MELILLA y Ceuta son las únicas autonomías españolas que de enero a junio de este año han registrado un incremento de los nacimientos pese a la crisis. En el primer trimestre de este año nacieron en la ciudad 721 niños, frente a los 711 del año pasado. Aunque el incremento no es muy abultado, lo cierto es que entra en contradicción con lo que ha ocurrido en el resto de España, donde los alumbramientos han caído en picado.
Es evidente que el bache económico que está atravesando nuestro país ha obligado a muchas familias a postergar la maternidad y la paternidad para cuando escampe. Sin embargo, la ciudad mantiene sus datos positivos, aunque sí ha notado un descenso en el número de bodas. Al parecer, eso sí puede esperar.
Los enlaces matrimoniales han descendido este año en Melilla un 20%. Como en el resto del país, hay más bodas civiles que religiosas, aunque las celebraciones cristianas han registrado un leve repunte, respecto al año pasado.
Al aumento del número de nacimientos en Melilla detectado por el Instituto Nacional de Estadística en el primer semestre de este año hay que sumarle el descenso en el número de muertes y ya puestos, en este punto habría que pensar en serio en el futuro.
Los oráculos estadísticos han avisado ya de que Melilla seguirá ganando población en los próximos diez años. Por una parte, casi con total seguridad, tendremos más representantes políticos en la escena nacional, pero por otra, vivimos en una ciudad que tiene poco más de 12 kilómetros cuadrados y escaso terreno por urbanizar. ¿Dónde vivirá tanta gente? ¿Cómo se cubrirán las necesidades de vivienda de los miles de melillenses que están por venir? Y lo más importante, ¿en qué trabajarán?
No estaría mal que nos planteáramos cómo vamos a resolver el futuro de esta ciudad.
Muchos expertos apuestan por potenciar el turismo y puede que ésta sea la varita mágica que nos arregle la vida, pero para ello primero hay que solucionar el problema del transporte. Es cierto que en los últimos años ha mejorado, pero también lo es que siempre se puede estar mejor. Y de eso se trata, de confiar en que todo tiempo futuro tiene que ser mejor.
Ahora bien, no nos volvamos locos con las estadísticas. Hace diez años los pronósticos hablaban de una superpoblación de la mayoría de comunidades autónomas y llegó la crisis y los vaticinios saltaron por los aires. Aún así, no está de más pensar en ello.
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