Si a los ojos contemporáneos, el siglo pasado se considera por una amplísima mayoría de analistas e historiadores como la centuria de las guerras, la ‘Primera Guerra Mundial’ o ‘Gran Guerra’ (28-VII-1914/11-XI-1918), marcaría un antes y un después en el inicio de 1900 con unos diez millones de fallecidos, variando en función de las fuentes y convirtiéndose en un refrigerio en comparación con lo que estaría por sobrevenir.
Entretanto, los rigores y las barbaries perpetradas por los actores beligerantes durante la ‘Segunda Guerra Mundial’ (1-IX-1939/2-IX-1945), en teoría deberían haber aplacado las ansias de querer ser, pero el mundo se atinó con un nuevo choque de placas tectónicas: la ‘Guerra Fría’ (1947-1991), que congregaría a más de una docena de laberintos armados en el marco de una contienda política, económica, social, ideológica, militar e informativa entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Hoy por hoy, las tiranteces entre Rusia y Ucrania se desentierran con un gran desenvolvimiento militar ruso y otras operaciones entre los separatistas y las influencias de Kiev, en una complejidad que intrinca a la Unión Europea, UE. Pero, con anterioridad, desde la detonación de esta disyuntiva en el Este de Ucrania, el año 2014 traza la apertura que continuó el rastro de la ‘Revolución Ucraniana’ (2004-2005) y del movimiento ‘Euromaidán’ (21-XI-2013/22-II-2014). Estas manifestaciones y disturbios de índole europeísta y nacionalista tras la anexión de Crimea por parte de la Federación Rusa, se erigieron en la punta de lanza entre las fuerzas de las autodeclaradas República Popular de Donetsk (DPR) y República Popular de Luhansk (LPR) y el Gobierno de Ucrania.
Paralelamente, los miembros de la UE con el empuje de la República Federal de Alemania y la República Francesa, allanaron que Ucrania, Rusia, la DPR y LPR, refrendaran el ‘Protocolo de Minsk’ (5/IX/2014) o el camino para instaurar un alto al fuego. Pese a todo, esto ni contuvo, como tampoco aminoró el ímpetu de la crisis, ya que los quebrantamientos del cese al fuego se convirtieron en algo reincidente.
Lo cierto es, que la disputa se perpetúa truncando vidas y arruinando viviendas e infraestructuras a las puertas de la Unión. Cientos por miles de personas han perecido, de las cuales, 3.000 eran civiles y 800.000 han sido desplazadas. Alrededor de 5,2 millones se han visto perjudicadas por el conflicto activo en el Este de Ucrania, y 3,5 millones requieren urgentemente asistencia humanitaria y protección.
Sin duda, los más perturbados por esta calamidad recae en el colectivo de los mayores, además de las personas con apenas ingresos, enfermos crónicos, discapacitados y, evidentemente, mujeres y niños. No quedando al margen sus principales inquietudes que estriban en la inseguridad, al quedar en manos de insignificantes recursos y de sus familias o vecinos para sobrevivir y acceder a los servicios básicos.
A la par que aumenta la acentuación de esta espiral que engulle, se estableció una frontera de facto de poco más o menos unos 500 kilómetros, entre las parcelas intervenidas y no inspeccionadas por la Administración. Como resultado, la gestión de Ucrania ordenó un riguroso régimen de cruce que ha limitado la libertad de movimiento del conjunto poblacional entre las zonas sometidas y no verificadas.
Y, como no podía ser de otra manera, al otro lado de la línea de contacto, los agentes han impuesto fuertes prohibiciones al traslado de bienes y al desplazamiento de personal humanitario. La denominada ‘línea de contacto’ ramifica regiones fusionadas de antaño, imposibilitando el acercamiento a los servicios esenciales, desmembrando familias, prescindiendo que la ciudadanía obtenga cualquier fórmula de sostenimiento y, por último, se descomponen los vínculos sociales.
A resultas de todo ello, el conflicto ha incomunicado tramos rurales y pequeñas metrópolis concernientes al área subyugada por el Gobierno de los dos principales focos urbanos provisores de los servicios de la región: Donetsk y Luhansk.
Estas localidades están emplazadas en la franja no controlada y por ello las personas afligidas, deben contrarrestar ingentes trabas físicas y no físicas para llegar a unos mínimos de atención sanitaria y a los servicios sociales.
En resumidas cuentas, hombres y mujeres, e incluso, familias enteras, precisan atravesar con asiduidad los límites fronterizos para al menos, contactar físicamente con sus parientes; o, tal vez, inspeccionar sus posesiones, extraer alguna cantidad de dinero o cobrar su pensión. Recuérdese al respecto, que en 2018, rondó una cifra media periódica de más de un millón de idas que franqueaban la línea de contacto.
