El pasado 23 de julio, el Congreso de los Diputados votaba en contra la reforma de la Ley de Extranjería. La irresponsabilidad y la falta de humanidad del PP, que ya es indistinguible de Vox, hizo que se quedara por el camino una reforma que nos tenía que permitir dar una respuesta solidaria y estable a la situación de vulnerabilidad que atraviesan niños y adolescentes llegados a nuestro país sin adultos a cargo, así como a la urgencia de comunidades que son frontera, como la nuestra.
En esos momentos, la crisis humanitaria afectaba de lleno a Canarias, comunidad que lanzaba un SOS al Gobierno central y al resto de comunidades para el reparto solidario de menores que dependía de la voluntariedad y de lo acordado en la Conferencia Sectorial. Ninguno de esos acuerdos se habían cumplido hasta la fecha y se llevaba al Congreso una reforma de la Ley de Extranjería que obligaba a hacerlo efectivo.
Las tres autonomías afectadas y beneficiarias principales de la reforma, Canarias, Ceuta y Melilla, son gobernadas por el Partido Popular. Pero, en su afán por tratar erosionar al Gobierno de España, los diputados populares en el Congreso, la Diputada por Melilla inclusive, votaron en contra de las comunidades autónomas y los ayuntamientos en los que gobiernan. Hasta dejaron caer 10.000 millones de euros que iban a disfrutar comunidades y ayuntamientos con más margen de gasto, rechazando la senda presupuestaria, acompañados los populares por los votos de los ultraderechistas de Vox y de los independentistas de Junts per Catalunya. Esta vez, la derecha española y catalana aparcó diferencias por el odio común que les tienen a los menores extranjeros no acompañados, o MENAS, calificativo que la extrema derecha usa con frecuencia para deshumanizarlos y criminalizarlos.
Recordamos las palabras vacuas de la diputada por Melilla apelando al patriotismo para justificar su voto, en contra de una política de Estado responsable y en contra de una solución estructural a una situación insostenible y de emergencia humanitaria. En fin, un voto en contra de los melillenses, principales beneficiarios de la reforma, junto a canarios y ceutíes.
Si hace un mes la crisis la sufrían los canarios, ahora es Ceuta, la Ciudad Autónoma hermana, la que hace una petición de auxilio al Estado. A través de una carta, advierten con “datos elocuentes” que la ciudad se encuentra absolutamente desbordada: “Ceuta acoge cinco menores no acompañados por cada mil habitantes, cuando la media nacional no llega al 0,001 por ciento y, en estos momentos, el número de menores supera un 360% a la capacidad de acogida que le corresponde”.
Y el Gobierno de Ceuta no se anda con rodeos en la misiva: “una situación que, lamentablemente, es consecuencia de la falta de una respuesta de Estado adecuada, solidaria, responsable y eficaz (…) convencidos de que la debida atención a menores no acompañados constituye un deber inexcusable; y que el asunto nos incumbe a todos, no sólo a las fronteras terrestres y marítimas”, -apunten esta observación-, “las cuales no pueden quedar abandonadas a su suerte hasta convertirlas en cárceles de inmigrantes, adultos y menores (…) se sienten obligados a realizar esta petición, para que, de manera inmediata, sin más dilaciones, se promueva, acuerde y acometa, de manera consensuada y corresponsable, la antes mencionada respuesta, dando así cobertura, con un enfoque estructural, a la situación de emergencia humanitaria que sufrimos”, –quiero subrayar este enfoque de la petición-.
Y termina la comunicación: “una petición de socorro que hacemos desde Ceuta, un lugar cuya estabilidad, en todos los aspectos, y seguridad están afectados por unos condicionantes, riesgos y amenazas sin parangón en el resto de España, salvo en el caso de Melilla, tal y como reconoce la vigente Estrategia de Seguridad Nacional”.
La desesperada carta del Gobierno de Ceuta, presidida por el popular Juan Vivas, -que bien podría ser del Gobierno de Melilla-, por el enfoque y los ruegos que realiza, se ve, claramente, que está dirigida más a la oposición que realiza su propio partido político en el Congreso, -siéntanse interpelados el Diputado y la Diputada de ambas ciudades autónomas-, que al Gobierno central que, hace tan solo un mes, presentaba la iniciativa parlamentaria para reformar la Ley de Extranjería y obligar al resto de comunidades a responder desde un enfoque estructural y no voluntario, poniendo el acento en el deber humanitario con los menores y no en la supuesta emergencia migratoria (como ha defendido el PP, junto con Vox y Junts, con su voto en contra al debate parlamentario).
Dice un sabio refrán español: “cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar”. Y en Melilla, gracias a la irresponsabilidad y falta de humanidad y de solidaridad del PP, estamos más cerca de sufrir lo que en estos momentos viven ceutíes y canarios.
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