Opinión

La crisis bilateral que tensiona el entendimiento y la cooperación (y III)

Los sucesos vividos recientemente en la Ciudad Autónoma de Ceuta y, en menor medida, en Melilla, con la consiguiente escalada de tensión diplomática entre España y Marruecos, salpica como casi siempre a las relaciones internacionales, evidenciando lo que ciertamente acontece entre dos países singulares, y que en palabras llanas están obligados a no desentenderse el uno del otro, como suele apostillarse cada vez que ambos salen a la palestra.

Pero, para descifrar este jeroglífico en su justa medida, es preciso posicionarse que el cerco diplomático que se juega en el tablero de uno y otro territorio, no se libra exclusivamente en los pasos fronterizos de las Plazas Mayores de Ceuta y Melilla, o en la influencia de las Plazas Menores de las Islas Chafarinas y las Alhucemas, o el Peñón de Vélez de la Gomera.

En cambio, el régimen de Mohamed VI (1963-57 años) se dispone a alargar sus desagravios políticos y económicos a muchas de las parcelas, en las que trata de remontar vuelo en el concierto internacional de los últimos días. Es por ello, que continuando el rastro de los dos pasajes que anteceden a este texto, hay que prestar atención a otras variables intervinientes, que para bien o para mal, percuten a más no poder en el devenir de los intereses de España y Marruecos. Obviamente, me refiero a la soberanía de Ceuta y Melilla, además, del aumento de los flujos migratorios, la agricultura y la pesca, la ampliación de las aguas territoriales, la venta de armamento, la conexión del Reino Alauita con los Estados Unidos y el Estado de Israel, y por último, el fenómeno social, cultural y económico del turismo en tiempos post pandemia.

Comenzando por la soberanía de Ceuta y Melilla, o lo que es lo mismo, el tabú que permanece encima de la mesa y del que no es lícito censurar o mencionar, concurre como un pacto tácito entre dichos actores.

Aunque pueda parecer incongruente, adentrados en el siglo XXI, el Reino de España está comprometido a que la presencia institucional tanto del Presidente del Gobierno como de la Casa Real, consten lo menos posible y sean lo más reducido en estos enclaves. Y por otro, el Reino de Marruecos no desiste en su reclamo por el interés de estos territorios.

Paradójicamente, lo antes referido puede haberse hecho añicos por la visita relámpago efectuada el 18/V/2021 por Pedro Sánchez Pérez-Castejón (1972-49 años), acompañado del Ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska Gómez (1962-58 años), con las secuelas indudables de la atención humanitaria prestada al líder del Frente Polisario. Claro, que fracturar este equilibrio y la alianza diplomática, conjetura un punto de inflexión que a duras penas se conserva en calma desde el siglo XVI.

Segundo, el argumento migratorio recrea el arma arrojadiza con la que influir en las distintas Administraciones españolas. Al complot ejecutado en Ceuta, de suponer, proseguirán otros, bien en el mismo sector o en otros puntos calientes como Melilla o las Islas Canarias. El período estival no es buen presagio para nuestros intereses, porque por antonomasia, es el lapso entusiasta de los migrantes derivados de las costas marroquíes.

Ni que decir tiene, que debilitar el procedimiento de protección y acogida en España, es un objetivo que exponencialmente se ha amplificado. La oleada de inmigraciones detallada por el Instituto Nacional de Estadística, señala que hemos pasado de 19.275 personas en 2014, a las 71.459 en 2019. O lo que es lo mismo: + 52.184. Y esto, únicamente es una advertencia del efecto llamada, con el que en los próximos meses podrían espolearse las políticas y la economía española.

Tercero, posiblemente este sea el próximo ámbito de choque dialéctico entre los implicados. De hecho, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, UE, está examinando la apelación presentada por el Frente Polisario, en lo que atañe a un dictamen del Consejo de la UE., en aplicación al Acuerdo de Pesca de esta Organización internacional y Marruecos.

Una vez más, el Sahara Occidental y sus aguas son tema de discusión: la contrarréplica del ‘Movimiento de Liberación Nacional’ se fundamenta en la laguna de los Estados miembros, en cuanto a la responsabilidad de verificación del respeto de los derechos fundamentales, así como del derecho humanitario del Reino de Marruecos.

En caso de sentencia a favor del Frente Polisario, Marruecos rechazará el acuerdo e inducirá a la inviabilidad de un Tratado que otorga faenar con licencia a más de noventa embarcaciones españolas procedentes de Galicia, Andalucía y Canarias.

