Era un auténtico estercolero, patatal sin papas, descampado inerme que, años ha, albergó a una cosa parecida a Ensismesa –la Endesa de hoy–, la compañía responsable de apagar a toda una ciudad a su antojo –como hoy, vaya– y, sin embargo, San Lorenzo, explanada absolutamente abandonada, tenía calor popular.
¿Quién no ha pegado un voltio para agarrar flores y hojas de manzanilla para la infusión del abuelo?, ¿quién no se ha liado un petardo de hierba –natural, por supuesto–, en sus años mozos?. Hoy, tras años de olvido y abandono, la plaza o explanada de aquel santo cristiano que encontró la muerte en una parrilla de madera muerta es otra cosa, es modernismo, ocio, expansión y espacio abierto a todos los que, en pleno ejercicio de la libertad, quieran invertir en sencillo divertimento.
Han venido nuevos vecinos a esa contraportada del Paseo Marítimo de don Rafael Ginel Cañamaque y de la calle de don Ayú Lalchandani. Sí, ha venido el Cuerpo Nacional de Policía con su Jefatura Superior, después de años de estancia en el Mantelete, esquina a las murallas de San José. Ha venido también el Centro Social de Mayores, menudo núcleo de eclosión social diario, y llegó hace nada el Centro de Salud de la zona –eso– Centro.
Don Ramón Antón hizo construir una especie de nao capitana de cemento y ladrillo –uf, cómo nos lea don Manuel Soria– para albergar los controles medioambientales de la ciudad, complementarios de la Policía Local de Melilla. Y sus compañeros de Corporación instalaron bancos, zonas de sombra y fuentes multiusos, baños callejeros incluidos. Ha quedado bonita la explanada.
Constantino González, ingeniero industrial con empleo fijo y privilegiado en Uralita (Madrid), hijo de general en la reserva, casado con una melillense y padre de tres hijos madrileños, familia de melillenses de toda la vida, se queda encantado cuando contempla la nueva San Lorenzo. Sí, hay que tratar a la explanada con el más amable de los géneros, el femenino. El ingeniero chanela bastante de estas cuestiones que crean vida y alternativas.
“Ha quedado hermosa, una instalación abierta en un sitio tan céntrico es un auténtico regalo a la calidad de vida de los ciudadanos. Lástima que en otros enclaves no puedan crearse este tipo de espacios para pequeños, mayores y familias. Este es el sueño de cualquier arquitecto o ingeniero”. Lo ha dicho él, Constantino González. Servidor se limita a firmar.
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