La autoescuela Vial, en la calle General Polavieja, es la única acreditada en Melilla para la recuperación (total o parcial) de los puntos del carné de conducir. Habitualmente se realiza cada dos meses el primero y mensualmente el segundo en función del número de alumnos. Anteriormente era obligatorio por ley hacerlos con esa frecuencia. Pese a que ya no lo es, la autoescuela sigue manteniendo aproximadamente esas frecuencias.
Son 20 personas en cada curso, la mayoría de los cuales perdieron los puntos por conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas. Otros perfiles están relacionados con la velocidad -conducción temeraria- y el uso del teléfono móvil. Cuando el alumno ha perdido los puntos por sentencia judicial, se añade a los factores anteriores la conducción sin la posesión del pertinente permiso. Según el director de la autoescuela y profesor de los cursos, Carlos Javier Beltrán, hubo un tiempo en que se dieron muchos casos de estos. “Cuando pasó a ser delito, se estabilizó, pero ahora vuelve a haber mucha gente sin carné que sigue conduciendo”, afirma.
Beltrán explica que el propósito del curso es sensibilizar sobre los accidentes y que los alumnos se den cuenta del peligro que conlleva conducir un vehículo. Sin embargo, la predisposición de los alumnos es baja, aunque, según el profesor, “algunos saben que lo tienen que hacer y vienen mejor y otros piensan que es un saca dinero y vienen como más forzados”.
El curso hace mucho hincapié en el uso de alcohol y drogas, en la excesiva velocidad y en las distracciones -como el empleo del teléfono móvil- como causas principales de los accidentes de tráfico, pero no descuida otros aspectos que también restan puntos, como el no uso del cinturón de seguridad y la sillita del niño.
El último curso de recuperación total de puntos se realizó entre el 27 de febrero y el 5 de marzo. En él, 20 personas de edades variadas. Todos hombres, eso sí. Para los musulmanes, había un problema: la ruptura del ayuno durante el Ramadán. El profesor lo solucionó dejándoles comer, llegada la hora, en el aula mientras se desarrollaba la clase.
Beltrán lamenta la coincidencia, pero la justifica. Resulta que antes tenían la obligación de hacer una programación anual a primeros de año y colgarla en el sistema de la Dirección General de Tráfico (DGT). Así, preveían de antemano no coincidir con festivos. Desde el pasado mes de noviembre, con el sistema libre, las autoescuelas sólo han de avisar con 15 días de antelación. También cuenta que la autoescuela no contaba con que el Ramadán fuera a caer tan pronto. Pero, sobre todo, el problema fue que el último curso se había hecho en noviembre y el de enero no se pudo hacer porque, de las dos psicólogas con las que cuenta habitualmente la autoescuela para estos cursos, una se encuentra de baja y la otra no quiere seguir. Como la parte psicológica es obligatoria, no se pudo realizar el curso en enero y, ante la falta de solución por parte de la DGT, finalmente Mónica Hernández les hizo el favor. Al haber que avisar sólo con dos semanas de antelación, Beltrán no cayó en la cuenta de que coincidía con el Ramadán. De todas formas, tampoco se podía esperar más.
En el curso, se tratan, en general, aspectos relacionados con los accidentes: el factor humano (alcohol y drogas, velocidad y distracciones), la vía y el estado del vehículo. El principal, con un 70 por ciento de los casos, es el primero. Se habla de la importancia de mantener la separación con el vehículo de delante, del peligro del uso del móvil (incluso con manos libres), de las multas, de los puntos o de la importancia de llevar abrochado el cinturón de seguridad en todas las plazas. Los alumnos aprenden que el ‘airbag’, sin el cinturón, no sólo no sirve de nada, sino que puede ser contraproducente por la violencia del choque. También se tratan los sistemas de sujeción y retención de los niños.
Las clases traen algunas otras lecciones. Por ejemplo, que los caminos más peligrosos para los accidentes son los que mejor conocemos, porque precisamente por ello tendemos a cometer más infracciones. También son peligrosas, evidentemente, las vías por las que se circula por primera vez. Se aprende que hay grupos de riesgo en la circulación, que son los peatones, los mayores, los niños, los ciclistas y los motoristas.
