Maggie Smith (Ilford, 28 de diciembre de 1934-Londres, 27 de septiembre de 2024), actriz británica archiconocida por grandes y pequeños. Su carrera comenzó en el Oxford Playhouse e hizo su debut actoral en 1952 con la obra Noche de reyes. Trabajó en el Royal National Theatre de Londres durante los sesenta, cuando saltó a la fama al interpretar a Desdémona en Otelo, personaje que volvería a interpretar en la versión cinematográfica de la misma obra en 1965 y que le daría su primera nominación al Óscar. Para profundizar sobre esta figura del mundo de la interpretación recientemente fallecida El Faro de Melilla entrevista a José Antonio Jiménez de las Heras, profesor en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid y director de la Plataforma de Contenidos Audiovisuales y Digitales para la Docencia y la Investigación.
Yo creo que por dos motivos, el primero porque ha trabajado con grandes directores (de los más relevantes de la historia como: Alejandro Cuarón, Laurence Oliver, George Cukor, Jack Clayton, Joseph L. Mankiewic, Robert Altman, Guy Hamilton, John Guillermin, o James Ivory) y el segundo motivo, por la versatilidad de su talento, es decir, por su capacidad de ponerse en la piel de personajes muy variados y bordarlos, que la convierte en una actriz brillante.
Efectivamente se baja el telón sobre un tesoro nacional y diría que mundial, porque con la interpretación de Violet en Dowton Abby y Minerva en Harry Potter se convirtió en una actriz intergeneracional, bien conocida por niños, jóvenes y mayores. Antes me he olvidado de otros dos directores con los que también ha trabajado: Hebert Ross y con el propio Spielberg en Hook.
Añadiría que además carismática. La clave de esta gran actriz está en su carisma, su gran magnetismo. Es una actriz que dejaba huella, destacando en ella una gran elegancia. Ha trabajado durante setenta décadas y se ha convertido en una actriz intergeneracional, como señale antes. Su debut fue en 1956 y su última película es de 2023.
Con ella se va una actriz integrada dentro de una ilustre estirpe: los intérpretes formados en el teatro clásico Shakesperiano, una gran escuela interpretativa con amplia tradición. Actrices como ella están en peligro de extinción, si todavía queda alguna (en un registro diferente, aunque cercano, podría hablarse de la excelente Emma Thompson). En la gran pantalla, logró un reconocimiento inicial por la cinta Nowhere to Go de 1958, la cual le brindó una nominación al Premio BAFTA. Ganó dos Premios Óscar por las películas Los mejores años de Miss Brodie en 1969, como actriz principal, y California Suite en 1978, como actriz de reparto, siendo una de las seis actrices que han ganado el Óscar en ambas categorías. Además, obtuvo otras cuatro nominaciones por las cintas Otelo de 1965, Viajes con mi tía de 1972, Una habitación con vistas de 1986 y Gosford Park de 2001. De igual manera, ha ganado cinco BAFTA, cuatro como mejor actriz y uno como mejor actriz de reparto, cuatro Emmy, tres Globos de Oro, un premio Tony y dos SAG... poco o nada le quedaba por ganar.
Es de destacar también su carrera teatral, donde ha interpretado innumerables obras, y en las que ha trabajado bajo la dirección de Oliver o guiada por el mítico Noel Coward. Desde joven mostró inclinación por la interpretación, con una presencia magnética. Es un lugar común, desde luego, pero se podría decir de ella que era de esas actrices capaces de llenar una pantalla, como las estrellas clásicas de Hollywood: una presencia escénica impresionante que la llevaba a “robar” todos los planos donde aparecía. Yo creo que esa característica procede de su intensa formación dentro el escenario. Me estoy refiriendo a su formación teatral en un buen sentido.
Hay actores que no son capaces de pasar del teatro al cine, no son capaces de adaptar la intensidad interpretativa del teatro al cine.
En el teatro el actor tiene que llegar a una platea, tanto al que está en la primera butaca como al que está en la última. El actor teatral tiene que ser capaz de trasmitir con gestos, voz, con todo el cuerpo toda una serie de emociones, sentimientos a la platea; podríamos decir que en el teatro el peso de la narración reside, casi en exclusiva, en el propio actor. Por ello la interpretación teatral tiende a ser más marcada.
