Hakima Bachir Aguinaga trabaja como abogada experta externa en la Agencia de Asilo de la Unión Europea (EUAA) en Constanza (Rumanía) y ahora tiene bastante trabajo con la situación bélica que se vive en Ucrania. De padre melillense y madre navarra, pasó parte de su infancia y adolescencia en la ciudad autónoma. Estudió en Melilla la Primaria y parte de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y después se trasladó al norte de España. Más tarde volvió a Melilla a trabajar y, además de mantener sus amistades de niña, hizo otras nuevas, ya que, según dice, "la sociedad melillense es muy abierta a recibir a personas nuevas". Tal es, asegura, la "idiosincrasia" de Melilla. En sus propias palabras, lo que define a la ciudad es "esa vida, esa mezcla, esa riqueza cultural, ese ir a pasear por el parque y encontrar esas familias judías y musulmanas con sus vestimentas típicas, las sinagogas y mezquitas, la Semana Santa melillense, sin olvidar el mestizaje gastronómico, las campanas sonando o la iluminación del Diwali". "A mí me parece que es una riqueza que pasamos demasiado por alto y que debería ir más allá de una mención en Fitur". No en vano, Bachir Aguinaga -ella recalca que no se olvide su apellido materno- considera que Melilla siempre ha sido "un laboratorio social" a la que no se le ha prestado suficiente atención, lo cual le parece "una pena". Para ella, "es una ciudad muy especial" y es lo que transmite "a los compañeros de otros países que no la conocen o que la conocen solamente como un punto fuerte de inmigración". "Yo siempre daré la cara por esta ciudad", afirma, y, aprovechando su visita durante esta semana, comienza la entrevista con El Faro.
-¿Podría contar qué labor desempeña exactamente?
-Soy experta externa en la Agencia Europea de Asilo en Rumanía, lo que significa que formo parte del equipo de soporte de asilo de esta Agencia, que se dedica a dar soporte a todos los estados miembros y a otros estados que no pertenecen a la Unión Europea en todas las cuestiones referentes al asilo y la protección internacional.
-¿Qué le trae a Melilla?
-Ver a mi gente y hacer el cambio de estación, que me fui con ropa de verano y necesito la de invierno. Hace mucho frío allí. Vamos a ser transferidos a una nueva oficina y donde estamos ahora, de forma provisional, no tenemos las mejores condiciones de trabajo. Estamos muy expuestos a las condiciones atmosféricas y necesitamos ropa de abrigo.
-¿Qué le parece la situación que se está viviendo en Ucrania?
-Me parece devastadora. Es muy triste que, en los tiempos que corren y con todos los logros que se han conseguido a nivel diplomático, jurídico y humanitario, Europa tenga que atravesar una guerra, con una ocupación de territorio y un desplazamiento masivo de personas que lo dejan todo para afrontar una situación de incertidumbre en la que no saben si, cuando cese la guerra, la ciudad en la que vivían será territorio ocupado perteneciente a la Federación Rusa o será su país, Ucrania.
No soy experta geopolítica y no quiero comentar cosas que desconozco, pero tenemos la Federación Rusa con una necesidad imperiosa de hegemonía, de disponer de territorios con salida al mar y con unas alianzas geopolíticas muy interesantes y quizá contraria a los valores y a la política de la UE. ¿Por qué suceden las guerras? No creo que me corresponda a mí contestar tan compleja pregunta, pero creo que se está demorando bastante en el tiempo, que está desestabilizando la situación internacional y que está perjudicando directamente a todos los ciudadanos con todo el aumento de precio en los suministros. La gente tiene miedo. Melilla es afortunada por su clima, pero personas del norte ya están temiendo cuando entre el frío (porque octubre está siendo muy suave) cómo van a afrontar el recibo de la calefacción.
Es decir, es una guerra que está repercutiendo en toda la ciudadanía europea, que está causando un quebradero de cabeza a Alemania con respecto a la calefacción y todo lo que es el ámbito energético. Entonces, no es prioritario, no es que peligre tu vida o tu dignidad personal, pero sí que es cierto que, en algo tan cotidiano y nimio como comprar aceite de girasol, nos hemos dado cuenta de que somos totalmente dependiente de otros estados, porque así es la globalización, y de que las guerras ya no suponen un escenario del que se es ajeno, sino que ya afecta a todos los ciudadanos de a pie. En este caso, simplemente afecta al bolsillo, pero, cuando ya es una preocupación en una familia media cómo abordar el suministro energético, trasciende las fronteras de donde está el conflicto bélico.