“El diálogo, es una certeza y no una utopía y mucho más evidente, como perceptible y reflexivo, del que pende la comunicación, la apertura y la gestión de España y Marruecos”

Cuarto, el siguiente marco de disputa se emplaza a 1.500 kilómetros del Espigón del Tarajal en Ceuta, frente a los litorales de Canarias y a escasos 200 metros de El Aaiún, antigua capital del Protectorado español en el Sahara Occidental.

La estratagema y los esfuerzos marroquíes para ampliar su dominio, pasan necesariamente por lograr que un número significativo de estados, vean con buenos ojos su intención de hacerse con el control del territorio y, sobre todo, de las aguas que colindan con el mar en Canarias. Esta implantación llevaría aparejado la ocasión de trazar el reconocimiento de las aguas jurisdiccionales que se sitúan a unos 150 kilómetros de Fuerteventura.

Asimismo, a los yacimientos de hidrocarburos enmascarados en las profundidades de estas aguas, ha de ensamblársele el de otros metales como el vanadio, bario, cobalto, plomo o níquel. Si bien, el más deseado es el telurio, dúctil y con notables propiedades para la conductividad que se emplea en la elaboración de paneles solares, teléfonos móviles y vehículos eléctricos.

Recuérdese al respecto, que en 2017, el Centro Oceanográfico del Reino Unido cuantificó 2.670 toneladas de este material en el ‘Monte Submarino Trópico, también conocido como ‘Monte Tropic’, ubicado al Suroeste de las Islas Canarias y al Norte de Cabo Verde y Oeste del Sahara Occidental, distando a 250 millas de El Hierro y que cómo no podía ser de otra manera, está en litigio por quiénes comparten océano con Canarias: Marruecos y la República Islámica de Mauritania.

Retrocediendo en el tiempo, Marruecos apostó por la unilateralidad en sus reivindicaciones soberanistas sobre las aguas en discordia. En 2020, su parlamento dio luz verde a una Ley que directamente reclamaba esta demarcación. Indiscutiblemente, de llegar a buen puerto, le conferiría el peso requerido para negociar directamente con España la circunscripción y el aprovechamiento de los recursos naturales.

Quinto, la dependencia del Reino Alauita de las industrias militares españolas, podría definirse que está condicionada. Como se ha citado en la primera parte de esta disertación, en un quinquenio, Marruecos, ha recibido una cuantía considerable de armamento producido en Estados Unidos. Cuestión que le ha convertido en el cliente preferente de Washington.

La lógica no se halla en la defensa a ultranza del departamento marroquí o en las pretensiones soberanistas de Ceuta y Melilla, sino en el contrapoder que atribuye a la República Argelina Democrática y Popular, tanto en la zona del Sahel como en la más colindante con el Sahara Occidental.

Sin ir más lejos, en enero de este año la Marina de Marruecos encomendó a España el diseño y construcción de un patrullero para los astilleros de la Bahía de Cádiz, plasmado en 250 empleos y una duración prevista de tres años y medio. Este contrato del que todavía se desconoce el coste total, produjo irritación y enfado en la Comunidad Saharaui, al contemplarse como un respaldo del Ejecutivo español al embate marroquí en el territorio y aguas saharianas.

La diplomacia del país vecino puede desistir a este buque; toda vez, que sus prestaciones y la capacidad acreditada por la ‘Sociedad Navantia’ dedicada a la construcción naval civil y militar en esta gama de construcciones, es relativamente demandada por las Fuerzas Armadas marroquíes.

Conjuntamente a este navío, en los últimos veinte años España ha vendido a Marruecos otros productos como 2.000 Camiones ‘PEGASO’, ‘URO’ e ‘IVECO’, Todoterrenos ‘HUMMER’, 300 Carros de Combate ‘M60’, Aviones de Transporte ‘CASA/IPTN CN-235’ y ‘CASA C-212’, 4 Aviones de Patrulla Marítima, 2 Patrulleras, así como minas antipersona, simuladores de armas, municiones, cohetes, cañones, torpedos, bombas y diversos repuestos.

Sexto, tradicionalmente tanto hispanos como marroquíes, se han empeñado en ser escaparate de cara a la galería de la primera potencia mundial. En este guion hay que admitir que Marruecos ocupa la delantera. Por aquel entonces, el 20/XII/1777, el Sultanato de Marruecos se convirtió en uno de los primeros estados en considerar la soberanía de un nuevo Estados Unidos independiente.

La complicidad diplomática ha sido una constante de un tira y afloja y en esta vertiente, Marruecos cuenta con el beneplácito de ser la arteria entre EEUU, Israel y los Estados Árabes. El reconocimiento del Estado Hebreo le habilita en ser árbitro de la política exterior americana.