Sin embargo, esta confluencia supone una serie de contratiempos. Únicamente se constatan cinco puntos de entrada/salida a lo largo y ancho de los 500 kilómetros de la línea de contacto, y más de 30.000 individuos han de superarlo cada jornada. Cuatro de ellos están ubicados en el óblast o provincia de Donetsk y existe la posibilidad de franquearlo por vehículo.
"No es difícil entrever el choque de dos proyectos geopolíticos, porque el cruce de intenciones empeora por momentos, cuando Rusia emprende en la práctica su propuesta de unión aduanera, para sortear que Ucrania coopere en el Acuerdo de Asociación Oriental"
Por otro lado, en el óblast de Luhansk meramente existe un punto de cruce consignado a peatones, formado por un puente deteriorado por los bombardeos y, posiblemente, cercado a diestro y siniestro por los restos de la guerra. Como resultado, esta encrucijada puede alargarse horas inacabables con colas de difícil cuantificación de quiénes resignadamente la soportan.
En esta misma tesitura, el andamiaje de atención sanitaria se ha dañado claramente, induciendo a la contracción tanto de la disposición de sus servicios, como de la accesibilidad. Simultáneamente, las personas aquejadas y con escasa diferencia, 1,3 millones de sujetos en un radio de 20 kilómetros de la línea de contacto, demandan a más no poder los servicios sanitarios.
Es significativo señalar que, de entre los residentes que reciben asistencia humanitaria, Ucrania, cuenta con la proporción más elevada de personas mayores que se eleva al 30%. Inclusive, hasta un 87% tiene carencias especiales de atención sanitaria y que a día de hoy prosiguen sin ser socorridas.
La acogida de la atención sanitaria se ha visto arduamente trastornada tanto en los lugares controlados como no controlados. Con anterioridad a este conflicto, se subordinaba a los centros sanitarios dispuestos en Donetsk y Luhansk para definir los cuidados secundarios y terciarios. Actualmente, las circunstancias a las que han de hacer frente los centros sanitarios, como las excepciones al movimiento, comprendiendo la intersección de la línea de contacto, representan un papel crucial.En una comarca cuyo contexto monetario está de por sí corrompido por los pros y contras, los azotes de las vías y calzadas, además de las salvedades al movimiento de rotación y traslación, la carencia de transporte público y el consiguiente aumento del importe en la locomoción, han aminorado la capacidad de la urbe para aproximarse a los centros sanitarios.
La omisión tanto de tratamientos como de medicamentos, pone en entredicho la supervivencia de muchos enfermos que padecen diabetes, cáncer y complicaciones cardiovasculares, como la hipertensión que es considerablemente frecuente, porque menoscaba a más de la mitad de los habitantes con más de 50 años.
Asimismo, las farmacias son reducidas en los espacios más contiguos a la línea de contacto y han aumentado los precios de las medicinas, lo que problematiza satisfacer la salud de los más vulnerables.
A ello hay que sumarle, la ausencia de medios especializados en la esfera de la atención sanitaria, como uno de los motivos inexcusables del descenso en la disponibilidad de estas áreas. Toda vez, que numeroso personal técnico ha emigrado desde que se iniciaran las discrepancias.
Juntamente, personas cualificadas se apartan de los tramos no controlados por el Gobierno de Ucrania y del cerco comercial aplicado por el mismo, acortan las reservas de fármacos y equipos médicos.
Ante lo expuesto, la población pende de las provisiones de la Federación Rusa, porque la situación adversa ha inutilizado cuantiosas subestructuras sanitarias y, con ellas, algunos componentes que estaban anticuados antes del comienzo de la acometividad. Este sería el patrón que subyace en el Hospital Regional Infantil de Luhansk.
La exclusión, su impacto y el escenario suscitado, aglutinan arduos efectos para la salud mental de quiénes habitan tanto en los parajes controlados como no controlados. A la falta de accesibilidad a los servicios se amplifica la pérdida de la familia y las amistades, como la mella en las condiciones de vida y la imposibilidad de asegurar su sustento y la de sus allegados.
Sin inmiscuir, los riesgos que entrañan un lance permanente de este calado. Obviamente, con el paso del tiempo acumula derivaciones próximas y a largo plazo para las familias desestructuradas y comunidades apesadumbradas; pero, también, para los activos sanitarios que subsisten con este colectivo y a los que asiste.
Sobraría mencionar en estas líneas, que las mujeres y niñas son las más desamparadas, porque diariamente se enfrentan a innumerables dificultades, como a mayores perspectivas de soportar todo tipo de violencia y abusos. Por lo demás, conforme se agranda la violencia de género, se acrecientan los menesteres generales. Las acusaciones por maltrato físico, psicológico, sexual e institucional, siguen siendo elocuentemente irrisorios y no se abordan apropiadamente con las prácticas y los servicios sanitarios adecuados.
