Del resbalón de Vox al conflicto del borrego





Se me agolpan los temas. Ayer, por encargo de este periódico, me sustraje de la política y buceé en la maravillosa historia de nuestro Aeropuerto, que acaba de cumplir su primer medio siglo. Pero el verano está muy intenso informativamente y son muchas las cuestiones que merecen comentarse.
Por razones de actualidad me voy a centrar inicialmente en el sobreseimiento que el titular del Juzgado de Instrucción nº5 ha decretado para la denuncia de VOX contra Eduardo de Castro. Ya escribí en mi ‘Diana’ publicada el pasado 21 de junio que me resultaba sorprendente y que más que aportar lo que hacia era enredar y judicializar innecesariamente la vida política. Entre otras razones, y tal cual subraya el juez, porque Vox no aportaba datos contrastados sino que se basaba en rumores y generalidades, es decir, que no tenía ningún as en la manga, lo que a la postre no sólo ha derivado en que su denuncia haya quedado en nada sino que hasta le ha valido una especie de rapapolvo judicial. Al final, le ha hecho un favor al nuevo Gobierno, cargando de argumentos al tripartito frente al ruido estéril de la oposición.
El mismo ruido que promete también quedar en nada por mucho empeño que ponga el PP en su recurso fuera de plazo contra el famoso ‘no pero sí’ de Eduardo de Castro. Imagínense –lo que es difícil- que terminara prosperando ante el Constitucional, donde los populares piensan elevarlo en última instancia. ¿Qué recorrido tendría? ¿O es que el PP cree que si la proclamación de De Castro se declarara nula, no volvería a reproducirse la misma votación a su favor de celebrarse un nuevo Pleno de investidura? Bien sabe que sí, que ni siquiera las tensiones actuales con CpM en el seno del Gobierno auguran mayor erosión en un tripartito dispuesto a toda costa a hacerse firme en el poder. La prueba más reciente, el nombramiento de Yonaida Sel-Lam como Viceconsejera de Vivienda tras frustrarse el intento de otorgarle un sueldo como Presidenta de EMVISMESA. Justamente, el mismo día en que por causa del tema del borrego las disensiones entre CpM y el resto de los socios se hacen especialmente patentes. De hecho, no dejó de ser curiosa la comparecencia a doble banda del nuevo Gobierno el pasado martes: Como si de un Ejecutivo bicéfalo se tratara o de un ejercicio político de pura esquizofrenia, Aberchán advertía, por un lado, que desde el Consejo de Gobierno habrá que tomar medidas contra los ganaderos que vendan corderos peninsulares a particulares para el Aid el Kebir. Mientras, en sentido contrario y por su parte, el viceconsejero socialista de Salud Pública daba cuenta de las gestiones realizadas con los mismos ganaderos para asegurar la provisión de corderos españoles entre quienes opten por el animal peninsular para la Pascua Grande musulmana.
Y es que entre tanto Aberchán sostiene que es ilegal que los cebaderos vendan los animales a particulares, su socio en el Gobierno, el socialista Mohamed Mohand, no sólo alienta dicha fórmula, sino que la favorece desde la Viceconsejería que dirige como la única alternativa para la celebración en Melilla del Aid mientras persista la prohibición sobre los borregos marroquíes. O sea, lo mismo que hacía su antecesora en el cargo, la exconsejera Paz Velázquez.
Pero ítem más, las discrepancias rayan lo esperpéntico cuando ambos se refieren al contencioso administrativo que el Gobierno local está dispuesto a presentar para aclarar qué legislación debe prevalecer en Melilla, si la ley del 2003 que admitía un resquicio para la entrada de los animales con motivo de la fiesta, o la directiva europea que extremó las medidas preventivas y que motivó las restricciones impuestas por el Ministerio de Agricultura.
El tema del borrego es pantanoso, CpM lo enreda jurídicamente, pero aunque el socialista Mohamed Mohand se atreviera en rueda de prensa a ningunear a Aberchán recordándole que no forma parte del Gobierno, al menos con cargo u oficialmente, lo que está claro es que el líder de CpM se muestra como el gran factótum que es dentro del tripartito, avanzando posibles sanciones contra los ganadores desde un Consejo de Gobierno en el que, formalmente, no es nadie, pero en el que cuenta con una mayoría de consejeros que le representan y hablan en su nombre.
Lo importante, sin embargo, no es sólo la confrontación ni en el enredo político, por muy expresivos que sean de los conflictos internos en el actual Ejecutivo de la Ciudad. Más allá de todo eso, hay que preguntarse qué pretende CpM. Porque si los borregos marroquíes no pueden entrar, ¿a dónde quiere llegar Aberchán pretendiendo impedir con amenaza de sanciones que los ganaderos vendan corderos peninsulares?
CpM sigue jugando con fuego a costa de una fiesta que debería exigir más sensatez y respeto. Nadie puede negarle su derecho a defender sus tesis jurídicas o a acudir a los tribunales, como ya hizo sin éxito primero contra Abdelmalik El Barkani, después contra Paz Velázquez y como ha animado a que haga ahora el Ejecutivo De Castro, esta vez contra el Ministerio de Agricultura afín al mismo Partido Socialista, socio igualmente del tripartito denunciante.
Y es que, aunque el viceconsejero Mohamed Mohand y hasta el propio De Castro quieran maquillar la acción judicial diciendo que será una simple consulta, no parece que los tribunales estén para actuar como asesores sino para dirimir conflictos. Por tanto, si no hay confrontación en las decisiones, no hay razón para acudir al contencioso. Solo admitiendo que existe discrepancia tiene razón de ser esa intervención ante un tribunal, con la finalidad de que anule la orden Ministerial que tanto cuestiona Coalición por Melilla.
Y así, entre enredos y enredos seguiremos en el penoso asunto de la politización del Aid el Kebir, porque la realidad no es tan noble como Aberchán quiere hacernos creer sino que tiene más que ver con la necesidad de CpM de justificar ahora lo que antes no toleraba.
Ni el controvertido recurso contencioso- administrativo sobre el que los propios socios no se ponen de acuerdo, ni el supuesto talante de interés y preocupación que se auto arrogan para justificarse, ni el consuelo de que el Ministerio les ha dicho que la prohibición remitirá cuando se disipe la fiebre aftosa en Marruecos –lo que por demás no es ninguna novedad-, sirven ni convencen para explicar por qué CpM consiente hoy lo que hasta el año pasado no admitía bajo ningún concepto.
Lo único claro e innegable es que ahora los cepemistas están en el Gobierno y que se han procurado todos los cargos y sueldos que podían repartirse.
Esto es lo que es y así hay que contarlo. La advertencia de que abandonarían el tripartito si este año no pasaban los corderos no era más que un farol, una pantomima o “una frase hecha” como dijo Gloria Rojas.

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El Faro

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