Las torrijas son uno de los dulces de Semana Santa que más fama tienen. Es uno de los platos por excelencia durante esta festividad y una delicia para las bocas de muchos ciudadanos.
Se pueden hacer con leche, almíbar o vino. Se pueden tomar de distintas maneras, calientes o frías. También pueden hacerse con distintos panes, desde el del día anterior al pan de brioche o a una masa especialmente preparada para ellas. Las posibilidades son prácticamente infinitas con este plato que admite muchas variaciones y cada melillense tiene su favorita.
En Melilla, dada la proximidad de estas fechas , las pastelerías de la ciudad y algunos establecimientos de alimentación realizan este suculento postre y a muchos ciudadanos les encanta. Así lo demuestra una trabajadora de una confitería del centro, que afirma que no lleva ni un mes vendiéndolas y “vuelan”. “Se venden muchísimo. Me quedan dos torrijas y tenía tres cubetas llenas”.
Pero, a pesar de que es un plato irresistible para los paladares, también están aquellos a los que este dulce tan típico de la Cuaresma no les hace mucha gracia. Salah, por ejemplo, admite a El Faro que no le gustan nada porque estas rebanadas de pan endulzadas son “muy empalagosas” para él y prefiere otras recetas típicas de esta época.
O como Juanma, quien admite que este año tiene los dulces “prohibidos” porque se quiere cuidar “un poquito más” y el verano se encuentra a la vuelta de la esquina.
Todo lo contrario a Rosa. Esta melillense asegura que siente predilección por las torrijas de leche y sobre todo si están “emborrachaditas”. Ella las hace en casa, al igual que otros platos típicos de esta época, como el arroz con leche o las tortillitas de bacalao. Sin embargo, su marido, Antonio, comenta, para sorpresa de Rosa, que sus torrijas favoritas son las que hace la confitería Donato.
La Royal es otra de las pastelerías que ha resonado entre los melillenses. “Las de siempre, con azúcar y canela. Las de miel son más empalagosas”, señala Conchi. “Yo creo que cualquier pastelería de Melilla las hace buena”.
A Maricarmen también le gustan más las de azúcar que las de miel. Pero a Luis, otro melillense, aunque admite que le encantan todas, las de miel guardan un sitio especial en su corazón, pues le trae recuerdos de cuando era pequeño y su madre se las hacía de esa manera. Y es que como dice el refrán, “el libro de los gustos está en blanco” y, en este caso, el de las torrijas ofrece una variedad infinita.
Para algunos la torrija, además de Semana Santa, representa a la familia. Son sabores dulces que traen recuerdos de la niñez, como el caso de Ángeles. Esta melillense asegura que a día de hoy, después de tantos años, su torrija favorita sigue siendo las que hacía su abuelo. “Las hacía con vino y estaban buenísimas”, afirma.
Para Noelia las favoritas son las que hace su madre. Aunque esta ciudadana lleva muchos años residiendo en Melilla, ella es natural de Murcia. Cuando quiere hacerlas, ella sigue la receta familiar y a sus hijos les encanta.
“Las mojo en leche, luego las rebozas en huevo y las fríes. El almíbar lo hago con cáscara de naranja, de limón y canela en rama”. Haciéndolas de esta sencilla manera, asegura que están “que te mueres”.
En cuanto al pan, a ella le gusta “gordito” para que empape bien la leche y se queden jugosas. También nos da otro detalle curioso: y es que en su pueblo natal también se comen en Navidad, además de en Cuaresma y Semana Santa.
Comer las torrijas en las fiestas navideñas es una tradición extendida en otros rincones de España, como en Cantabria, por ejemplo, donde se salen del calendario habitual para convertirse en un postre típico navideño.
Un poco de historia
Según una guía de gastronomía, "la primera referencia conocida a un postre parecido al de la torrija está en la obra del romano Marco Gavio Apicio en el siglo IV-V". Se trata de un libro, basado en recopilaciones de recetas dulces y caseras y, aunque le falta el huevo y el azúcar en este libro, podría considerarse como la piedra rosetta de lo que conocemos ahora como torrija.
Antes de nombrarse torrija como tal, se han usado distintos nombres para referirse a este postre. Al ser el pan el ingrediente principal se llamaron desde torradas, a rebanadas, pasando por sopas doradas, entre otros nombres. La primera vez que aparece en el diccionario el término torrija, tal y como lo conocemos hoy en día, fue en el año 1591.
Hay muchas historias alrededor de las torrijas. Una de ellas es que este postre apareció en primera instancia como alimento de pobres, ya que se realiza con productos de bajo coste; pan, huevos y leche.
En la postguerra se popularizó la torrija como alimento ya que, en Cuaresma no se podía comer carne y había que buscar una fuente de energía durante esos días.
Ser tan calórico es lo que hace que las torrijas sean tan apropiadas para los días de abstinencia. El arte de la cocina estaba en los conventos y, para la Cuaresma, las monjas aprovechaban el pan duro, bañándolo en leche y miel.
Otra de las historias de este dulce es que, durante el siglo XV, la torrija comienza a ligarse a los nacimientos de bebés. En esa época, se creía muy útil para estimular la secreción de la leche en las mujeres. En aquel momento, la leche, el pan, el huevo y algo dulce eran considerados alimentos energéticos aptos para las mujeres que acababan de dar a luz.
Las torrijas nacen, también, de la necesidad de aprovechar el pan que no se consumía durante la Cuaresma. En España se consume mucho pan con carne. En estos cuarenta días de ayuno, no se consumía tanto pan debido a que no se podía comer carne. Por lo tanto, se quedaba duro.
De este modo, no se tiraba la comida, en tiempos de necesidad y se generaba un producto totalmente nuevo de otro, que no estaba en un momento óptimo para su consumo y se convertía en otro producto recién hecho, apto para el disfrute.
Distintas recetas
Y es que la receta de las torrijas arrastra algo de polémica, porque en cada casa se hace de una manera. No hay una lista estricta de pasos a seguir porque, como se dice, cada maestrillo tiene su librillo y las adapta cómo le conviene para conjugar un sabor único.
Son muchos los cocineros de renombre que han sacado distintas variaciones de este tradicional postre. Dabiz Muñoz publicaba hace unos días una receta de torrijas que ha arrasado en Instagram: la hacía con pan brioche remojado, tostado en mantequilla y empanado en chocolate negro.
Martin Berasategui, que carga a sus espaldas con doce estrellas Michelin, también le otorga su propio toque: las hace con pan brioche y las sirve de diferente manera en cada uno de sus restaurantes (con crema helada de ron y vainilla o con compota de ciruelas y café, entre muchas otras versiones).
También se han popularizado las torrijas veganas, acorde a los nuevos tiempos. El chef Rafa Centeno, por ejemplo, no le echa ni mantequilla ni huevo y las hace con arroz y leche de coco, siendo también apta para los intolerantes a la lactosa.
Hasta la propia Eva Arguiñano se unía a esta marea recientemente y sacaba a la luz su propia receta para elaborar este delicioso plato de forma sencilla en el microondas. Una versión rápida que permite disfrutar de este dulce en un santiamén.
Y es que por internet son muchas las recetas que se pueden encontrar. En el caso de Juan, un vecino de la ciudad, la receta para hacer torrijas la miran en Youtube. Explica a El Faro que echan un vistazo a varias propuestas y al final van probando con diferentes formas de prepararlas, pues en ocasiones echan miel y en otras optan por el azúcar con la canela.
Pero por muchas variaciones y florituras, la receta clásica es la que sigue triunfando entre la ciudadanía.