Apenas era un adolescente cuando leyó un libro que le cambiaría la vida: ‘Dioses, tumbas y sabios’ (C.W.Ceram). Nacho Ares (León, 1970) se enamoró entonces de la egiptología y dice que en la actualidad lo que más le entusiasma es la divulgación de la historia (en el programa televisivo ‘Cuarto Milenio’ y en el radiofónico ‘Ser Historia’). Mañana viernes, a las 20:00 horas, hablará en el marco de las VII Jornadas Culturales del Club Marítimo de Melilla de su última novela, ‘La hija del Sol’, en la que regresa al antiguo Egipto.
–¿Qué esconde ‘La hija del Sol’?
–Es una novela histórica que recrea uno de los periodos más convulsos de la historia de Egipto, que es el reinado de Amenofis IV, que luego cambió su nombre por el de Akhenatón. Hubo una revolución religiosa y una serie de cambios desde el punto de vista histórico en muchos perfiles. Pero esos 17 años de reinado luego se convirtieron casi en tabú. En ningún análisis histórico de Egipto aparece el nombre de Amenofis IV. Se borró de las listas reales. Fue redescubierto en el siglo XIX con una especie de estigma muy atractivo para los investigadores; fue un estigma propiamente dicho para los antiguos egipcios pero un tema muy atractivo después porque se borraron su nombre y todas las referencias que había a él en aquella época. Por eso lo que nos ha llegado a nosotros han sido muchos relieves con la cara machacada, los textos borrados... Era un gran enigma de la historia de la egiptología en sus primeros años y hoy todavía lo sigue siendo por esa anulación de la figura, del recuerdo y de la memoria histórica del personaje.
–¿Se podría decir que se ha tergiversado su figura?
–Sí, porque cuando aparecieron los primeros vestigios sobre él en el siglo XIX, se dijo que el cambio religioso que él propugnaba era abandonar un poco el gran panteón politeísta de Egipto y centrarlo (aunque tampoco fue así del todo) en una única divinidad que era el dios Atón. Algunos investigadores, como Sigmund Freud, por ejemplo, que era un entusiasta de la egiptología y judío, lo tomó como el primer referente de monoteísmo en la historia. Luego también ha habido gente que ha dicho que la figura de Akhenatón pudo ser el Moisés de la Biblia. En ese sentido, sí se ha tergiversado su historia, principalmente porque aunque nosotros tengamos ahora la idea desde fuera de que él era monoteísta, en realidad, durante su reinado se seguían adorando muchas divinidades. Es cierto que todo el panteón giraba alrededor del dios Atón pero igual que antes giraba en torno a otras divinidades grandes y unas más pequeñas a su alrededor.
–¿Se cuentan las luces y las sombras de este faraón?
–La protagonista es una mujer que se llama Isis, que es una de las hermanas de Akhenatón. Es uno de los personajes más desconocidos de esta época. Solamente se sabe de ella el nombre y poco más porque aparece en un par de representaciones artísticas. He puesto en boca de ella y en su interpretación las luces y sombras de este reinado. Yo creo que lo que buscaba Akhenatón no era tanto acabar con el culto a Amón, que era el dios principal de aquella época, sino acabar con toda la corrupción que había en el clero. En los últimos años, con su padre, Amenofis III, y debido a las conquistas de Egipto y al desarrollo económico que había vivido el país, los sacerdotes se habían convertido en un instrumento de poder. En ocasiones, mandaban más que el propio faraón y el potencial económico que tenían, tanto en templos como en número de barcos y de ciudades enteras que dependían totalmente del clero de Amón, era muy grande. Akhenatón lo que hizo fue cortar por lo sano con todo aquello para intentar controlarlos pero se le fue de las manos y la historia acabó como acabó.
–¿Es apta para personas no iniciadas en el antiguo Egipto?
–Es para todo el mundo. Egipto tiene una serie de arquetipos que todo el mundo puede identificar. Es un país desértico, el culto al Sol... Con saber únicamente eso, te vas a enterar de todo. Y está contada de una manera muy llana y es fácil de entender. Además, cualquier referencia que hay un poco complicada se detalla en el propio relato o hay notas a pie de página explicando el significado. Y al final hay un epílogo en el que cuento las partes que son reales y las que son ficción, y guiños a la arqueología y cosas curiosas.
–Es un apasionado del antiguo Egipto. ¿De dónde le viene ese entusiasmo?
–Yo me inicié en la egiptología a los trece o catorce años leyendo un libro de historia de la Arqueología, que es ‘Dioses, tumbas y sabios’, de C.W.Ceram, un periodista alemán y aficionado a la arqueología de los años cuarenta, y me cautivó. Y desde entonces me ha apasionado el mundo del Antiguo Egipto. Después estudié Historia Antigua en la Universidad de Valladolid, y Egiptología en la Universidad de Manchester.
–¿Cuánto tiempo ha dedicado a escribir esta novela? ¿Toda una vida?
–Pues sí, porque en escribirla he tardado cuatro o cinco meses. Pero se escribe y se estructura tan rápido porque tengo un conocimiento muy amplio de casi treinta años dedicado a la egiptología. Entonces, me ha resultado fácil.
–También dirigió la ‘Revista de Arqueología’.
–Estuve diez años como director de esa revista. Era una publicación muy importante. Ahora dirijo en la Cadena Ser un programa que se llama ‘Ser Historia’. Lo que más me ha entusiasmado siempre ha sido el mundo de la divulgación científica, del arte, la historia. He dado clases en universidades pero prefiero el mundo de la divulgación, bajar a lo mundano, a la gente cotidiana, que es la más agradecida y es un trabajo que satisface bastante.
–¿Hay algún enigma histórico en Melilla?
–Buff, no lo sé. [Risas] Aunque sí conozco la ciudad y toda la etapa modernista, que es preciosa. Es la tercera vez que voy. El mes que viene vuelvo a unas jornadas de Egiptología que organiza la Fundación Gaselec. Melilla es como un viaje por el tiempo. El modernismo le da un toque muy del XIX.
–También es reportero de Cuarto Milenio. ¿Qué le aporta este programa?
–Llevo desde la sexta temporada. Combino la faceta de divulgación histórica con el mundo del misterio, que es algo apasionante, que tiene un montón de flecos por descubrir.
–Entonces no es solo un programa de fenómenos paranormales...
–El programa abarca un abanico muy amplio de temas. La gente tiene el prejuicio de que solo se habla de fantasmas pero la mayor parte de temas que se tratan son de historia de la ciencia, de descubrimientos en astronomía, en arqueología. Aunque también trata misterios desde el punto de vista de la parapsicología.
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