La Consejería de Salud Pública ha anunciado el cierre de los bares, restaurantes y pubs de Melilla durante los próximos 15 días. La medida, que también lleva aparejada la suspensión de espectáculos, se ha hecho necesaria debido al descontrol descomunal de la pandemia en la ciudad. Aquí los rastreadores no son capaces de determinar dónde se ha contagiado la gente.
No somos la única autonomía que ha decidido mover ficha después del confinamiento de Madrid y otras nueve localidades de la Comunidad Madrileña. El Gobierno de Asturias es el que mejor ha controlado esta segunda ola y ha decidido regresar a la fase 2 porque considera que es la única manera de mantener la tasa de positividad en el 5% fijado por la Organización Mundial de la Salud como límite para determinar si la epidemia está bajo control. Eso sí, en Asturias han reforzado el sistema de rastreo y se han dado cuenta de que no hay contagios en cines y teatros por lo que no se suspenden las actuaciones programadas es un sector que se ha convertido en la principal víctima del coronavirus.
Si imitáramos a Asturias y nos guiáramos por la tasa de positividad (número de positivos por PCR realizadas) que aquí supera el 20%, deberíamos regresar sin chistar al estado de alarma.
En Melilla no nos tomamos en serio la pandemia y por eso fuimos casi una excepción y autorizamos la celebración del Aid El Kebir, cuando en el resto de España todos los pueblos cancelaron sus fiestas patronales no sólo porque con todos los muertos que hemos tenido en este país no hay nada que celebrar sino, sobre todo, para evitar los contagios que se producen en el momento en que la gente se quita la mascarilla y rompe la distancia de seguridad.
Es de juzgado de guardia que un político diga que la residencia está bien aunque hay trabajadores contagiados. Es una vergüenza que hable a la ligera y no dé la cifra de PCR que se han hecho para asegurarnos de que nuestros mayores están a salvo.
Decir que el CETI está bien cuando tiene 148 positivos es una tomadura de pelo monumental. Decir que aún no se sabe cuántos casos activos hay en el Centro de Menores es ya para dimitir.
Y hay más. A los hosteleros se les dice que cierren y se le prometen ayudas que saldrán de los 12 millones de euros que tiene Promesa para repartir en subvenciones, pero no se especifica qué cantidad tocará por empresario y lo más importante cuándo empezarán a repartirse esas ayudas.
En esta ciudad los políticos se permiten unas ligerezas que no son admisibles en ninguna otra parte de España. No podemos permitirles que nos sigan tratando como si fuéramos una sociedad inmadura, que traga con todo lo que ya no se puede tragar.
Nos duele que cierren los bares por todo el empleo que fulmina la medida, pero podemos entenderlo si nos dijeran cuántos contagios han sido detectados en bares y restaurantes; cuántos de esos contagios son de transmisión autóctona. No pueden decirlo porque el propio consejero admite que no lo saben; que es imposible determinar dónde se han contagiado las personas. Estamos cerrando un sector a ojo de buen cubero.
Nada se ha dicho en Melilla de recomendar el auconfinamiento de los habitantes de esta ciudad o de limitar las clases en la universidad a la modalidad online. Lo ha hecho Asturias (por cierto, gobernada por el PSOE), que está infinitamente mejor que nosotros, pero aquí vamos con dos o tres revoluciones de retraso y ahora imitamos lo que ya está probado que no ha dado resultado en otros lugares.
Ninguna comunidad ha conseguido controlar la pandemia cerrando los bares y limitando el aforo en los entierros, bodas y bautizos. De hecho, en Asturias, lo único que han recortado a la hostelería es el uso de las barras, pero lo demás sigue funcionando. Eso sí, los empresarios del sector cumplen a rajatabla con las medidas higiénico sanitarias porque saben que un solo contagio en su local, les hunde el negocio.
Hay que tomar nota de eso y hay que rendir cuentas. Necesitamos saber a cuánto asciende la compensación que Promesa dará a la hostelería y necesitamos saber cuándo llegará ese dinero a los bares y restaurantes. De nada servirá a los que se vean abocados al cierre si esa ayuda llegue el año que viene y ya sabemos lo mal que funciona el reparto de subvenciones a pequeños y medianos comercios de la ciudad.
La gestión que está haciendo Melilla de la pandemia, siempre a rebufo; actuando por impulsos, improvisando todas las semanas y sin conseguir objetivos nos demuestra que no todo el mundo puede llegar al Gobierno. Hay gente que no está preparada para representar a los suyos. Y hay partidos que están demostrando que todo lo que tocan lo convierten en mierda. A ver si afinamos más en las próximas elecciones.
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