No es lo mismo ver a un actor en un primer plano en una pantalla que estar sentado en la butaca de una platea donde no existe el concepto del plano. En una butaca del teatro te acomodas y el espectador no tiene la posibilidad de alejarse o acercarse. Lawrence Oliver, por ejemplo, desde mi visión, no llegó casi nunca a adaptarse del todo al mundo el cine... su envarada interpretación en Rebeca, la primera película de Hitchcock en USA, es adecuada para el personaje, pero denota un excesivo apego a la teatralidad; sin embargo, en Espartaco o Marathon Man, Oliver estuvo magnífico como actor de cine (gracias, también a la labor de dirección de Kubrick y Schlesinger, dos excelentes directores de actores), pero solo lo consiguió puntualmente. En el teatro el actor lo es todo y en el cine no.
Smith es también reconocida por su extensa labor en el mundo del teatro, como no podía ser de otra manera, y con un talento que, para mí, es inigualable. Tenía habilidad para capturar la esencia de los personajes, algo que procede, sin duda, de su gran formación teatral. La actriz inglesa hace el paso al cine de una forma natural. Su experiencia en las tablas, su formación teatral clásica se nota en buen sentido, en la versatilidad, ya sean personajes dramáticos, trágicos o con un punto cómico o irónicos como el que interpreta en Dowton Abby o Harry Potter.
Era un personaje muy cercano a los jóvenes protagonistas, y a ella acudían cuando tenían que contar sus problemas, sintiéndose comprendidos. Ella era su confidente. Y es que el personaje de Minerva tenía esa faceta maternal que ella potenciaba con su interpretación: rigurosa, pero tierna y comprensiva, siempre elegante y discreta; una perfecta heroína victoriana inserta en una saga de Cine Fantástico. Su papel en la serie de Harry Potter no aumento su prestigio, algo innecesario, pues ya estaba más que consolidado en esa época, pero sí la dio a conocer a un público masivo, tanto a padres como a hijos, para los que el mago adolescente supone aún un referente mundial a lo largo de varias generaciones; de ahí una buena explicación de su última popularidad y de la repercusión global de su fallecimiento.
Una coincidencia que impregna de melancolía a los apasionados del mundo de Harry Potter, un fenómeno cultural que ha tocado a muchas generaciones.
Sin ser protagonista, su personaje se convierte en el más recordado de la serie y las películas posteriores, por su talento, inteligencia e irresistible ironía. Si en el un plano conviven varios actores, su interpretación es tan magistral que nuestros ojos no pueden evitar centrarse en ella. Dejaba una huella indeleble e imprimía carácter a las películas donde ella participaba.
No sé si sus mejores interpretaciones, pero mis películas favoritas en las que ella ha participado serían la adaptación de Otello de Oliver, Siempre estoy sola y La solitaria Pasión de Judith Hearne, ambas de Jack Clayton, uno de mis directores favoritos y un grande del cine que desgraciadamente sigue estando muy infravalorado, pero que atesora un puñado de obras maestras en una filmografía, por desgracia, demasiado corta.
También me gusta mucho Viajes con mi tía de George Cukor, basada en una novela de Grahan Green o la un tanto olvidada y, para mí, magnífica Mujeres en Venecia de Mankiewicz. También me gustaría destacar su papel en el drama victoriano de Una habitación con vistas dirigido por James Ivory.
Ah, y no olvidemos Muerte en el Nilo de John Guillermin, es una película muy entretenida, muy bien realizada y que me gusta bastante y supone para mí la mejor adaptación de Agatha Christie después de la casi obra maestra de Lumet en la adaptación de Asesinato en el Orient Express. En esta adaptación de la novela de Christie por parte de Guillermin, Smith destaca por su duelo interpretativo, nada menos que con Bette Davis (interpretando a la amargada y deslenguada dama de compañía de la Davis), interpretando un personaje con un acento cómico y casi paródico que demuestra ese talento de inmensa versatilidad y ese carácter del que siempre hizo gala en sus películas.
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