Opinión

Contrato marítimo en Melilla: el timo socialista

Llevamos tiempo denunciando desde esta columna que hemos retrocedido mucho en transporte marítimo durante la pandemia. Quienes nos prometían villas y castillas no han cumplido su promesa de mejorar lo presente. El nuevo contrato de Melilla no es que sea poco ambicioso, es directamente retrógrado.

Según el diputado Miguel Marín es el peor en 25 años. Se dice pronto, pero estamos hablando de dar marcha atrás un cuarto de siglo. ¿Por qué? Porque los progres todo lo que tocan lo hacen polvo. Con ellos cobra vida el versículo bíblico de “en polvo te convertirás”.

Lo que nos proponen en el pliego de condiciones es una infamia porque nos suben los precios de las butacas, de los camarotes, nos quitan rotaciones y además tendremos barcos más viejos. Para que se entienda mejor: este contrato abre la puerta a que nos planten en el puerto de Melilla los mismos buques que aspiraban a hacer nuestra ruta en 2017, la última vez que Marina Mercante tuvo el detallazo de adjudicarlo a Trasmediterránea a coste cero. Ese fue el principio del fin.

La pandemia ha sido la coartada perfecta para dejarnos a los melillenses en la estacada. No hemos avanzado con los socialistas pese a que, por fin, Motril ha sido declarada línea de interés público. ¿A qué precio? Dividiendo el dinero que antes había para dos líneas, entre tres. Se han creído que hacer más con menos no va reñido con la calidad. Se equivocan y seremos los ciudadanos los encargados de comprobarlo. Si teníamos barcos malos, ahora los tendremos peores. Las compañías están a punto de recibir la extramaunción. No habrá mejores servicios con menos dinero y en medio de una crisis que las está asfixiando. Vamos a peor.

Este pliego de condiciones del barco de Melilla contradice con el mensaje de esperanza que nos envían desde Moncloa. Supuestamente, los españoles vamos a tener una vida normal a partir del verano. Prácticamente nos han prometido que después de ponernos las dosis de la vacuna de Pfizer vamos a lucir tipito, tripita y/o tangazo en la playa. Sin embargo, este contrato marítimo está pensado para tiempos de pandemia, no para una nueva normalidad. Si el coronavirus sigue haciendo estragos, evidentemente lo que ofrece Ábalos es mejor que el contrato puente que tenemos ahora, que es, sin lugar a dudas, lo peor de lo peor. Pero si volvemos a viajar con seguridad, señores, este nuevo pliego es admitir que somos españoles de segunda, de tercera o a punto de caerse del furgón de cola.

Los socialistas, que desde la oposición le lanzaban bocados a la yugular a Imbroda por permitir que Madrid adjudicara el contrato marítimo a coste cero o que ampliara la edad de los barcos, son los mismos, con las mismas caras, que hoy nos ofrecen una conexión con la península infinitamente peor que la que conseguimos en tiempos del Partido Popular. No les preocupa, en absoluto, admitir, con la publicación del pliego de condiciones del ministro Ábalos, que los melillenses tuvimos con el imbrodismo el mejor transporte marítimo de nuestra historia.

No les da vergüenza entrar en la hemeroteca como los responsables del retroceso. Creen que llegado el momento se disfrazarán con un traje EPI para recordarnos el annus horribilis que fue 2020. Confían en la desmemoria colectiva. Por eso hay que ponerle cara a esta marcha atrás para que, como mínimo, en el PSOE hagan algo por echar el freno de mano. Gloria Rojas y Sabrina Moh no pueden esquivar su responsabilidad.

No digo que sea fácil, en medio de la crisis económica brutal que vive este país y que permanece enmascarada tras los ERTES, rascar dinero para mejorar los barcos que teníamos. No le estamos pidiendo al PSOE que mejore lo que teníamos. Sólo reclamamos que nos dejen como estábamos. ¿Es mucho pedir?

Si el ataque terrorista a las torres gemelas de Nueva York del año 2001 sirvió de excusa para recortar libertades en todo el mundo Occidental, ahora el coronavirus se está usando para meterle tijera al Estado de Bienestar. Vamos hacia atrás.

Estamos en franco retroceso. Y es bueno que los partidos políticos entiendan que la ciudadanía está recluida en sus casas, pero no es ajena a su mal hacer, a su parálisis. Ahí están los resultados de la encuesta de SyM Consulting que da al PSOE de Melilla entre 2 y 3 diputados, uno menos de los que tiene ahora en la Asamblea. Temas como éste del contrato marítimo le pesarán como una losa en campaña electoral. Esto no hay estrategia de comunicación que lo defienda.

¿Con qué cara podrá un socialista criticar las carencias de transporte marítimo en Melilla en los próximos diez años? Se juegan mucho con esto. Si no hay normalidad, la faena pasará desapercibida. Pero si nos recuperamos, si salimos de ésta, les faltará rincones para esconder su vergüenza.

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