Un año más la Feria de Melilla recibió a la suelta de vaquillas en la plaza La Mezquita del Toreo en el que decenas de jóvenes saltaron al ruedo para torear a los animales.
Aunque la ocupación del aforo no llegó a la mitad, se respiró un ambiente lleno de ánimos. Un par de chicas asistieron por primera vez a este evento: “Hemos venido por un amigo, aunque a nosotras no nos gusta mucho ver sufrir a un animal”.
Las gradas estuvieron ocupadas por varios grupos de amigos, familias y personas que disfrutan en solitario la capea. Es el caso de Miguel que lleva catorce años yendo a estas fiestas: “Yo veo el ambiente igual. Lo que me gustó mucho fue la corrida de toros de ayer [anteayer]”.
Juanjo es el encargado de la plaza por las tardes y se mostró satisfecho por el resultado de esta suelta de vaquillas: “Esta capea está siendo fenómena porque estoy viendo más ambiente, puede ser por muchas razones pero se nota mucho más”.
El evento tuvo una duración de tres horas aproximadamente. Algunos jóvenes se encontraban en las gradas hasta que se animaron a salir para enfrentarse a las vaquillas. Un joven apasionado por las capeas afirmó que este año es el primero en el que sale al ruedo de La Mezquita del Toreo: “Soy de Madrid pero llevo aquí unos meses y estoy disfrutando del ambiente de esta capea”.
Algunos jóvenes admitieron que da un poco de respeto ponerse delante de una vaquilla pero “resulta divertido y se hace para pasar el rato”. Otros decidieron ver el espectáculo detrás de las tablas en lugar de torear a los animales. “Estoy aquí viendo a mis amigos a ver cómo lo hacen”, dijo Adrián, uno de los asistentes ayer a la suelta de vaquillas.
Sin embargo, otros más mayores ya tuvieron su momento en otros tiempos de recortar a los astados y es ahora el turno de pasarse al papel de espectador. Ángel Balbuena es un admirador de estos tipos de espectáculos: “Vengo siempre y sin fallar ningún año, pero no me gustan las corridas de toros. Vengo a esta fiesta porque se trata de un juego, no se le hace daño a la vaquilla”. Ángel es de Cuenca y fue en sus tierras donde toreó: “Allí participaba en las fiestas pero llevo en Melilla desde los ochenta porque vine a hacer la mili y me quedé”. Ángel reconoció que no había demasiada gente en las gradas: “Me extraña porque esto es gratis”.
Las vaquillas embistieron a varios jóvenes pero no se produjeron incidentes graves. La escasez de público no impidió la diversión de los presentes.
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