En la misma línea, la Comunidad Judía de origen magrebí es una de las más abundantes en el Estado de Israel, por lo que aun siendo emblemático, el rey de Marruecos posee la llave de las puertas de Jerusalén.

Simultáneamente, el Reino Alauita juega su baza con la futura obra del estacionamiento naval de Alcazarseguir, entre Tánger y Ceuta, en la región histórica de Yebala al Noroeste de Marruecos. Sin duda, una alternativa a la Base hispano-estadounidense NAVSTA Rota.

Y séptimo, el turismo como uno de los sectores económicos más amplios a nivel global, es uno de los afanes de la monarquía marroquí, pretendiendo hacer del país un trampolín para relanzarlo entre los destinos más solicitados. Con este deseo expusieron su Plan ‘Visión 2020’, que puso el listón en los 20 millones de viajeros con oportunidades de inversión privada.

Claro, que la crisis epidemiológica frustraría lo emprendido, quedando interrumpido hasta el regreso paulatino a la normalidad.

Ciñéndome en algunos antecedentes que muestran algunos indicios de este entorno, al objeto de entrar a formar parte del ranking de los primeros destinos turísticos, cerca de 13 millones de visitantes llegaron a Marruecos en el año 2019, con un crecimiento del 5%, a diferencia de 2018, que representó un 17% más de los índices contrastados en 2017.

En esta esfera, España parece cobrar ventaja. Sin descartar, que los proyectos promocionados para atraer este turismo, trabaja especialmente para la captación de turistas venidos de Estados Unidos y Francia: países con los que Marruecos quiere estrechar aún más los lazos diplomáticos, políticos y económicos.

En consecuencia, a pesar de las grietas y desgarros que parecen no querer cerrarse entre los prejuicios de España y Marruecos, existe la tesitura de llevar a término vías de aproximación y agudeza compartida, para fraguar otros cimientos renovados de la cooperación y del espíritu de fraternidad y paz, ante una situación jurídica excepcional como la que vive Ceuta, con su casuística demográfica, idiosincrasia comercial y la diversa tipología de inmigrantes que en ella coexisten.

El diálogo entre los refinamientos culturales y su intersección, es un requerimiento primordial para conquistar la complementariedad y conseguir los anhelos. Estas certezas que no son una utopía y mucho más evidentes, como perceptibles y reflexivas, penden de la comunicación, la apertura y la gestión de España y Marruecos.


No es de sorprender, que innumerables doctos, ilustrados y pensadores refrenden el hito trascendente de lo cultural, en el diagnóstico de los paralelismos adyacentes entre los pueblos marroquí y español o español y marroquí. De modo, que las luces y las sombras que le han aguardado, ejercen una tarea crucial en el acontecer de lo actual y de lo futuro. Con lo cual, es imprescindible y digamos, ineludible, sondear fórmulas que reparen esta ruptura, con la finalidad de dignificar y mejorar lo que todo hombre y mujer ansía: el diálogo, con un enfoque positivo que enfatice los aportes culturales e induzca a una percepción objetiva del escenario histórico común.

Aunque cueste imaginarlo en instantes de zozobras e incertidumbres como los acaecidos, durante centurias se constatan convencimientos que desembocaron en las orillas que separan el Estrecho de Gibraltar, hasta predisponer un sinfín de indicativos culturales que han ayudado al enriquecimiento cosmopolita.

En este aspecto, habría de recapitular que la manifestación arábigo-musulmana en España fue, ante todo, un surtidor cultural que redundó en el progreso y la irradiación del pensamiento humano. De la misma manera, esta conformación encarnó una amalgama de pensamientos e ideas que se vigorizaron entre España, Marruecos y Al-Ándalus: una fusión al amparo del diálogo y la convivencia como sello de la cultura andalusí.

En Al-Ándalus se forjó un camino intercultural no exento de hechos impetuosos a los conflictos que lo envolvieron, contando con múltiples componentes e ingredientes de aprobación, tolerancia e interlocución entre las culturas circundantes.

Pudiéndose afirmar, que nos atinamos ante un trazado de intercambios recíprocos de conocimientos y experiencias. La excelente sintonía de los Reinos de la Península Ibérica y Marruecos fueron ideales y es así como Granada, Sevilla, Córdoba y Toledo, junto a Marrakech, Fez, Tetuán y Rabat, esparcieron muchos de los valores que posteriormente se reprodujeron en los engarces hispano-marroquí.

Luego, difícilmente podría prescindirse que España, Marruecos y Al-Ándalus hicieron de la cuenca mediterránea una herencia civilizatoria con proyección y reverberación esencialmente en el Viejo Continente, Norte de África y el Mediterráneo Oriental.

