Quince picaduras de medusas, cortes superficiales, púas de erizos incrustadas e incluso dos niños extraviados y a la búsqueda de sus padres en la Hípica. Es sólo un fragmento del parte de incidencias aún más extenso que arrojaron las playas melillenses durante el pasado fin de semana. De recopilarlo y, sobre todo, de encontrar solución a cada uno de los contratiempos se encargan los 17 integrantes del dispositivo desplegado por la empresa Carmelo Martínez y que coordina Protección Civil. Socorristas, patrones de motos acuáticas y embarcaciones y supervisores reforzados, también, por los dos enfermeros de los puestos de socorro.
A las clásicas incidencias estivales se han sumado con mayor intensidad en los últimos días las que por estas fechas son las visitantes menos deseadas del litoral: las medusas. Daniel Salinas, supervisor junto con Inmaculada Morales del equipo, confirmaba ayer desde su puesto a pie de playa que sólo el pasado domingo se registraron casi el 20% de los aproximadamente 75 casos de picaduras registrados desde que abrieron las puertas, a mediados de mayo. No obstante, en la estadística pesa que la temporada alta de baño no arrancó hasta el 15 de junio. “De momento no se trata de la carabela portuguesa [la especie más peligrosa] ni de las medusas marrones del año pasado, que daban descargas”, matiza.
Para combatirlas, un socorrista y el patrón de la embarcación con la que cuenta el equipo inspeccionan a primera hora de la mañana el litoral para detectar su presencia. En caso de pequeñas concentraciones se iza la bandera amarilla, que se convierte en roja si en cambio la densidad es elevada. ¿Y respetan los bañistas las indicaciones? “En general sí, aunque hay quien se arriesga”, asegura el segundo supervisor del dispositivo.
En los partes diarios que dan testimonio de la actividad diaria del equipo de salvamento y socorro se acumulan también intervenciones por contusiones y heridas leves, y otras actuaciones fruto de la imprudencia. Es el caso de los visitantes que sobrepasan los límites marcados en la zona de baño y se adentran más allá de lo delimitado. “Es un peligro, porque pueden sufrir el golpe de una embarcación u otro percance”, advierten. Y al contrario, también se ven obligados a rechazar a los conductores de motos acuáticas que ignoran la zona protegida de baño e invaden áreas cercanas a la orilla. “Los que tienen que estar dentro salen y los que deberían estar fuera quieren entrar”, ironiza Salinas. En el resto de los casos en los que no disponen de competencias para actuar, desde agresiones a hurtos, alertan a los efectivos del 112.
También hay horas del día en las que la actividad se relaja. Es entonces cuando, de lunes a jueves y durante un par de horas, entrenan y organizan simulacros en los que practican cómo saltar desde la embarcación o la posición más idónea para sacar a una víctima del agua. “De momento no hemos tenido que realizar rescates ni salidos por ahogamientos”, celebran.
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