Desde la inauguración del conflicto, ‘Organismos Internacionales de Ayuda Humanitaria’ se lanzaron a prestar asistencia y apoyo a las personas damnificadas a ambos lados de la línea de contacto.
Un ejemplo de este último matiz es ‘Médicos del Mundo’ o ‘Médecins du monde’, una de las ONG con acceso a la demarcación no controlada por el Gobierno. Esta se halla en Ucrania desde 2015 y se afana por avalar el derecho a la salud en las provincias de Donetsk y Luhansk, con especial énfasis en el colectivo de la tercera edad, que es el grupo más sensible.
En nuestros días, esta organización no gubernamental de carácter internacional, ayuda afanosamente al distrito de salud en círculos de atención primaria acomodados en los alrededores de la línea de contacto. Haciéndolo intachablemente con dispositivos médicos móviles, medicamentos y otros equipamientos.
Dichos mecanismos engloban el protagonismo de psicólogos y matronas, con la finalidad de afianzar la salud sexual y reproductiva, como la salud mental y el soporte psicosocial como parte prioritaria de la atención primaria. Conjuntamente, en las poblaciones no observadas por la Administración, los formalismos de registro asignados por las autoridades de facto, enmarañan ostensiblemente la vía a la ayuda humanitaria.
En comparación, los departamentos bajo el reconocimiento de la jurisdicción, las modificaciones sanitarias y de descentralización materializadas por el mismo, impiden aún más la embocadura de los servicios sanitarios. De hecho, la administración civil y militar es la ejecutora de estas áreas perturbadas y tiene diversos problemas para implementar la nueva preceptiva. Lo que repercute categóricamente a las comunidades y a los individuos que allí viven.
Pero, cabría preguntarse: ¿por qué la intervención, o si acaso, la escalada rusa en Ucrania? También, como es sabido, denominada ‘Guerra ruso-ucraniana’ (20/II/2014). Los expertos muestran distintas lógicas para esta dinámica belicista. Así, diversos observadores entienden que tanto Moscú como Kiev, están tanteando al Presidente estadounidense Joe Biden (1942-79 años), para confirmar si está por la labor de arrimar el hombro a Ucrania y retar al Kremlin.
Otros investigadores valoran que Rusia quiere remitirle un recado a Ucrania, que recientemente atribuyó sanciones a uno de sus representantes prorrusos y prohibió tres cadenas de televisión afines. En cambio, otros aprecian que el Kremlin quiere inducir a una fluctuación patriótica entre los rusos, antes de los comicios legislativos de septiembre, con su principal opositor Alekséi Anatólievich Navalni (1976-45 años) recluido en la cárcel.
En consecuencia, no es difícil entrever el choque de dos proyectos geopolíticos, porque el cruce de intenciones empeora por momentos, cuando Rusia emprende en la práctica su propuesta de unión aduanera, para sortear que Ucrania coopere en el Acuerdo de Asociación Oriental, juzgado como la táctica por la que se trabaja para integrarla en la Organización del Atlántico Norte, OTAN.
A decir verdad, los barcos ucranianos están prestos en dos ejercicios navales de la OTAN que pueden ser estacionarios: uno, en el Mar Mediterráneo y, otro, en el Golfo Pérsico. El primero, en la ‘Operación Activa Endeavour’ y el segundo, la ‘Operación Ocean Shield’. Mientras, Estados Unidos prosigue realizando las operaciones militares periódicas llamadas ‘Sea Breeze’ en el Mar de Crimea, donde idénticamente se atina la Flota del Mar Negro.
El plan era procurar sacar a Rusia del Mar Mediterráneo y del Mar Negro. Pero, la desaprobación de Ucrania ha puesto en jaque el pacto de asociación oriental, por el que la UE pretende sugestionar a cinco naciones más de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS. Llámense, Armenia, Georgia, Moldova, Bielorrusia y Azerbaiyán. A su vez, Rusia, incita a estos estados a la UAE, que es una Federación de siete emiratos: Abu Dabi, Dubái, Sarja, Ajmán, Ras al-Jaima, Umm al-Caiwain y Fuyaira, con un sistema jurídico basado en la Constitución de 1971. Y otra de las ramificaciones del combate ucraniano para Rusia, es la sustracción o la suspensión de interacción en el complejo industrial de defensa.
Porque, uno de los proveedores trascendentes para la industria de defensa rusa es Ucrania, como ocurre con la elaboración de helicópteros, o el servicio de mantenimiento a los cohetes intercontinentales y partes de aviones. En torno a unas 400 fábricas de defensa rusa están en manos de los ucranianos. Del mismo modo, se confrontan más de 100 fábricas que construyen aviones An-140 y An-148 que participan con el 60% de la producción.
