Quien piense que este 15N no pasó nada en Cuba, se equivoca. El pueblo de Cuba no secundó la marcha cívica convocada para este lunes a las 3:00 pm por el grupo Archipiélago, liderado por el dramaturgo cubano Yunior García Aguilera, pero los telediarios de medio mundo han estado pendientes de lo que ocurre en la Isla y eso es bueno para socavar el apoyo internacional a la dictadura castrista.
Durante años los comunistas han hecho y deshecho a sus anchas en Cuba, a veces, con la complicidad de la prensa extranjera acreditada en la Isla (salvo excepciones), que durante años ha acatado los límites que los comunistas imponen a la libertad de expresión. Han informado también durante años básicamente de lo que publica el diario Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, ese periódico infame que llevó Eduardo Galeano a admitir que si Napoleón hubiera tenido el Granma nadie se habría enterado del desastre de Waterloo.
Pero la visibilización de la causa cubana en los informativos de medio mundo y la colaboración impagable de diarios de impacto global ha obligado a los reporteros acreditados en Cuba a hacer su trabajo y eso les ha convertido en víctimas de la dictadura. Muestra de ello es la retirada de las acreditaciones al equipo de cámaras y periodistas de la Agencia EFE en La Habana. Sólo tras la intervención de España, aceptaron readmitir sólo a dos de ellos. Y encima, seguro que el Gobierno español les ha dado las gracias.
He leído comentarios derrotistas de quienes creen que en Cuba tenemos lo que nos merecemos porque la marcha cívica convocada por Archipiélago se quedó en mucho ruido y pocas nueces. Como si fuera la primera convocatoria no secundada por la gente en Cuba. No es la primera vez que esto ocurre, pero es verdad que en esta ocasión las expectativas eran muy altas y no se han cumplido.
La no marcha del lunes no es una derrota. Todo lo contrario. Es un retrato de la Cuba que apoya a la dictadura: en general, chusma con bajo nivel cultural y asalariada del régimen. Lejos de denigrarlos, tenemos que convencer a esa gente de que con el cambio les irá mejor. Tienen que darse cuenta de que nosotros somos la solución a su incultura y a su hambre. Pero eso no se consigue mostrando el rechazo público al color de la piel de esa parte del pueblo cubano que ataca con mítines de repudio a los valientes que piden el cambio.
Imagínense a un régimen que tienen que movilizar a toda su maquinaria política y militar para frenar a un dramaturgo cubano, como Yunior García, criticado muchas veces por su tibieza y por ser partidario del diálogo. Turbas exaltadas contra un artista vestido de blanco, con una rosa blanca en las manos. Es de película.
Yo no estoy decepcionada con la no marcha del 15N. Hacen falta más iniciativas que obliguen al régimen a retratarse ante la opinión pública internacional. Hace falta que los comunistas sigan gastándose el poco dinero que tienen en poner a funcionar su maquinaria represora que en estos momentos quema combustible como nunca antes.
Hay una crisis económica mundial y la dictadura no vive en otro planeta. Los precios han subido de manera exagerada en todas partes. Tarde o temprano no tendrán de dónde sacar el dinero para combustible, para porras o para comida. Y cuando ese momento llegue, que llegará, ahí sí saldrá la gente a la calle.
El pueblo cubano no sólo tiene miedo: está aterrorizado gracias, en parte al extraordinario trabajo que ha hecho al prensa independiente durante los días posteriores al 11 de julio. Hemos mostrado al mundo la barbarie de la dictadura cubana. Pero también le hemos mostrado a la gente en Cuba hasta donde son capaces de llegar los comunistas. Nuestra gente sabe, gracias a Internet y a la prensa independiente, que la dictadura no tiene contemplaciones con personas con cáncer ni con madres con niños pequeños.
Para los comunistas, todos los que no pensamos como ellos somos prescindibles: sobramos. Los que nos fuimos de Cuba se lo pusimos muy fácil a la dictadura. Los que se han quedado ahí, hombres y mujeres, le están echando un pulso durísimo y el régimen no sabe cómo afrontarlo. Por eso la vuelta al quinquenio gris. Por eso el miserable espectáculo de los mítines de repudio con sus hordas chancleteras gritando "Pin-Pon fuera, abajo la gusanera". De alguna manera, suplican que ese gusano se vaya. No saben ni pueden convivir con gente que quiere lo que tiene el mundo civilizado: libertad.
Es por tanto comprensible que el pueblo de Cuba tenga miedo. Son personas que como tú y como yo, aman la vida, como todos los que estamos fuera. Y la vida es una sola. Yo no quiero mártires. Quiero que este movimiento cívico cubano sea horizontal y formado por personas que quieran vivir y que luchen por vivir.
Si sale un valiente a la calle, como Luis Robles, el joven que protestó a finales del año pasado, solo en el bulevar de San Rafael en La Habana, lo encierran y nadie ha podido hacer nada hasta ahora por sacarlo de donde está. Pero si salen todos, está demostrado que no pueden meter a 11 millones de cubanos en la cárcel.
Creo que el 15N sirvió para demostrar que en Cuba no se respeta el derecho a marchar por otra cosa que no sea comunismo, hambre y miseria. Todavía hay gente que apoya a la dictadura y la seguirá apoyando. Hay que vivir con eso. Y además, hay que respetarlo.
Ahora, una vez demostrado a la opinión pública internacional que en Cuba no se respetan derechos fundamentales, si queremos sacar a nuestra gente a las calles habrá que hacerlo de forma espontánea. Porque si volvemos a avisar, si empezamos a preparar otra marcha con fuegos artificiales, les daremos una segunda foto de Yunior García o de cualquier otro cubano que tome el relevo, detrás de una ventana Miami, con una rosa blanca entre las manos.
Me estremeció la foto. Me molestó que los comunistas usaran mi bandera para ocultar sus desmanes. Todavía se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en ella. Es triste. Es como la crónica de una muerte anunciada. Pero esa foto se queda como símbolo de la represión.
A los comunistas hay que ponerlos en jaque todos los días. Que no descansen. Ellos no pueden con todos los que queremos el cambio. Sacrificios sí. Valientes también. Pero sobre todo necesitamos pequeños gestos. Que cada uno aporte lo que esté dispuesto a aportar. No voy a juzgar a quien ama la vida porque hay que estar hundido en una riada para saber lo mucho que cuesta nadar en contra de la corriente.
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