-¿Cuál es la situación de los ucranianos en Rumanía?
-Afortunadamente he de decir que Rumanía ha desplegado políticas sociales y de muchos beneficios para los ciudadanos ucranianos, que vienen unos en mejores condiciones económicas que otros, como suele pasar. No todo el mundo tiene el mismo poder adquisitivo, pero todo el mundo tiene la oportunidad de poder adquirir un alojamiento, de tener ayudas sociales, y es uno de los países más rápidos en suministrar el permiso de residencia por protección temporal. Este es un trámite que, en países como Italia, puede llegar a tres meses y en Rumanía se expide en el mismo día de la solicitud, lo cual es un avance, porque son personas, mayoritariamente familias bastante numerosas, que vienen con incertidumbre, sin saber su contexto ni sus derechos, y desconocen el idioma.
Muchos ucranianos que vienen a Constanza, que es una ciudad del Mar Negro muy importante por el puerto que tiene y que está a seis horas de Odesa. Un ciudadano de Odesa puede coger su coche y desplazarse en seis horas a Constanza con su familia y sus objetos personales. Es un camino natural y se encuentran un país que los recibe con una serie de intérpretes y unos expertos, como mis compañeros y yo, que les damos toda la información que necesitan sobre los trámites que van a realizar. Los derivamos a otras instituciones para trámites que necesiten y en la acogida la sociedad rumana es muy comprensiva.
También Rumanía ha hecho un esfuerzo institucional en formar a su Policía y a su brigada de extranjería y para facilitar los trámites y el acceso a los elementos más básicos de ayudas sociales, alimentación, escolarización… Me ha sorprendido mucho cómo se ha involucrado Rumanía con este asunto y, sobre todo, que ha abierto las puertas a la Agencia Europea y ha delegado en los expertos el registro de los ciudadanos para allanar el trámite y que no se retrase en el tiempo.
-¿Cuál es el mayor problema con el que se encuentran los refugiados ucranianos?
-En Rumanía, en concreto, se les acoge muy bien y además, dentro de que la UE, se ha dado un mínimo a los estados miembros para regular la protección temporal. Rumanía ha ampliado el marco para aceptar a una gran cantidad de ciudadanos ucranianos o personas que tuvieran un permiso de residencia en Ucrania y que tuvieran un vínculo familiar con ciudadanos ucranianos. En ese sentido, muy bien. El problema viene de los ucranianos que pasan la frontera de manera administrativamente irregular, porque igual no quieren ser alistados, y no pueden utilizar el cauce normal fronterizo en el que un policía de Extranjería de Ucrania te visa el pasaporte y te lo sella.
Cuando pasas irregularmente una frontera, siempre supone un incremento en la dificultad, no para Rumanía si quieres solicitar la protección temporal allí (que también hay que estudiar cada caso, porque en ese caso también se le podría derivar a la institución de asilo y refugio). En Rumanía se allana muchísimo el camino a los ucranianos, pero hay otros países europeos en los que el trámite en sí dura bastante, no tienen tanto soporte social, tantas ayudas, no hay tanta presencia de organizaciones internacionales que complementen la actividad de la Agencia y ahora mismo Rumanía está recibiendo a muchos ucranianos a quienes se concedió la protección temporal en otro estado.
Porque, cuando huyes de una guerra, vas adonde te resulte más cercano o conocido o igual adonde van tus vecinos. Una vez te estableces allí y ves la dificultad que tienes en comenzar una nueva vida o que igual tu vecindario o la mayoría de tu familia está en otro país, decides moverte. Todo esto lo ha tenido en cuenta la UE y hay la posibilidad de que la pidas en un estado y después te desplaces a otro y ese nuevo wstado te tenga que dar la protección temporal en ese segundo país.