De este modo, Rusia obtiene el 70% de los aviones, pero Ucrania goza de la tecnología, sin la cual, la creación de estos aparatos no sería viable. Luego, un número bastante representativo de fábricas de defensa de Ucrania colaboran con Rusia. Tal es así, que el grado de esta aportación corresponde a más del 80%; a diferencia del continente europeo que únicamente es del 2.5%.
Queda claro, que sin el servicio de Ucrania, la hechura de defensa rusa vería simplificada su producción militar. Esto se debe a que inmediatamente a la desintegración soviética, Ucrania, adquirió cerca del 50% del complejo militar industrial, con un estimado absoluto de 3.500 fábricas, almacenando la productividad de alta tecnología a cuenta de las múltiples y regulares gestiones rusas de defensa. Amén, que la industria ucraniana prácticamente no se modernizó en la etapa postsoviética, y hoy evidencia un enorme atraso y apremia inversión, y esto sólo puede plasmarse si se prolonga el concurso con Rusia.
Aunque parezcan estar prediseñadas para el acoso y derribo, manteniendo la interacción en la producción, Ucrania y Rusia podrían pugnar por los mercados de terceros países. Todo esto prueba la sujeción del entramado de defensa ruso con relación a las fábricas ucranianas que es capital.
Con lo cual, la quiebra de las conexiones en la producción entre ambos actores, resultaría desastroso para el complejo de defensa ucraniano y de costes voluminosos para el ruso.
En otras palabras: para las exigencias de las tropas que operan con misiles de importancia estratégica, el cambio de las partes y agregados ucranianos en los próximos años, se convertirá para la industria rusa en un precio valorado en 20 mil millones de dólares.
"Para ponerle la guinda al pastel, en un encuentro telemático celebrado el pasado 7 de diciembre, Estados Unidos previene a Rusia de graves repercusiones, si el acaparamiento de sus tropas en la frontera de Ucrania se interpreta como una invasión inminente"
Las fuentes consultadas revelan que en la colaboración industrial de defensa juegan aproximadamente 1.300 fábricas, de las cuales, 100 incumben a Ucrania y el 70% derivan crucialmente del suministro de sus socios rusos.
Hipotéticamente, si Ucrania aspirase a reorientar su industria armamentística al mercado europeo, ciertamente no podría hacerlo, porque se le contempla como un competidor y si se propusiese fabricar para la OTAN, ésta dispone de otros estándares distintos de producción.
Una ruptura en esta cooperación llevaría a cotas inimaginables poniendo en peligro la seguridad nacional de dichos estados. Por esta coyuntura, Rusia ha ido reemplazando pausadamente partes y agregados militares procedentes de Ucrania desde 2010, a la vez, que los produce por sí mismo y los compra en Occidente.
Y en tanto, Estados Unidos se ha afanado en reorientar a Ucrania en dirección a Occidente, con la tentativa de integrarla a la OTAN, lo que adquiere un alcance importante para la vigencia del manejo de la industria de defensa rusa, haciendo un recordatorio de las sanciones políticas y económicas de Estados Unidos y de la UE impuestas en 2014.
En estos términos, es inevitable la alternativa del modelo especulativo de financiamiento, a un estándar conducente a la oferta del crédito para el desarrollo invariable y la innovación de la economía. Pero esta proposición, hasta antes de las sanciones, no había tenido eco en los dirigentes del Banco Central, que permanecen vislumbrando las recetas del Fondo Monetario Internacional, FMI, encauzadas a los intereses del capital extranjero.
Finalmente, este es el desafío más peligroso latentemente con Moscú desde la Guerra Fría. Tras el incremento exponencial de tropas rusas en los límites fronterizos, la OTAN y el Kremlin se vierten intimidaciones alternativas. Y en medio de esta incertidumbre, el Ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba (1981-40 años), ha reivindicado sanciones económicas contra Moscú como procedimiento persuasivo para contener lo que entiende como una potencial intrusión rusa.
En los últimos meses, Ucrania viene declarando la supuesta expansión de tropas rusas en sus límites, pero últimamente el avance es manifiesto. Más aún, desde que el ejército encabezara acciones a gran escala en más de treinta campos de concentración de seis regiones.
Tal es así, que el Ministerio de Defensa ucraniano presume que más de 114.000 soldados rusos están desenvueltos en los sectores limítrofes en el Noroeste, Este y Sur de Ucrania, incluyéndose unos 92.000 soldados de infantería, fuerzas aéreas y marítimas. El despliegue tiene tanta envergadura y amplitud, que varias administraciones de Occidente, entre ellas, Estados Unidos y la UE, han avisado sobre un factible y próximo asalto.
Y para ponerle la guinda al pastel, en un encuentro telemático celebrado el pasado 7 de diciembre, Estados Unidos previene a Rusia de graves repercusiones, si el acaparamiento de sus tropas en la frontera de Ucrania se interpreta como una invasión inminente.
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