Deportes

Claves de la selección canaria que fue campeona en minis en 2017

Este artículo trata de plasmar aquellos aspectos más relevantes que desarrollamos con las Selección Canaria Minibasket durante el Campeonato de España de 2017, con la que obtuvimos la medalla de oro.

El hándicap fundamental que tenemos para la formación de la selección y la preparación del campeonato viene motivado por la insularidad. Hay que tener en cuenta que en 5 de las 8 islas hay baloncesto federado y ello supone que la detección de jugadores y gran parte de la preparación se ha de realizar con grupos de trabajo previos de forma independiente en las diferentes islas. A partir de esa preparación previa, se formó un grupo de 15 jugadores con el que se realizaron un total de 5 sesiones de entrenamiento y finalmente con los 12 jugadores que acudieron al campeonato se hicieron un total de 7 sesiones más, incluyendo los partidos de preparación. Por otro lado, la lejanía con el territorio peninsular hace inviable disputar partidos preparatorios con selecciones de otras comunidades, por lo que recurrimos a equipos de categoría preinfantil o infantil de las islas que nos permitan llegar en las mejores condiciones de preparación al campeonato.

Para la formación de la selección que acude cada año a un campeonato de este tipo nos fijamos en una serie de parámetros de forma individual en cada uno de los jugadores:

- Cualidades técnicas, tanto en el apartado ofensivo como en el defensivo

- Características físicas y antropométricas, por ser un campeonato de alta exigencia debido a la concentración de muchos partidos en pocos días y por la velocidad a la que se juegan los mismos.

- Bagaje de recursos tácticos individuales y colectivos con los que el jugador ya cuenta tanto en ataque como en defensa, así como la capacidad de asimilación de nuevos conceptos en breves espacios de tiempo.

- Aspecto social: Tan importante como los anteriores nos fijamos en si el jugador es capaz de adaptarse a un nuevo grupo, su actitud, iniciativa, carácter competitivo comportamiento…

A partir del análisis individual de cada jugador tratamos de llevar el mejor equipo posible. Ello hace que no vayan los 12 mejores jugadores sino los 12 que van a formar lo que nosotros entendemos como el mejor equipo posible. En el caso concreto de la generación del 2005 entiendo que alcanzar este objetivo fue la clave del éxito toda vez que se consiguió un formar un grupo con jugadores muy versátiles, con una altura media destacada, con capacidad de sacrificio y con mucho talento ofensivo, destacando las cualidades técnicas, especialmente el tiro y la madurez, impropia de esta edad, a la hora de tomar decisiones.

Un aspecto significativo del minibasket en general y de este campeonato en particular es que se juega siempre a la máxima velocidad y en consecuencia que se dan muchas situaciones de contraataques, transiciones y superioridades. Es por ello que los jugadores asumieron la idea de que nuestro ataque comenzaba con el trabajo de nuestro rebote defensivo y partir de ahí el objetivo era llegar lo antes posible a la otra canasta, teniendo en cuenta las siguientes normas.

- Jugador que coge el rebote nunca sale botando (salvo que sea un rebote largo y saque ventaja con el bote).

- Primer pase siempre al lado por el que se ha cogido el rebote (prohibido los pases a través de la zona).

- No se busca al base. Cualquier jugador que reciba el primer pase puede salir botando.

- Obligatorio el pase a cualquier jugador que corra sin defensor y que esté más adelantado que el hombre con balón (y dentro de nuestro rango de pase).

- Todos corren!!!!

La capacidad para correr que tenían nuestros hombres altos nos dio muchos puntos en situaciones de transición.

Ataque 5x5

Nuestra estructura ofensiva en ataque estático partía de una disposición con una primera línea con dos jugadores, dos aleros en una posición de entre 30 y 45 grados con la canasta y un jugador grande que partía de la posición de poste bajo. Con ello pretendimos tener una mayor amenaza en el lanzamiento exterior, dado que contábamos con un buen número de jugadores capaz de anotar de tres puntos y con un rango de tiro amplio, además de abrir espacios para cortes en la zona y puertas atrás.

