Queridos alumnos; mil gracias por la grata acogida y amable atención que dispensasteis a las papeletas de este diccionario la semana pasada. Que Dios, que como todo el mundo sabe es el Gran Poder, os lo pague.
Volvemos ahora con nuevos vocablos puestos en circulación en estos días de llantos y crujir de dientes que padecemos.
Algunos, ya os lo aviso, son obvios. Es como el absurdo debate que de cuando en vez se suscita sobre las universidades y la Educación; sus aperturas, sus cierres y otros avatares que padecen.
¿Acaso las universidades y la educación no están ‘cerradas’ en nuestra nación desde hace lustros? Entonces, ¿a qué viene tanto alboroto? Uno ya no entiende nada.
En fin; aquí os enumero nuevos vocablos;
‘Guasap’ o WhatsApp: Red social muy célebre en estos aciagos días. Se rumorea que está siendo intervenida por el Gobierno. Yo no me lo creo. ¡Qué me voy a creer este bulo!
A través de ellas los pelmazos de la pandemia y gentes ociosas en general, mandan vídeos inverosímiles, grotescas noticias, chistes de Arévalo, acertijos estúpidos, cadenas de ‘milagros’, ocurrencias de parlamentarios europeos, facsímiles de La Gaceta de 1875 y otras memeces.
Ocupan gran espacio en los ‘datos’ del móvil y llegan a bloquearlo.
Aforos: Neologismo surgido en esta pandemia.
No tiene nada que ver con el impuesto de mercadería de nuestra ciudad, por el que se grava las mercancías que provienen de la península.
Se trata de una medida aleatoria y estúpida que el gobierno ha puesto en funcionamiento y por la que se determina el número de ciudadanos que pueden estar en una droguería, en un bar, en un restaurante, en una peluquería, etc., en estos momentos que padecemos.
Como se determina el susodicho aforo es un misterio, envuelto en un acertijo y encerrado en el mayor de los secretos.
Distancia social: Pudiera parecer que se tratara de una vuelta a padecer las diferencias de las clases sociales, incidiendo en las notables que pudieran existir entre un marqués y un droguero.
Nada de eso; se trata de una curiosa medida impuesta por la administración que gestiona la crisis, por la que se decide la distancia ínter personal (así debería llamarse) que debemos guardar para vernos libres de la ya famosa Covid19.
El personal, por lo que llevo visto, hace oídos de mercader a esta prevención y eso de guardar los 1,50 metros de distancia es una utopía a cuyo lado la de Erasmo de Rotterdam es un cuento de los hermanos Grimm.
Chinos: Curiosos especímenes fabricantes de virus, mascarillas y pandemias. Además de ser comunistas, se diga lo que se diga.
Son propietarios de una extensa red de establecimientos extendida por toda la nación, que se caracteriza por estar abierta todo el santo día, por vender de todo y por la prodigiosa memoria y retentiva de los propietarios, capaces de localizar, en sus amplios locales, desde un árbol de Navidad a un alicate sin moverse de la caja.
Antes se decía que si uno quería engañar a otro lo ‘engañaba como a un chino’. Tengo la sensación de que ahora es justamente lo contrario.
Perros: Simpáticos animales de compañía que alcanzaron gran fama y predicamento en los primeros tramos de la reclusión.
Su fama se debe a que gozan, en general en estos días, de mayores derechos que los niños, que ya sabemos (Celaa dixit) no pertenecen a los padres.
Mientras que los niños permanecían en las casas, estos animalitos podían ser sacados a darse un garbeo siempre que fueran acompañados por sus dueños.
Hago gracia de relatar los abusos, trampas y trapisondas que se dieron en los primeros días de la plaga, a cuenta del susodicho paseo, porque son conocidas de todos y el espacio del que dispongo es más bien escaso.
He de decir, como ejemplo, que algunos sacaban a unas especies de ‘perritos pilotos’ como los que rifaban por la feria la acreditada tómbola ‘El Cubo’.
Aplausos a las 20:00 horas: Moda que alcanzó gran predicamento durante el primer mes de reclusión.
El juego consistía en que a esa hora del crepúsculo vespertino el personal salía a aplaudir en los balcones de sus casas, en señal de agradecimiento, ora a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, ya a los sanitarios en sus distintas graduaciones, Bomberos y a todos los que estaban o están en primera línea combatiendo al vírico invasor.
A veces los esforzados aplaudidores eran objeto de devolución de visitas con coches provistos de sirenas, y los agasajados a bordo, que a su vez aplaudían al personal situados en los balcones.
Aunque sigue la costumbre, me parece que la afición está ya flojeando en seguir con el juego.
A excepción de los peritos agrícolas y otros esforzados profesionales, me parece que, salvo error u omisión, todo bicho viviente ha sido objeto de aplausos y felicitaciones.
Aquí cabe decir: En España, unos viven del escenario, y otros tantos malviven haciendo ‘el palco’.
¡Buena comedia; media España se aplaude con la otra media!
Comité de Expertos: En realidad, su nombre técnico es ‘Comité de expertos para el Plan de Transición hacia la nueva Normalidad’(lo siento pero yo no he intervenido a la hora de elaborar la denominación).
Trátese, según dicen, de un ‘grupo de trabajo multidisciplinar’ (sic) creado hace unos días a propuesta del popular astronauta don Pedro Duque que, al parecer, forma parte del Gobierno y detenta la cartera de Ciencia, extremos que desconocía.
El personal que lo compone, y cuyo mecanismo de selección se desconoce, es experto en numerosas ramas de saber tales como epidemiología, salud pública, deuda (sic), nuevas tecnologías, filosofía, desigualdad, inteligencia artificial, economía y relaciones internacionales.
También forman parte del ya mentado comité, un astrofísico y un diplomático.
Dado la multitud de ramas del saber le auguro a la referida reunión de ‘sabios’ un escaso éxito. Ojalá me equivoque.
No me extrañaría que pronto incorporaran a un esperantista y a un astrólogo para completar el pintoresco cuadro de este secreto entramado de sabihondos .
Nueva Normalidad o Volver a la...: Suena a figura retórica del pensamiento.
Para mí es un término inquietante, sobre todo si va precedido de la palabra ‘transición’, porque suena a cambio de régimen y a pérdida de libertades.
En realidad, nadie sabe muy bien lo que significa, salvo el dúo de ‘la Africana’, aunque todos nos imaginamos lo que persigue el invento.
De momento esa vuelta a la ‘nueva normalidad’ no ha sido explicada por nadie ni, por supuesto, llevada al Parlamento para su debate y votación.
Como el parlamento es una tumba, y cada vez suscita menos entusiasmo entre el personal, me temo que cualquier día aparecen en la ‘Nueva Normalidad’ el general Prim, el señor Romero Robledo, don Alejandro Lerroux o cualquiera de aquellas buenas gentes.
Para colmo, me entero que un sedicente diputado por Teruel habla ya de “nuevo orden”. Ojú, con acento.
Por hoy no profundizaremos más en los vocablos utilizados en estos terribles días . La semana que viene, Deo volente, seguiré.Vale.
Que no le falte agua al elefante.
Postdata. Principalmente, esta postdata va dirigida a las desgraciadas víctimas de la LOGSE:
El general Prim no es abuelo de ningún torero, el señor Romero Robledo nunca fue presidente del Madrid, don Alejandro Lerroux no fue ningún nadador.
Hay abundantes datos sobre ellos en El rincón del vago y en Wilkipedia. Allí os remito. De nada.
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