Entonces, en cuanto a dificultad, en Rumanía lo tienen bastante sencillo porque se ha involucrado la administración y está presente la Agencia Europea. En otros países tienen más dificultad, especialmente porque, si atienden a los requisitos mínimos de la directiva, tendrías que estar viviendo en Ucrania antes del 24 de febrero, cuando estalló la guerra. Si, por ejemplo, eres un marino que estabas en alta mar, no estabas en Ucrania. Entonces hay países que pueden dificultar el acceso a la protección temporal de esa persona en concreto que no estaba en Ucrania cuando estalló la guerra. Pero en Rumanía, como tiene un amplio marco para la protección temporal, esa persona sería completamente elegible y podría optar a la protección temporal.
-Hábleme de las misiones de la Agencia de Asilo de la Unión Europea.
-La Agencia Europea de Asilo era conocida como la Oficina Europea de Apoyo al Asilo (EASO), que es el antiguo nombre que la designaba. Ahora es la Agencia de Asilo de la Unión Europea (UEAA) y siempre ha tenido presencia en los países que reciben un alto flujo migratorio, como Grecia. De hecho, la base de esta Agencia Europea está en Malta, lo cual es ya bastante significativo. Una isla pequeña en el Mar Mediterráneo. La protección temporal la ha integrado la Agencia Europea de Asilo porque se hace cargo de cubrir una situación específica de desplazamiento como es la guerra de Ucrania, pero esta institución se lanzó de manera inicial en la guerra de los Balcanes. Dada la situación de inestabilidad que se atraviesa internacionalmente, no solamente por los conflictos armados, sino por la situación de vulneración de derechos humanos o de derechos de la mujer. Tenemos la devastadora situación de Afganistán, donde la mujer no cuenta nada y donde muchos hombres que quisieran ser libres tienen que acatar ser déspotas para poder encajar en esa sociedad y no ser desacreditados o maltratados. Tenemos Afganistán, Armenia, la situación inestable de Oriente Medio, la crisis económica y falta de estado del Líbano, los desastres naturales, las inundaciones de Paquistán, o todo lo que nos espera a consecuencia del cambio climático, que va a provocar refugiados medioambientales, digámoslo así.
La Agencia Europea está haciendo un esfuerzo enorme para entrar en países que no son de la UE, pero que reciben altísimo número de refugiados y de personas que vienen de circunstancias muy concretas. Por ejemplo, la Agencia Europea está ampliando actividad y estudiando las zonas de los Balcanes y del norte de África y Medio Oriente y creo que va a tener una relevancia. En Melilla se ha conocido el asunto del asilo por lo que hubo de refugiados sirios, porque se ha popularizado la protección internacional entre los ciudadanos marroquíes, pero en otras ciudades españolas es una institución completamente desconocida. Creo que la UE va a dar un rol principal a la Agencia Europea y que va a delegar mucho en ella, y creo que va a haber muchos estados que van a abrir sus puertas a que la Agencia Europea pueda desarrollar su labor dentro de su territorio, lo cual es muy importante.
-Ya no se oye hablar de Siria…
-Esto es como todo. Tampoco oímos ahora noticias que eran trending topic. Va variando. ¿Qué te voy a decir de la prensa? Me imagino que a veces interesa preocupar a la ciudadanía con unos asuntos para disimular otros. O para priorizar unos conflictos en lugar de otros. Pero, como yo soy jurista, no me voy a meter ahí.
-¿Qué me puede decir de lo que sucedió el 24-J?
-Me parece una desgracia y esta noticia tuve conocimiento de ella estando ya en Rumanía. Creo que es muy duro que esto suceda y creo que la dignidad humana es para todos. Los derechos humanos no son solamente papel, pero, si se delega el control de la frontera en un estado que no puede asumir esa responsabilidad en cuanto al respeto y la garantía de los derechos humanos, estas consecuencias, quizá no tan dramáticas (porque esto ha sido verdaderamente una situación de extremo), pueden ser previsibles.
Creo que sería interesante que la Agencia Europea fuera bienvenida por Marruecos, porque, si no tiene capacidad institucional o de medios para abordar esa situación, también hay que ponerse en la piel del estado que recibe ese flujo, ya que la preparación que tiene no se puede comparar igual a todos los estados. No me gusta de esta situación que sólo se responsabilice al Reino de España. El Reino de España, desde que entró en la UE, está vinculado al ordenamiento jurídico europeo. Y, por supuesto, mucho menos a la ciudad de Melilla. La ciudad de Melilla hace esfuerzos administrativos, jurídicos, muchísimas instituciones involucradas con la garantía de los derechos humanos y con el bienestar de las personas que llegan aquí como solicitantes de asilo de los inmigrantes en general.
