, el pase a la reserva…. de forma global y coherente para todo el personal militar.
Habrá buenas palabras, pero esconderán nuestra realidad. Con nuestro esfuerzo en cada crisis resuelta (inundaciones, terremotos, pandemia…) la ministra de Defensa se construye en los medios un buen cartel que le sale gratis, pero no soluciona ninguno de nuestros problemas, que se van agravando: el diferencial retributivo con otros sectores de la seguridad se ha disparado, no hay rastro alguno de una tan necesaria nueva ley de movilidad geográfica, nuestra carrera profesional es cada vez más desilusionadora. La profesión militar no es nada atractiva porque no hay interés en que lo sea ni en cuidar al personal. Y de esto hay que hablar en el Día de las Fuerzas Armadas. Nos lo exige el uniforme.
Total mente de acuerdo en todo. Se abla de todo menos de las memorias de sus mujeres y hombres y sus sueldos.