Y, por supuesto, el período andalusí constituyó para España y Marruecos la hechura de identidades lingüísticas y literarias, como insólitos estilos artísticos y medios arquitectónicos, o escuelas del saber y del pensamiento que en cualquier coyuntura, inmortalizaron la marea espiritual e intelectual.

Más tarde y a pesar de los inconvenientes beligerantes del siglo XIX, se inicia el reencuentro entre España y Marruecos. Después, llegaría el turno del régimen del Protectorado español en la primera mitad del siglo XX, que valió para entroncar estilos de vida porque hubo una dependencia solidaria, aun arremolinándose con ciclos de confrontación y supremacía que crecieron bajo este sistema.

Hay que hacer constar en estas líneas, el inmejorable engranaje en los aspectos cotidianos: actitudes diarias, sugerencias culturales, impulso de los estudios hispano-marroquíes, enseñanza de hispanistas marroquíes, y así un largo etcétera.

“A pesar de las grietas y desgarros que parecen no querer cerrarse entre los prejuicios de España y Marruecos, existe la tesitura de llevar a término vías de aproximación y agudeza compartida”

La estampa de la Comunidad Española en Marruecos, tanto militar como civil, auspició verdaderos cambios de mentalidad y su consecuente trascendencia en los recintos sociales, culturales y políticos.

Todo lo anterior lleva a corroborar que el Reino de Marruecos es el estado norteafricano arábigo-musulmán, que históricamente más conjunciones culturales ha disfrutado con el Reino de España.

Y es aquí, precisamente, donde subyace la clave de lo que es imperativo diseminar en trechos que parecen haber catapultado lo hasta ahora cosechado: el pasado trenzado entre ambos, no es un capítulo encallado, porque sus lances evocan un legado cultural que no tiene parangón.

Si Marruecos ha preferido fortalecer los andamiajes económicos y culturales, tampoco es menos cierto, que desde que se infundiera la ampliación de la UE, a España le interesase contrapesar la inclinación al desplazamiento del centro de gravedad hacia el Norte y Este de Europa, intensificando su centralidad en el zona euromagrebí.

En otras palabras: primero, activando al Sur la frontera del desarrollo; segundo, vigorizando los programas de cooperación con los países del Magreb y, tercero, ayudando en el Mediterráneo a su estabilidad y seguridad.

A día de hoy, parece ser que España y Marruecos están sentenciados a digerir una mezcla de convulsiones periódicas afines con la pesca, la agricultura, los flujos migratorios, el Sahara Occidental y los contenciosos territoriales. Seísmos que cuando se achican o se solventan transitoriamente, dejan entrever una elocuencia de cooperación y designios afables que no siempre salvan los obstáculos.

Por fortuna, prevalecen voluntades crecientes por allanar y dejar atrás estas ‘rebeldías’, atreviéndome a darle este apelativo, que tantísimo se instrumentaliza en sus prolegómenos y en el curso que se alargan las mismas.

En esta dirección hay que remontarse al sensatísimo párrafo pronunciado literalmente por el rey Juan Carlos I (1938-83 años), en su Discurso Oficial con motivo de la visita realizada a Marruecos (14-16/VI/1979), alentando a desmontar las suspicacias para aferrarnos a la cultura de la convivencia conciliadora: “Es necesario que nos conozcamos, simplemente tanta es la ignorancia recíproca que nos caracteriza. Limpiemos nuestras visiones mutuas de imágenes falsas, de ideas preconcebidas y de simplificaciones que, a veces, reducen nuestros conocimientos recíprocos a burdos clichés. Invito a marroquíes y españoles al estudio de nuestra historia en común y a la reflexión serena y profunda sobre la personalidad de cada uno y los avatares que la han ido formando, procurando que las emociones y sentimientos procedentes de épocas cercanas o de deformación histórica, no enturbien nuestro juicio”.

Curiosamente, hubieron de mediar veintiún años (1/III/2000), cuando Mohamed VI expuso en el Palacio de la Zarzuela, la conveniencia de “(…) promover un mejor conocimiento y entendimiento recíprocos para superar los últimos tabúes y acabar con los prejuicios que frenan todavía y debilitan a veces, el enorme potencial de afinidades que caracterizan a nuestros dos pueblos”.

Por ende, allende a la crisis migratoria desencadenada gravemente en Ceuta, las dificultades y los desafíos de fondo prosiguen latentes. Y si no se reparan apropiadamente, una vez más, cerraremos otra página, pero volverá a resurgir en el futuro más próximo con un recorrido imprevisible.

De ahí, que jugar a desatar crisis periódicas, no ayuda en absoluto a esa estabilidad ansiada, y queramos o no queramos, España y Marruecos han de entenderse y cooperar mutuamente.

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