Delegada, remánguese

LLEVAMOS tiempo advirtiendo de las intenciones de Marruecos de cortar el comercio atípico en la frontera de Melilla. Salvo que al director de Aduanas marroquí Nabyl Lakhdar le den la orden de legalizar el contrabando, el ir y venir de fardos en Barrio Chino tiene los días contados. El alto cargo ha asegurado en una entrevista concedida a la agencia EFE que si aún hay comercio en esta ciudad es porque Rabat “no quiere crear problemas o una fuerte incomprensión en la población”. Todo un detalle viniendo de quien viene.

Es obvio que la situación de Melilla no es la misma que en Ceuta. Allí gobierna el PP y Marruecos ha cortado por lo sano el contrabando porque Juan Jesús Vivas podrá llorar y patalear e incluso quejarse en catalán y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no se dará por enterado. Pero aquí gobierna el PSOE en coalición y en cuanto finiquiten el comercio atípico a Sabrina Moh y a Gloria Rojas la ciudad se les convertirá en un lugar inhóspito. No habrá un solo sitio por el que aparezcan donde no les recriminen el hambre y la miseria que se le viene encima a miles y miles de familias de esta tierra. Pero, ojo, aquí el golpe en el estómago afectará sin complacencia, también, a Nador.

El caso es que esto sólo acaba de empezar. Marruecos primero cerró la aduana de Beni Enzar, ahora amenaza con cortar el contrabando, luego impedirá la entrada del pescado y a continuación tocará el turno a la fruta. Nos quieren matar de inanición. Estrangularnos en connivencia con el Gobierno social-comunista de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias para reconvertirnos en una ciudad industrial o turística. Si no fuera porque eso es lo que quiere para nosotros un país que no nos reconoce como españoles hasta creería que estos deseos están llenos, además, de buenas intenciones.

¿Se van a quedar nuestros empresarios de la frontera de brazos cruzados? ¿Cómo vamos a reinventar la ciudad? ¿Cuánto tiempo tenemos de margen para reinventarnos? Esas incógnitas se despejarán en breve. Miedo me da. Rabat nos pone a prueba y esto nos llega en el peor de los momentos. Estamos desamparados. Solos ante el peligro. No sé cómo lo hacen los ‘progres’ pero siempre, siempre, estén donde estén, consiguen hacer buenos a sus predecesores.

Cuando Marruecos cerró la Aduana de Beni Enzar, aquí la delegada del Gobierno bajó perfil. Enmudeció como si un ratón le hubiera comido la lengua. Después las explicaciones llegaron con la boca pequeña. Luego se hizo el silencio. Ese que caracteriza a los gobiernos que más golpes de pecho se dan con la transparencia. Ellos defienden la gobernabilidad transparente hasta que les toca gobernar. Entonces corren un tupido velo. No tienen el complejo de los “fachas”, que se ven obligados a rendir cuentas a toda hora por temor a que esos mismos ‘progres’ y su maquinaria de propaganda los señalen con el dedo. Es la trampa que nos tienden quienes se creen con la suficiente entereza moral como para no darse por enterados del cierre de la Aduana de Melilla y a la vez plantarse en un mitin a decir que trabajan y quieren trabajar por esta tierra.

Es obvio que no saben lo que es trabajar ni lo que es amar a esta tierra. Trabajar no es pasearse de punta en blanco de un sitio para otro. Trabajar, en política, es resolver los problemas de la gente. No queremos saber a cuántas reuniones asiste la delegada del Gobierno sino qué ha resuelto con ellas. Hagamos cuentas, señora: ¿estamos hoy mejor que cuando estaba El Barkani?

Se suponía que con el cambio de Gobierno en la Ciudad, el aire fresco llegaría a la Administración local. Ni está ni se le espera. Cayó una dinastía y otra ha ocupado su lugar. ¿De verdad hacía falta un gerente en la televisión pública de Melilla teniendo un presidente y un director general? No nos engañemos. Los partidos son una agencia de colocación aunque hay que reconocer que unos colocan más que otros. Pedro Sánchez ha aumentado un 40% el número de cargos públicos en su Gobierno de coalición. Decenas y decenas de socialistas y podemitas viven hoy a cuerpo de rey a costa de todos los españoles. Los que les votaron y los que no. ¿Cómo nos va a extrañar entonces que coloquen a Yeray Díaz en la tele autonómica? Pero démosle un voto de confianza. Vamos a revisar las audiencias. Si se disparan, habrá sido un dinero bien invertido. Si no, nos habrán robado la cartera a todos. Otra vez.

Vamos a ver qué pasa con el comercio atípico. Vamos a ver qué explicación nos da la Delegación del Gobierno sobre sus gestiones para frenar el paro en esta ciudad. Aquí, de ahora en adelante, el que quiera ponerse de perfil, se lo va a tener que currar mucho. Está en juego el futuro de Melilla y el sustento de cientos de familias que no tienen a dónde ir porque nacieron en esta tierra y esperan que los políticos trabajen por ellos. Así que hagan el favor de remangarse y arreglar este entuerto o tengan la decencia de dimitir.

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