El Ilustre Colegio de Veterinarios de Melilla, a través de una nota de prensa, informó de que no tienen constancia oficial o por escrito del no funcionamiento del horno incinerador de cadáveres de animales.
El pasado 13 de septiembre, fuentes consultadas por El Faro aseguraron que el horno de animales que hay en la incineradora lleva años sin funcionar. Indicaron que todos los animales fallecidos, desde las mascotas a corderos o vacas de ganaderías, van al horno general en el que se incinera la basura. El jefe de explotación de Remesa confirmó a El Faro que no se usa el horno de animales y que todo va al general porque tienen el permiso de la Ciudad y de la autoridad ambiental para ello, entre otras cuestiones.
Este miércoles, el Ilustre Colegio de Veterinarios comunicó que “las clínicas veterinarias de Melilla como gestores de los cadáveres de animales de compañía deben estar dadas de alta en el registro correspondiente, debiendo encargarse de vigilar y cumplir todos los aspectos necesarios para la aceptación del cadáver en Remesa (bolsa específica con cierre hermético, documento de identificación del residuo, transporte y pago de la tasa correspondiente de incineración), gastos que son trasladados al propietario del animal en el momento de la recogida del animal en la clínica veterinaria”.
La nota de prensa continúa explicando que “una vez depositado el cadáver en las instalaciones de la incineradora, será Remesa la única responsable del destino final de los restos del animal, no teniendo constancia oficial o por escrito este Colegio de la citada vicisitud (no funcionamiento del horno incinerador de cadáveres animales)”.
El 13 de septiembre, el Faro publicó la denuncia de un ciudadano que aseguró que había conocido que su mascota que había fallecido iba a ser incinerada en el horno general con el resto de la basura y no en el de los animales. Lamentaba que no se informara de esta cuestión a los dueños de estos animales porque le parecía importante saber si su mascota iba a acabar con el resto de la basura o bien en un horno específico para ellas.
El jefe de explotación de Remesa explicó a El Faro, el mismo día, que desde la empresa no eran conscientes de que los propietarios de mascotas desconocían el tipo de horno al que va su animal una vez que fallece. Aseveró que no se puede medir el daño moral que se puede causar a una persona por no conocer este dato, pero indicó que cualquier persona podía saberlo si preguntaba en la planta o través de los veterinarios o los transportistas que se encargan de trasladar a los animales a la incineradora. Insistió en que no ha habido ánimo de engañar a nadie con este tema.
En cuanto al tema de la tasa que tiene que abonar el propietario de una mascota para que ésta sea incinerada, argumentó que Remesa es una empresa que ofrece un servicio. Para incinerar o tratar determinados residuos o basuras, las empresas tienen que pagar una serie de tasas. Éste también es el caso de la Ciudad.
El ayuntamiento es un cliente más de Remesa y paga por la basura que se incinera y se recoge en la calle. Si la Ciudad se hiciera cargo del coste de la incineración de animales de compañía, esta empresa no cobraría por dicho servicio.
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