Algunos alimentos que encontramos en los supermercados pueden engañar fácilmente por su apariencia, nombre o empaquetado. Estos productos suelen contener ingredientes o sustitutos que no siempre quedan claros para el consumidor.
Sobre esta cuestión hemos hablado con la experta en nutrición, la dietista Marta López Ortuño, que ha explorado algunos de los ejemplos más comunes, así como sus implicaciones para la salud y qué debemos observar al elegir estos productos.
El término “yogur” está regulado y debe ser un producto fermentado, que contiene fermentos lácticos específicos, como el Lactobacillus bulgaricus y el Streptococcus thermophilus. Sin embargo, cuando encontramos “producto lácteo de coco” en lugar de “yogur de coco”, esto significa que no se han seguido las regulaciones para un yogur real. A menudo, estos productos no tienen la misma cantidad de fermentos lácticos, y pueden incluir aditivos como espesantes o azúcares añadidos para lograr una textura y sabor similar al yogur, aclara López Ortuño.
¿Qué implicaciones puede conllevar esto para la salud? La experta señala que los productos lácteos de coco no ofrecen los mismos beneficios probióticos que un yogur auténtico, lo cual puede afectar a la salud intestinal. Además, advierte que los azúcares añadidos y aditivos pueden incrementar las calorías y reducir el perfil saludable del producto.
Por esta razón, la experta aconseja optar por un “yogur de coco” auténtico, si existe, o elegir un yogur natural con probióticos de confianza, aunque no contenga coco. "Lee bien la etiqueta para verificar la presencia de fermentos lácticos específicos y evitar los azúcares añadidos", advierte.
En el caso del queso rallado, algunos productos están etiquetados como “rallado de queso” o “derivado lácteo rallado” en lugar de “queso rallado”. Estos derivados suelen contener menos de un 50% de queso real y están mezclados con ingredientes como almidones, grasas vegetales y estabilizantes.
Implicación para la calidad: estos productos son generalmente de menor calidad porque están diluidos con ingredientes que abaratan el costo, disminuyendo el aporte de calcio y proteínas que ofrecen los quesos auténticos.
Recomendación: busca en la lista de ingredientes que el producto esté compuesto en su mayoría por queso y evita aquellos que mencionen “almidones” o “grasas vegetales”. Preferir un queso rallado con solo ingredientes básicos como leche, cuajo y sal es una elección más saludable.
Un zumo de fruta es el líquido extraído directamente de la fruta, mientras que el “concentrado de fruta” implica que el zumo ha sido sometido a un proceso para eliminar gran parte de su agua. Luego, al reconstituirse, se le añade agua y, a veces, azúcares adicionales o aditivos.
Implicación para la salud: los zumos de frutas de concentrado pueden tener menos vitaminas debido al procesamiento, y si incluyen azúcares añadidos, pueden elevar el contenido calórico sin aportar más nutrientes. Los zumos 100% exprimidos suelen ser una mejor opción para obtener nutrientes directamente de la fruta.
Recomendación: elige zumos etiquetados como “100% zumo de fruta exprimido” en lugar de concentrados. Comprueba en la etiqueta que no incluyan azúcares añadidos o conservantes.
En los embutidos y productos cárnicos procesados, es común encontrar que solo contienen alrededor de un 50-70% de carne, mientras que el resto son añadidos como agua, harinas, féculas y conservantes como el nitrito de sodio.
Implicación para la salud: estos aditivos pueden reducir el contenido de proteínas y, en el caso de conservantes como el nitrito, existe preocupación por su relación con un mayor riesgo de cáncer. Por tanto, consumir embutidos con un bajo porcentaje de carne puede ser menos nutritivo y menos saludable.
Recomendación: para un embutido o carne procesada más saludable, busca un contenido mínimo de carne de al menos un 85-90%. Evita aquellos productos que incluyan conservantes como nitritos (E250 o E251), almidones o grasas adicionales.
El surimi es una pasta hecha principalmente de proteína de pescado, como el abadejo, y no contiene cangrejo a pesar de que se le suele asociar con este crustáceo en las etiquetas. Para conseguir su sabor y textura, el surimi incluye varios aditivos como potenciadores de sabor, colorantes y, en algunos casos, azúcares.
Implicación para la salud: aunque el surimi aporta proteínas, tiene una menor calidad nutricional que el pescado fresco o el marisco real. Los aditivos y el alto contenido en sodio pueden ser perjudiciales para la salud si se consumen en exceso.
Recomendación: a pesar de que el surimi puede ser un recurso práctico, es preferible elegir pescado fresco o mariscos reales para evitar los aditivos y aprovechar un mejor perfil nutricional. Si decides comprar surimi, señala la dietista, verifica que tenga un bajo contenido en sodio y no contenga demasiados aditivos.
"En el supermercado, leer las etiquetas es esencial para evitar los productos que puedan ser engañosos o de menor calidad. Elegir alimentos con menos ingredientes y que sigan procesos naturales suele ser la mejor opción para la salud", remarca Marta López Ortuño.
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