Se aprende que la velocidad excesiva es un riesgo y se focaliza en la importancia de estar centrado en la carretera. Se comentan las repercusiones de los accidentes para otras personas, incluso las consecuencias psicológicas para uno mismo por hacer daño a otros, y de cómo los siniestros se acaban convirtiendo en un problema de salud para la sociedad. Muchos de estos accidentes, por cierto, se evitarían simplemente cumpliendo las normas de tráfico.
En definitiva, los valores esenciales para una conducción segura son el respeto, la precaución y la responsabilidad y sería importante promover la educación vial desde pequeños.
La psicóloga
Dentro de las 20 horas semanales, una parte de ellas está reservada a la psicóloga. Como recuerda Hernández, en principio, en Melilla sólo hay dos psicólogas que tengan la formación necesaria para impartir estos cursos y la otra está de baja, con lo cual sólo queda ella.
Tal como cuenta, el objetivo de su parte es “fomentar el cambio de actitud en la conducción que, de alguna manera, garantice que esta sea segura y una toma de decisiones adecuada que prevenga los accidentes o garantice unas consecuencias menores”.
Ella, quien lleva colaborando en estos cursos desde 2007, cuando fue habilitada la autoescuela, está en la misma línea que Beltrán. “Hay personas que realmente se lo toman en serio y hay otras que van al curso como mero trámite para recuperar sus puntos”, apunta. No sabe si su tarea es realmente útil o no, porque luego no les realiza seguimiento, por lo que desconoce si después ponen en práctica los criterios que se trabajan. En el último curso, había personas que lo estaban realizando por tercera vez. Con todo, aclara que “la esperanza de este proyecto es que realmente haya un cambio de conducta y que esa prevención a la hora de conducir consiga no sólo no volver a perder los puntos, sino que realmente haya una educación vial efectiva que consiga una sociedad mejor”.
El testimonio
El curso cuenta asimismo con un testimonio de una persona a través de videoconferencia. Juan, de Aesleme Galicia -una asociación que se dedica a la prevención de accidentes de tráfico-, tiene una lesión medular. En primera persona, cuenta las posibles consecuencias físicas de los accidentes, como el traumatismo craneoencefálico, la paraplejia y la tetraplejia, ayudado de varios vídeos de concienciación. En uno de ellos, sale un conductor que se duerme al volante y, al ir sin cinturón, sale rebotado hacia atrás y choca contra una de las ventanillas. Después se ven las consecuencias: tiene problemas cerebrales, no se vale por sí mismo y necesita ayuda de sus familiares para hacer cualquier cosa.
También él subraya la importancia de abrocharse el cinturón de seguridad en todas las plazas y en cualquier trayecto, por corto que sea, ya que muchos de los accidentes se dan en estos casos.
Entre sus consejos, no coger el coche si se ha bebido alcohol o tomado drogas y no subir al coche de quien conduzca bebido o drogado. Le ayuda un vídeo de una chica que sale de fiesta y, a la vuelta, le choca un conductor borracho. Después, su madre llora destrozada.
Muestra otros vídeos de personas que han perdido a sus seres queridos por culpa de conductores imprudentes, así como algunos testimonios sobre accidentes de moto en los que el conductor no llevaba puesto el casco.
Posibilidad ‘online’
Las últimas horas del curso, en las que se realiza una especia de balance o resumen de los contenidos estudiados, se pueden realizar de manera ‘online’. Un buen número de los alumnos se decantaron por esta opción la última vez.
Uno de quienes prefirieron acudir a la autoescuela y que nunca había realizado el curso -aunque, por fortuna para él, no tiene que examinarse después, porque su delito no fue tan grave- aseguró que lo veía bien, porque se adapta a cada tipo de persona y el ambiente es muy bueno. “Hacemos bromas entre nosotros y el profesor está perfecto en su labor”, declaró a El Faro.
Pese a todo, su esperanza -y la del resto de alumnos- es no tener que repetirlo.