El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, viene a Melilla y Ceuta este miércoles a recibir las únicas muestras de afecto que previsiblemente le van a caer en el corto plazo en España.
Las ciudades autónomas son las únicas que han aplaudido su cambio de criterio respecto al plan de autonomía del Sáhara. En Madrid, la oposición y los socios de Gobierno se han puesto de acuerdo para pedirle explicaciones en el Congreso. No les basta con que comparezca el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, con quien el presidente de la Ciudad, Eduardo de Castro, tenía previsto hablar este miércoles. Quieren que Sánchez dé detalles sobre el acuerdo con Marruecos.
Y a Melilla viene el presidente en visita institucional, para que no quepan dudas de que va a estar aquí le guste o no al Gobierno marroquí. Es todo un detalle, teniendo en cuenta que no permitió que los Reyes, Felipe VI y Letizia, pisaran las ciudades autónomas en el verano de 2020, cuando hicieron un recorrido por toda España y nos dejaron fuera de la gira. En su lugar, Sánchez trajo Ghali. ¡Sorpresa!, a lo Marilyn Monroe, en el cumple de JFK.
Hace mes y medio más o menos nos comentaron que venía Pedro Sánchez a Melilla. Preguntamos en el PSOE local y en Moncloa y lo negaron. En esos días se produjo la invasión rusa a Ucrania y como dice un melillense que estaba al tanto de los planes del presidente de venir a Melilla, "Putin nos ha retrasado la visita".
Hay que ver lo que son los tiempos. El acuerdo con Marruecos se estaba cocinando desde hace meses, mucho antes de que las bombas cayeran sobre Kiev y en el Gobierno han apurado para anunciarlo hasta el último momento. Lo suyo, en estos casos, es un comunicado conjunto, pero aquí da la impresión de que Marruecos se cansó de esperar y el rey Mohamed VI soltó la liebre. Puede haber sido de otra manera, pero en comunicación, lo normal es que cuando las dos partes están de acuerdo, no se duplique el trabajo.
Sánchez llegará a nuestra ciudad en un momento extraordinariamente difícil para Melilla. Para empezar, hay un corte de agua programado de 18:00 horas a 5:00 horas, durante dos días seguidos, debido a la necesidad de parar la desaladora para hacer obras.
Desde el sábado apenas hay pescado en Melilla y la gente de la península dirá: como en ninguna parte porque las flotas de pescadores han parado al ser inviable salir a faenar con los precios del combustible por las nubes. Pero hay que vivir en una ciudad de 12 kilómetros cuadrados, rodeada de alambre y mar, para entender lo que significa vivir sin pescado y pagar la botella de aceite de girasol a 3,79 euros.
Las consejeras de Hacienda, Dunia Almansouri, y la vicepresidenta Gloria Rojas, han alertado este lunes a Madrid de que la subida del precio de la luz hace inasumibles los costes de la producción de agua en Melilla. Y eso es motivo de preocupación. Esto no es Sierra Nevada. Aquí el Río de Oro es un charquito y el cauce de Arroyo Farhana está seco. No tenemos más que la desaladora para abastecernos. Si para, estamos perdidos.
En ese contexto, el presidente del Gobierno viene a Melilla y esperamos que no olvide traer consigo la carpeta de las buenas noticias. Para empezar sería un detallazo que nos contara algo de la letra pequeña del acuerdo con Marruecos en temas tan sensibles como la integridad territorial y nuestra soberanía. Pero la noticia que todo el mundo espera en esta ciudad es cuándo y cómo abrirá la frontera.
Mucho me temo que si el presidente quiere darse una vuelta por los pasos fronterizos, la Delegación del Gobierno tiene que darse prisa en limpiar Beni Enzar porque todavía hay conflictos con la empresa adjudictaria del servicio de limpieza. La Agencia Tributaria pasa olímpicamente y al Ejecutivo, en Madrid, no les constan las quejas de los sindicatos.
Aquí en Melilla, los padres de Emin y Pisly quieren ver a Pedro Sánchez, que cuando estaba en la oposición les prometió que estaría pendiente del tema del asesinato de sus hijos. Después que llegó a Moncloa, si te he visto, no me acuerdo.
El presidente Sánchez llega a una ciudad devastada por la desesperanza y en nivel 1 de alerta por rabia. Confiamos en que los gatos que merodean por la Delegación del Gobierno no hayan contraído la enfermedad porque si no, Francisca García Maeso, la consejera de Salud Pública, se hará famosa si Sánchez tiene que someterse a tratamiento antirrábico tras su paso por Melilla.
Ojalá el presidente tenga, además, la deferencia de venir primero a nuestra ciudad y luego pasar por Ceuta por invertir el orden de los factores que, en nuestro caso, sí altera el producto. Ser los últimos en todo no nos ayuda a confiar en que este apoyo a Marruecos es bueno para Melilla y para el futuro de esta tierra.
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