El derecho humano es muy bonito como institución, como derecho en papel, pero, si ese derecho humano no viene soportado por una ayuda social, por un soporte social, ¿dónde está la dignidad humana ahí? ¿Cómo podemos responsabilizar a un estado en el que igual sus propios nacionales no tienen ese bienestar social? Creo que juzgar con ojos de los ciudadanos de un Estado de Derecho a uno que no lo es no es justo. No estoy eximiendo de responsabilidad a nadie, pero creo que es una situación muy compleja que se aborda de una manera muy nimia y que va mucho más allá. Y eso va a suceder, porque el clima se está recrudeciendo, la situación política es muy inestable, y va a pasar. Las personas van a huir para proteger a su familia, para tener su dignidad y por prosperar.
Entonces los estados, principalmente aquellos que son democráticos y que han suscrito convenciones internacionales como la de los Derechos Humanos, o del Niño, tienen que tener unas medidas y unos sistema jurídico-políticos y administrativos coherentes con esos derechos que han firmado. Porque, si la legislación no va unida a una ejecución, queda en saco roto.
Me parece muy triste como melillense. Soy medio melillense. Amo esta ciudad. Me encanta y me he convertido en una especie de embajadora informal de la ciudad de Melilla, que la estoy dando a conocer a todos mis compañeros y entre los miembros de la Agencia, que Melilla quede ensuciada por semejantes dramas, porque luego, a nivel social, la población de Melilla es muy tolerante y muy humana con respecto a los inmigrantes, no hay ningún tipo de conflicto. Administrativamente, en una ciudad de 13 kilómetros cuadrados se hace lo posible. La institución a la que yo pertenezco, el Ilustre Colegio de Abogados de Melilla (ICAME), también hace todo lo posible, despliega todos los medios cuando hay un salto masivo, se coordina con la Policía, los abogados atentos a su teléfono por si tienen que hacer una asistencia. Hay coordinación con Acnur y otras instituciones. En una ciudad en la que se hace todo lo posible, teniendo en cuenta su localización geográfica, la lejanía con la península y la situación local, me parece muy triste.
Es así. No siempre se conocen las dos caras de la verdad, pero creo que tiene que servir como trampolín para la mejora del sistema y la colaboración con otros países, y saber qué estado queremos ser, la UE qué papel activo quiere desempeñar, porque hay muchos ojos de terceros estados mirando a la UE. Y dicen, si en la UE pasa esto, ¿qué nivel nos pueden pedir a nosotros? Creo que estamos en una situación de un reto constante a nivel institucional, gubernamental y profesional. Para quienes trabajamos en este ámbito es muy duro, porque legalmente sabes que hay una soberanía de estado y un principio de seguridad jurídica que es completamente legítimo proteger y que tiene que ser protegido, pero en el otro plato de la balanza tienes los derechos humanos y la dignidad humana, que tiene que primar sin tampoco dejar al descubierto la seguridad del estado. Tiene que haber gente preparada y comprometida que pueda alcanzar el equilibrio entre los dos platos de la balanza. Eso es un reto para la sociedad española y europea, pero principalmente de las instituciones, que tienen que velar por el cumplimiento de la normativa.
Yo diría que estamos ante un reto enorme en el que se va a definir realmente el compromiso con la democracia y con todo lo que se ha adquirido tras los períodos de entreguerras.
-¿Cuál es el país donde más se incumplen los derechos humanos?
-Yo diría que siempre señalamos a ciertos países, pero hay otros países que son abanderados de la democracia y de la libertad que se jactan de ello y en los que hay muchísima vulneración de derechos humanos, no solamente con los extranjeros, sino entre sus nacionales, como en el acceso a la sanidad o a la vivienda y, especialmente, con el asunto de las fronteras y del acceso a servicios básicos. Nosotros conocemos los países occidentales, pero en Asia hay muchísimas situaciones que desconocemos y los nacionales de esos países viven en total precariedad, sin ningún tipo de garantía. Como mujer, tengo que hacer mención especial a la situación de la mujer en ciertos países en los que es tratada como mercancía y no tienea a nadie que la defienda ni sitio adonde acudir. Es objeto de trueque. ¿En qué país se vulneran más los derechos humanos? En España va a haber personas que no van a poder padecer la pobreza energética. Vale, no podemos comparar la tortura o el trato indigno con que pases frío en invierno, pero, que en un estado de derecho haya gente que vaya a pasar frío en invierno y que tenga que acudir a comedores sociales… Hay que velar por que no mengüe la adquisición de derechos adquiridos e intentar que prosperen donde aún no existen.
