Hace ya un tiempo, la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, dijo que la frontera de Melilla estaba cerrada por motivos sanitarios. Lo mismo dijeron hace poco las autoridades marroquíes.
Pues bien, con la gripalización de la pandemia del coronavirus en España, la disolución de la unidad de rastreadores del Ejército y la suspensión de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica en Melilla; la eliminación de los partes diarios de contagios de covid y la decisión de eliminar las cuarentenas y las mascarillas en interiores a partir del 19 de este mes de abril, damos por hecho que ya no hay pandemia, al menos para nuestro Gobierno.
No importa que en China, con una población infinitamente más disciplinada que la nuestra, Shanghái esté confinado. Aquí enterramos la pandemia y en ese entierro dimos también sepultura al discurso de la delegada del Gobierno de Melilla porque en estos momentos su argumento no se sostiene: la frontera no sigue cerrada por motivos sanitarios.
Si Marruecos lo tiene todo listo para reabrir el tráfico fronterizo y la pandemia ya no es un problema en la ciudad, ¿por qué se nos pegó el arroz en Melilla?
Estoy segura de que somos muchos los que sabemos que la frontera no puede abrir en estos momentos porque se metería en nuestra ciudad todo Marruecos a pedir asilo y no habría forma legal de impedirlo.
Los medios de comunicación venimos contando desde hace tiempo lo que está sucediendo en Melilla con el asilo, pero en Madrid no se han dado por aludidos. Durante los dos años de pandemia, de aquí se fue a la península con una tarjeta roja de solicitante de protección internacional todo el que quiso irse y al problema se le dieron largas porque o no había visos de reabrir la frontera a corto plazo o el Ministerio de Asuntos Exteriores trabajó tan en la sombra y con tanta discreción que el ministro José Luis Escrivá, de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones no se enteró de que esto aquí era un cachondeo.
No se trata de que la frontera esté hecha unos zorros, que probablemente lo está, como lo ha estado siempre. Tampoco se trata de que no hayan llegado agentes de refuerzos porque podrían estar aquí en 24 horas.
Aquí el problema es la sentencia de libre circulación de solicitantes de asilo que, como bien ha explicado el juez decano de Melilla, Fernando Portillo, nos convierte en un trampolín hacia Europa. Si pides asilo aquí, en un abrir y cerrar de ojos estás en la península.
Así que hasta que el Gobierno no modifique la Ley de Asilo, no hay frontera abierta. Esa modificación en principio se iba a hacer este mes de abril para que las solicitudes de petición de protección internacional se puedan estudiar, tramitar y rechazar en 10 días. No se trata de una quimera. Es algo que se puede hacer como se hace en los aeropuertos, pero necesita dinero, personal e infraestructuras.
Marruecos ha jugado bien sus cartas. Cerró porque le salió de las narices y dejó a las autoridades españolas en ridículo y ahora abre cuando le sale de las narices y desmonta el mito del cierre por la pandemia. Conocen nuestros puntos débiles y nuestra pereza para resolver problemas comunes, que se nos convierten en una bola de nieve que amenaza con aplastarnos.
En estos momentos, si una cosa tenemos clara los melillenses es que la frontera sigue cerrada y se nos acabó el cuento del enemigo externo. No se han hecho las cosas como debían hacerse y ahora hay que explicar a las familias que no han podido enterrar a sus muertos en Marruecos y que no pueden salir a dar un abrazo a los que les quedan vivos por qué no está la ley de asilo o por qué la frontera todavía no es inteligente.
Lo decía ayer el ex presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, hay mucha incertidumbre y a día de hoy no se sabe a ciencia cierta cuándo podremos restaurar el tráfico fronterizo.
El ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, dijo durante su última visita a Melilla que la frontera sería inteligente a final de año y que en el plazo de tres meses estarían terminadas las obras de protección integral de la valla.
Sánchez habló de reabrir "muy pronto" la frontera, pero a día de hoy nadie puede tranquilizar a la gente y darle una fecha exacta. Por redes sociales, de hecho, circulan convocatorias a manifestarse. Marruecos se ha propuesto que esto sea un polvorín y vamos de camino a la hoguera.
De momento, a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, no se le ha visto el pelo. No sabemos qué explicación tiene para tranquilizar los ánimos caldeados de la gente de Melilla que quiere salir a ver a su familia a Marruecos. Tampoco ha contestado a las preguntas de los empresarios del sector de la construcción o la panadería que quieren saber si podrán recuperar a sus trabajadores transfronterizos.
Tenemos muchas preguntas, pero ningún político serio que las responda. Marruecos mueve los hilos a su antojo. No nos dejan tener la fiesta en paz. Lo que debía ser una buena noticia para todas las partes ha convertido a Melilla en un polvorín.
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