Diccionario para una pandemia Tomo II-4

HAY que seguir avanzando, queridos todos, en el trabajo de investigación, referido a estos inacabables días en los que siempre hay una expresión que nos sorprende y una ocurrencia que comentar. Tengo que agradecer a los integrantes del trío de la bencina, Sánchez, Illa (el de las mascarillas) y Simón, la cantidad de voces y ocurrencias que aportan y que sirven de vivero a este Diccionario. Vamos al toro: 16) Maestros y Maestras Esta entrada se la debo a mi amigo Carmelo Fernández Millán, al que le agradezco la idea. Vamos a ver, criaturas, con el rollo del lenguaje inclusivo, se están cometiendo multitud de estupideces y desafueros, cuyo principal damnificado es nuestro riquísimo lenguaje. Es inútil toda admonición de la Academia de la Lengua para haceros razonar. Todo es en vano, las anteojeras ideológicas pueden más que cualquier argumento. Desde aquel famoso “jóvenes y jóvenas”, trompeteado por la ilustre avanzada doña Carmen Romero, la escalada del denominado lenguaje inclusivo no ha parado. La reciente incorporación a la “Academia de los majaderos” de la señora Montero, ha hecho posible un sinfín de nuevas aportaciones lexicográficas. El memorabilísimo discurso donde se refería a los “Cuerpas y Fuerzos” de seguridad del Estado, merecería ser esculpido en el frontispicio de la Academia. Ahora que caigo, a lo mejor quien lo dijo fue la muy brillante intelectual doña Adriana Lastra. Bueno es dejarlo tal y como lo he escrito, porque así ambas se atribuyen el “mérito”. Lo mismo podemos decir lo de “niños y niñas” y “todas y todos”, condenados una y mil veces por la Academia. Ya ves, querido Carmelo, que lo de “stultorum infinitus est numerus” tiene plena vigencia. Además, lo torcido no se puede enderezar y lo que falta no puede contarse. Pues eso. 17) Lince ¡Ya es lo que nos faltaba! No contentos con la aparición de alimañas de muy diversa condición y especies, un lince fue visto paseando tranquilamente por las limpias calles de Rociana del Condado (provincia y diócesis de Huelva). Sabemos que en nuestra Nación, el lince es una especie protegida y goza de mayores privilegios que los niños en trance de nacer. Al menos no se conocen abortos de las crías de tan bonito animal. Quizás por eso, el paseo del despistado lince y su posterior captura en un portal fue televisado en directo. Por supuesto, el becario de la televisión no paraba de decir que el “lince no había sufrido daño alguno”, supongo que ni durante su paseo ni en el momento de su captura. Con lo cual, los atribulados televidentes pudimos dormir tranquilos y nos parecieron minucias lo del Rey, lo de Lesmes y las atrocidades que urden contra Madrid, Illa (el de las mascarillas) y el fementido Simón. Donde se ponga un paseo de un lince despistado, que se mueran los feos. 18) Buitre Esta ave, principalmente carroñera, ha sido vista en el techo de los coches aparcados en distintas ciudades. El hecho de que los vehículos, sus conductores, sobre todo, estén sometidos a una persecución municipal y espesa, quizás puedan explicar estas apariciones y planeamientos. La cosa no es nueva. Yo fui testigo de un grande alboroto en Triana, porque un buitre se había colado en un aparcamiento, tal parecía que la Hermandad de la Estrella acababa de salir el Domingo de Ramos. Los tales buitres hacen competencia con los denominados “ fondos buitres”, que son las ruinas de multitud de compatriotas. En Cádiz tuvimos, ha ya tiempo, un buitre que fue a posarse en lo alto del monumento a las Cortes, cabe la Plaza de España. Fue abatido por un señor que tenía un rifle. Es que en Cádiz hay siempre un señor, por raro que parezca, que tiene un rifle ¡qué le vamos a hacer! Como allí se conocen todos, el del rifle fue llamado a la aventura de abatir al terrible ave, acabó con la alimaña con aseo y prontitud. Naturalmente, el suceso fue cantado en las coplas de Carnaval con gran éxito de crítica y público, como ahora se dice. El olvidado Pemán, tiene un magnífico artículo en sus Obras Completas sobre el buitre gaditano, lo recomiendo por su calidad y para su desagravio. 19) Acostumbrarse a vivir con Gran majadería, que como todas las que se profieren, se refieren al vírico invasor. En efecto a la “república de los majaderos” Se incorporan ahora los que con gran desparpajo afirman que “hay que acostumbrarse a vivir con el coronavirus”, estas gentes parecen cuáqueros, búlgaros o calvinistas, por citar a tres grandes corrientes de herejías, sin olvidar a esperantistas y astrólogos. ¿Así que vamos a tener que acostumbrarnos a confinamientos, restricciones, muertes y cuarentenas? Me gustaría saber qué es lo que han fumado esta legión, para evitarlos y esconderme. Puestos así ¿hay que acostumbrarse a vivir con la tuberculosis? ¿Con el resfriado común? ¿Con la otitis crónica? ¿Hay que acostumbrarse a vivir con el cáncer? ¿Hay que acostumbrarse a vivir con un ataque de apendicitis? ¿Hay que acostumbrarse a vivir con el mosquito que produce ahora encefalitis? Uno ya no sabe que admirar más, si la sectaria ideología de los majaderos o su ignorancia radical. Lo que dije antes, “stultorum infinitus est numerus”, es de rabiosa (y triste) actualidad. 20) Aplanar la curva Estupidez palmaria que pasan a pasear los intelectuales orgánicos y sabios oficiales. Ya dediqué en entregas anteriores algún capítulo a la curva y a su “pico” (sic) Desde luego los que utilizan esta estupidez, tienen, como decimos por Cádiz, más moral que el Tenerife que, según dicen por allí, hace los desplazamientos a nado, para estar en forma. Porque vamos a ver ¿qué es lo que hay que aplanar, hijos míos de mi alma? A ver, “salgan de ahí los poetas”, como en el verso de Montero Galvache, para cantar tan insólito fenómeno. Simón, Illa (el de la mascarilla) y otros pensadores notables, entienden que las curvas pueden “aplanarse”, supongo que quieren decir que la curva de marras invierta su tendencia. Desde luego, me considero vencido de antemano en la discusión científica con estos Da Vincis domésticos, porque se empeñaron en hablar también de aplanar el “pico de la curva”, como si una curva tuviera “pico”. Ahora que lo pienso, bien pudiera tenerlo desde que una señora Celaa de la vida está encargada nada menos que de un ministerio que se denomina de “Educación y Formación Profesional”. A partir de ahí todo es posible, porque esta señoritinga de Neguri, barrunta poco sobre lo que es “Educación” y mucho menos, “Formación Profesional”. Vamos a dejarlo por hoy, porque aún quedan nuevos vocablos, facecias y ocurrencias, procedentes de la “Republica de los Majaderos.” Stultorum infinitus est numerus. Que no le falte agua al elefante.

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