Que me causa tantos admiradores como detractores y que, sin embargo, siempre me resulta mucho más gratificante como periodista que las labores de edición y coordinación extremas que me ha tocado realizar en ausencia de mi compañera Pilar Ortega. Bienvenida y bien hallada por tanto mí querida subdirectora y paso a lo mío, que tras una semana larga es mucho porque mucho es lo que siempre sucede en esta tierra nuestra.
No me voy a sustraer de los tintes últimos de la nefasta polémica en la que Amín Azmani se terció como un débil políticamente hablando, para desprestigio final de su partido e intento vano de desacreditarme. Como dice el refrán, las mentiras tienen las patas muy cortas y si mal estuvo lo que hizo Azmani, desmintiendo lo que no dejaba de ser cierto para después intentar echar marcha atrás y contar malamente medias verdades, peor estuvo que desde el PSOE se intentara echar por tierra mis dos décadas largas como profesional del periodismo. Tras lo sucedido, algo tendría que haber pasado en el susodicho partido, pero esta visto que en Melilla nunca pasa nada cuando del paraguas propio se trata y sí mucho cuando lo que se cuece ocurre bajo las siglas del adversario.
Hablando de siglas, no sé si ustedes se percataron, pero a mí me impactó el sobrenombre en clave de agente secreto que el portavoz de la Comisión Islámica de Melilla puso a los supuestos autores intelectuales de los disturbios en la Cañada. El bautizado ‘BKK’ con que Samir Mohamed se refirió a los susodichos ‘culpables’, a la sazón -según detalló el mismo portavoz- Benyahya, Abdelkrim y Kaddur. El recurso, tan efectista como dudosamente ingenioso, impactar, impactó. Hasta yo pensé que se iba a referir a algo oculto y extraño cuando andaba leyendo la información al respecto de nuestra jefa de sección Silvia Perdiguero. Al final, no hubo sorpresa, más de lo mismo pero con toque de SS, GESTAPO o 007 versión Melilla. Lo dicho, toda una guinda para los anales de quienes quisieron inventar lo inimaginable con tal de no reconocer que en cuestión de empleo, los Planes del SPEE, de Arana y Delegación del Gobierno, deberían de hacerse con otros parámetros para repartir los trabajos entre el mayor número de unidades familiares posibles. Y aunque aleguen que la legislación no lo permite, tampoco hasta ahora supuestamente la misma normativa permitía que los preseleccionados para esos contratos se hiciesen públicos y, sin embargo, al final sí se divulgaron en papel prensa como ya venía haciéndose en Ceuta desde hace tiempo sin necesidad de tantos dimes y diretes.
Paso página y retomo la actualidad más inmediata, que no sólo se centra en la marcha atrás del Gobierno ZP para remediar su pésima decisión de conceder una subvención de casi 60.000 euros a una ONG de Marruecos muy activa en la defensa del irredentismo anexionista marroquí sobre Melilla y Ceuta. Como dice la senadora del PP por Ceuta, Luz Elena Sanín, no basta con negar finalmente la subvención alegando motivos burocráticos. Melillenses y ceutíes siempre esperamos algo más de contundencia en la defensa clara de nuestros intereses que, al fin y al cabo, son también los de España. Pero este Gobierno socialista, que se crea sus propios problemas, tampoco sabe salir airoso de ellos cuando decide rectificar, de modo que por mucho que rectifique no logra dejar contento a nadie.
Y si de cuestiones de actualidad hablamos, la principal es el retorno de Velázquez, que aún no ha podido incorporarse a su nuevo puesto en el Hospital Comarcal de Melilla y que sólo con anunciar su llegada ya está provocando temores para todos los gustos. Son tantos los rumores que para aclararlos sólo me falta sosiego y oportunidad para poder departir con el expresidente de esta ciudad y destacado médico de nuestra sanidad pública. Comprendo que su retorno provoque recelos en la organización local de su partido, el PP, que desde su marcha se ha reinventado más que renovado, a causa de su integración con UPM.
Al PP melillense le pasó que el pez chico se comió al grande, y en esa tesitura un líder popular e histórico del carisma de Velázquez, puede verse quizás como una amenaza para el nuevo tablero que acabó por diseñarse. No obstante, es imposible olvidar que Juan José Imbroda llegó a la Presidencia de la Ciudad con el apoyo, entre otros, de Velázquez, quien jugó por demás un papel preeminente si no me equivoco como consejero de Presidencia en ese Gobierno de concentración, surgido de la moción de censura que derrocó a Aberchán y en el que también participó el mismo Partido Socialista que hoy es aliado de CpM.
Personalmente creo que son más los interesados en fabular sobre Velázquez que el propio expresidente de la Ciudad. Me parece un síntoma claro de falta de oposición que se quieran volcar en Velázquez expectativas de crítica al Gobierno Imbroda que, por sí mismos, otros no han sido o no son capaces de protagonizar. El tiempo, que siempre es sabio, será el que ponga las cosas en su sitio.