El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, calificó de “brutal asesinato” la muerte de Emin y Pisly, que se produjo un domingo 27 de octubre de hace ya cuatro años. Una semana después, el 4 de noviembre, el presidente afirmaba en declaraciones a la prensa: “La familia de estos dos jóvenes pide que se haga justicia. Yo también quiero eso”. El delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, recibió a los padres de los jóvenes días después del suceso y también les ofreció su colaboración. Sin embargo, cuatro años después siguen sin saber qué ocurrió aquella tarde. Lamentan la falta de acción, pero también la ausencia de sensibilidad. En una ciudad tan pequeña como Melilla, aunque las puertas de los despachos no se abran ya para estos dos padres, es imposible no cruzarse de vez en cuando. “Cuando el presidente o el delegado se cruzan con nosotros por la calle no son capaces de mirarnos a la cara”. Así lo afirman en declaraciones a El Faro Abdeselam Ahmed y Driss Mohamed, defraudados y cansados.
La historia de estas dos familias no ha cambiado en los últimos meses. Su reloj se paró aquel 27 de octubre por la noche cuando recibieron la trágica noticia de la muerte de los dos muchachos, que entonces tenían 20 y 24 años. Habían salido a pescar, como muchos otros días, pero nunca regresaron a casa. Driss, el padre de Emin, fue el primero en ver los cadáveres. Sólo le dejaron ver la cara, no el cuerpo. Algo después llegó Abdeselam. No había ninguna duda, eran sus hijos.
Hacer justicia
Desde ese momento lo único que han tenido en su mente estos dos hombres ha sido una cosa: hacer justicia. No quieren un conflicto entre España y Marruecos. Llevan toda la vida viviendo, al igual que gran parte de los melillenses y nadorenses, entre un país y el otro. Tienen amigos a los dos lados de la frontera. Lo único que piden es que los agentes que dispararon contra sus hijos se sienten en el banquillo y sean juzgados. Y recuerdan, eso sí, que son españoles. Porque al padre de Emin no hay quien le quite de la cabeza que si los apellidos de sus hijos hubieran sido otros, la situación sería muy distinta.
Tienen grabadas en la memoria las fechas de todos los encuentros que han tenido con responsables del Gobierno local y central. Todas las promesas y palabras que no han llegado a ningún sitio. Los ex ministros de Exteriores e Interior, José Manuel García Margallo y Jorge Fernández Díaz accedieron, tras muchas peticiones, a reunirse con ellos. Aseguran que el resultado de esos encuentros, al igual que el de sus visitas a Madrid o el paso por los despachos de Imbroda y El Barkani ha sido el mismo: ninguno. “No digo que el Gobierno de la ciudad tenga la última palabra. Pero si tenemos que tocar ocho puertas y no nos abren la primera, es difícil”, afirma el padre de Emin. Los dos hombres señalan: “Siempre hemos actuado de forma pacífica. Si estamos haciendo algo mal que nos lo diga y lo cambiaremos”.
No entienden qué ocurrió
No entienden qué ha ocurrido. Los dos hombres recuerdan que hay dos autopsias, una en Marruecos y otra en España, en las que se indica que los muchachos fueron golpeados, además de dispararles. También apuntan que tienen el informe emitido por la Gendarmería marroquí en el que aparecen los nombres de los agentes que efectuaron los disparos y se señala que no se encontró nada ilegal en la lancha, que además contaba con toda la documentación en regla. Además, la Audiencia Nacional ha decidido no cerrar el caso porque considera que al ocurrir en una embarcación con bandera española, el suceso se produjo en territorio nacional. Y a pesar de todo, cuatro años después, lamentan que no haya respuestas.
“Yo pongo la mano en el fuego por que España ni siquiera ha preguntado a Marruecos qué ocurrió”. Así lo afirma Driss Mohamed. “Quieren que se olvide el tema. Lo que no sabemos es por qué”, apunta Abdeselam Ahmed.
En sus cabezas no dejan de darle vueltas a todos los detalles sobre el suceso. “Puede que Pisly llegara vivo al hospital, parece que él murió desangrado”, afirma Driss. “La ropa esta mojada, pero los pasaportes intactos”, señala también el padre de Emin. “No nos devolvieron todas las pertenencias. ¿Habrían grabado algo con los móviles?”, se pregunta Abdeselam. Son sólo algunas de las cuestiones que los acompañan cada día, junto a los recuerdos de cuando sus dos hijos aún estaban con vida.
Poco antes de fallecer, Emin llamó a su hermano que estaba jugando un partido de fútbol. No pudo responderle al teléfono. Cuando le devolvió la llamada, el móvil ya estaba apagado. También le mandó un mensaje a un amigo que había salido de viaje: “Nos vemos mañana”. Pisly le envió una foto a su padre navegando ese mismo día. Sus cuerpos cruzaron la frontera varios días después, ya sin vida. Cuatro años más tarde, los recuerdos siguen intactos para estas dos familias, que insisten en que sólo quieren justicia. “No se le puede quitar la vida a unos muchachos así. Tenían toda la vida por delante”, lamentan.
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