Al contrario que en las grandes ciudades, no es necesario coger el coche para desplazarse a alguna zona en concreto donde poder estirar un poco las piernas. Prácticamente desde cualquier parte de Melilla es posible comenzar a trotar hasta llegar a un circuito donde poder correr a plena potencia. Para entrenamientos más precisos y controlados siempre estarán las pistas de Álvarez Claro, pero lo cierto es que para dar los primeros pasos en este deporte, la ciudad cuenta con una buena variedad de escenarios.
En primer lugar, hay que aclarar que este reportaje recoge recorridos sencillos, de no más de diez kilómetros, para entrenamientos de baja intensidad y accesibles para cualquier tipo de corredor. Abróchate bien los cordones y estira, que comenzamos.
Los paseos marítimos
El paseo marítimo de la zona sur es el recorrido más típico de la ciudad para trotar un poco, aunque también el más masificado,a causa de la gran cantidad de paseantes que hay cuando hace buen tiempo. Partiendo desde la puerta del Club Marítimo hasta el Dique Sur hay unos tres kilómetros, lo que suma un poco más de seis si se hace el recorrido de ida y vuelta. Es lo ideal para principiantes, pues el camino no tiene complicaciones de ningún tipo. Es 100% llano, a excepción de una cuesta minúscula, y permite disfrutar de unas vistas inmejorables del mar.
Eso sí, como todo tiene sus defectos. El primero es que es una zona con un gran número de paseantes, lo que hace complicado ir en carrera continua y obliga a estar esquivando permanentemente, con la molestia que ello conlleva, tanto para el corredor como para los viandantes. Para comenzar a correr o entrenamientos relajados, es una buena opción. Siempre se le puede añadir al recorrido general la horquilla del Puerto Noray, que le agrega poco menos de un kilómetro.
Un buen añadido a este circuito es el paseo marítimo de Horcas Coloradas. Su empinada cuesta arriba del comienzo echa para atrás a los novatos, pero subirla no es tan terrible. Ir y volver lleva unos 3,5 kilómetros, aproximadamente. Es ideal para entrenamientos más intensos, con un par de subidas asequibles y una zona mucho más despejada de viandantes que el paseo marítimo sur.
Ventajas e inconvenientes
Si se sale a primera hora de la mañana o por la noche, los paseos marítimos son una buena opción para correr en verano. Entre sus ventajas se cuenta que es un recorrido poco exigente y con varios puntos de agua potable. En contra tiene que la zona sur suele estar llena de paseantes y que en horas de sol no hay ni una triste sombra bajo la que cobijarse.
Melilla La Vieja
Otro buen añadido al circuito de los paseos marítimos es subir a Melilla La Vieja por la cuesta de la Florentina, el sufrido tramo final de la carrera Africana de la Legión. El casco antiguo apenas tiene un kilómetro, pero es una buena opción para machacar un poco los gemelos y los cuádriceps apretando desde la cuesta principal hasta el antiguo faro y con bajada por la Plaza Pedro Estopiñán hasta el punto de partida.
Los parques, opción tranquila
Una opción más relajada pueden ser los parques Hernández y Juan Carlos I. Juega en su contra el tedio de dar vueltas a un circuito de manera continua, aunque pueden ser ideales para entrenar haciendo series o ‘fartlek’, aunque para esto el sitio ideal es el Álvarez Claro. En cuanto a distancia, se puede jugar con las distintas calles que hay en estos parques para ganar en recorrido, aunque es complicado sacar más de 1,5 kilómetros por vuelta. Al igual que los paseos marítimos, es recomendable para novatos, pues apenas tienen cuestas.
Desde la pista de Carros a los pinares de Rostrogordo, recorridos más técnicos
Melilla no tiene únicamente recorridos de asfalto para correr. También hay un buen número de pistas de tierra para practicar lo más parecido al ‘trail running’ que ofrece la ciudad. El mejor punto para comenzar es el inicio de la pista de Carros. Vadeando el cauce del río por el tramo próximo al paso fronterizo de Beni Enzar, en la parte más cercana a las naves del polígono, se puede disfrutar de un camino algo más técnico que los anteriormente descritos y más exigente, aunque asequible para los noveles.
Desde el inicio de la pista de Carros hasta la puerta del CETI hay unos 4 kilómetros, 8 si se hace el recorrido de ida y vuelta. Una vez en la puerta del CETI, está la opción de enfilar por la ‘cuesta de la peseta’ hasta Rostrogordo o el Barranco del Nano, aunque se trata de un terreno mucho más complicado si no se está acostumbrado a pendientes de mucho nivel.
Otra opción para llegar a Rostrogordo corriendo es subir por el camino de tierra anexo a la carretera del Polvorín, dejando a mano izquierda el famoso toro de Osborne. Se trata de una subida bastante técnica y complicada, pero permite llegar a los pinares en apenas un cuarto de hora desde el centro.
Rostrogordo, campo de juegos
Los pinares son una de las zonas que más posibilidades ofrecen para hacer deporte al aire libre. Lo complicado es llegar, a causa de las grandes cuestas, pero el esfuerzo merece la pena. Una vez en Rostrogordo, se pueden hacer circuitos que van desde los 10 a los 20 kilómetros.
La explanada de tierra que discurre en dirección a Aguadú es una buena zona para evitar el asfalto. Asimismo, antes de llegar a los cortados hay oculto un pequeño sendero de tierra de unos 700 metros, ideal para descansar un poco las piernas después de tanta cuesta.
La parte del mirador y el barranco del Quemadero también son buenas opciones para entrenar en tierra. Otra posibilidad es atreverse con la cuesta Aguadú, que no es tan terrible como la pintan y ofrece unas vistas inmejorables.
Un paseo por el Nano
El barranco del Nano es un recorrido inmejorable para desconectar un poco. Su terreno es bastante técnico, pero da mucho juego. Eso sí, hay que recordar que es una zona natural protegida, al igual que Aguadú y el Quemadero, por lo que hay que entrenar respetando el entorno al máximo.
En el Nano, uno de los sectores más gratificantes es el pequeño sendero que discurre por el barranco y que acaba en unos escalones bastante complicados de subir.
Para los valientes que quieran subir cuestas, también están los 8 kilómetros de la Circunvalación, que rematan con dos subidas de aúpa. Eso sí, hay que recordar que se trata de una zona sin aceras ni infraestructuras para peatones, por lo que hay que ser muy precavidos y correr siempre por el arcén para evitar molestias a los conductores.
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