-¿Qué le parece la situación en Irán?
-Voy a hacer el matiz, porque tenemos muchas melillenses que llevan el hiyab y cuyos derechos como mujeres son respetados y los ejercen con libertad. Una cosa es el hiyab, cubrirse la cabeza, y otra cosa es cubrir enteramente tu dignidad como mujer y que te hagan desaparecer del sistema, que es lo que pasa en Irán. Es un asunto muy complicado y ha tenido que ser una noticia completamente ignominiosa la que haya puesto a Irán en el objetivo de la prensa y de la comunidad internacional. ¿Por qué? Ya no se oye de Siria y no se oía de Irán. ¿Por qué Irán estaba silenciada? ¿Por qué se oye hablar de Afganistán y no de Irán? Creo que hay un problema muy grande y que la diplomacia y las instituciones internacionales tienen que coordinarse, porque no se pueden centrar en un conflicto por estación, digamos. Se ha dejado de lado a la mujer y a las niñas en Irán, y las mujeres educan así a sus hijos. El hombre es el dominador en Irán, pero a la vez es víctima de un sistema que lo convierte en opresor. Es una cadena viciosa que hay que romper y no es fácil, pero pasa también en Afganistán. ¿Cuántas mujeres son tratadas como mercancía en Asia y el este de Europa? Es un problema de género, de sexo femenino, que tiene que preocupar a mujeres y hombres y debe ser totalmente abordado, porque la dignidad humana es para ambos sexos y los derechos humanos también. Hay muchísimo trabajo. Estamos ante un reto. Yendo a lo básico, la dignidad humana. Si no la hay, imagínate eso más un conflicto bélico. Eso es una vida saboteada. Yo, desde que tengo esta experiencia en Ucrania, doy gracias todos los días a dios por la estabilidad, por la salud y por la capacidad que me ha dado mi situación social de poder formarme como mujer, de ser respetada como mujer, de las oportunidades profesionales que he tenido y de vivir en una sociedad más o menos igualitaria. Pero hay muchísimo que hacer.
-¿Qué opina de la pena de muerte?
-Me parece que es un extremo y creo que es antagónica al derecho humano. España cree en la pena no como pena, sino como una medida de integración para que esa persona pueda integrarse en la sociedad como un ciudadano medio. Además, el sistema puede fallar y no sería la primera vez que se ha ejecutado la pena capital con una persona que posteriormente resultó ser inocente. Aunque la separación de poderes fuera completamente extraordinaria, con una perfecta instrucción policial en la que no hubiera ninguna duda, como siempre hay errores y eliminar una vida humana es un error insalvable, así que me parece deleznable. Yo estoy completamente en contra de la pena de muerte. Creo que el ordenamiento jurídico penal tiene que ser revisable, no algo cerrado, y tiene que cumplir su misión. No puede ser tan opresor que mate una vida ni tan laxo que incite a la reincidencia.
-En algunos sitios de los Estados Unidos la mantienen...
-Es un país muy complejo. No todos los estadounidenses son iguales. No todos los estados son iguales. Pero sí es cierto que, aunque todos los estados tengan su régimen jurídico, tendrían que estar coordinados de manera federal para abolir la pena de muerte. Creo que la pena de muerte es algo anacrónico. Tuvo su época cuando los estados se estaban formando, no había instituciones, había monarquías totalitarias, edad media, época de dictaduras… Democracia, estado de derecho, seguridad jurídica y dignidad humana no son compatibles con la pena capital. Hay mucho trabajo por hacer, también en países cercanos.
-¿Qué le queda por hacer en su visita a Melilla?
-Ver a mis amigos, terminar la maleta y marcharme de nuevo. Pero Melilla siempre está en mi corazón. Es una ciudad a la que le debo mucho. Le debo todo el bagaje cultural. Le debo la formación profesional adquirida en estos años. Me encanta la ciudad y espero que vaya siempre a mejor y que se luche por ella políticamente, administrativamente y en todos los sentidos.
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