La disposición de los aleros era esa para permitir penetraciones tanto por arriba como por fondo. Por último, favorecía una correcta colocación para atacar el rebote ofensivo y para favorecer el balance defensivo.

A partir de ahí teníamos como principios de nuestro ataque los siguientes:

- Dar iniciativa al hombre con balón.

- Jugador sin balón “no estorba”: genera situaciones de pase para el hombre con balón

leyendo su acción y la reacción del hombre que defiende al jugador sin balón (buscar la espalda).

- Todos pueden pasar por todas las posiciones.

- Cortamos si creamos ventajas, si no, intercambiamos posiciones.

- Nunca recibiremos si estamos estáticos:

Fintas de recepción, cambios de ritmo, puertas atrás, intercambio de posiciones…

- La primera línea siempre debe estar ocupada por dos jugadores.

- Los jugadores por debajo del tiro libre atacan el rebote ofensivo, y los que están por detrás trabajar el balance defensivo.

Mano a mano

Otro de los recursos que empleábamos, debido por una parte a que contábamos con buenos manejadores de balón y con el fin de generar ventajas, aunque bien es cierto que en muchas ocasiones abusábamos de él, debido en gran medida a evitar pérdidas de balón en pases especialmente entre los jugadores de la primera línea. A partir de ahí los jugadores fueron viendo las ventajas que se generaban a partir de las penetraciones tras el mano a mano y también fueron capaces de, a partir de la reacción de los defensores al iniciarse el movimiento, leer otras ventajas como buscar la puerta atrás.

Defensa

En líneas generales no considero que fuéramos un equipo de grandes defensores individualmente hablando, pero sí muy inteligente a la hora de defender colectivamente. Sabíamos colocarnos, leer las situaciones, resolver inferioridades y sobre todo mucha capacidad de sacrificio que compensaran las deficiencias técnicas. En definitiva, hacíamos buen uso de la toma de decisiones. Promovíamos también la iniciativa y dábamos cierta libertad al jugador para crear situaciones de peligro.

En un campeonato que destaca por los altos marcadores, no recibimos más de 70 puntos en ningún partido, lo que da muestra de, pese a ser un grupo que destacaba por la capacidad ofensiva de los jugadores que lo formaban, colectivamente éramos mejores en el trabajo defensivo.

Como principios básicos que tuvimos durante el campeonato, cabe destacar los siguientes:

- La defensa empieza en el rebote ofensivo.

- Responsabilidad individual tanto en el hombre con balón como en el hombre sin balón.

- En defensa no se descansa.

- Todos defendemos a nuesto jugador y al balón.

- Trabajo continuo de fintas de pies y manos.

- - En la defensa del 1c1 defendemos los pies orientados a defender la canasta.

- Ningún jugador con balón puede estar sin defensor.

- COMUNICACIÓN continua.

- Todos podemos defender a todos.

- DISFRUTAMOS DEFENDIENDO DEFENSA DE LAS TRANSICIONES Y CONTRAATAQUES.

Como norma general atacamos al atacante con balón para así retrasar la salida del otro equipo y tener tiempo para recuperar. Así por ejemplo, tras un lanzamiento nuestro y rebote defensivo del equipo rival, actuaríamos de la siguiente manera:

El jugador más cercano al atacante que coge rebote defensivo trabaja para dificultar el primera pase. El defensor más cercano al receptor del primer pase (d2) “ataca” al balón.El resto de los jugadores corre a la zona defensiva.(d1) defenderá al receptor del primer pase de 1.

Defensa del 5c5 en media pista

Partimos de la base de la importancia de la defensa del 1c1 y de la responsabilidad individual como base de nuestra defensa. Tratamos de no permitir penetraciones y que los cortes en la zona sean “incómodos” para los atacantes (chocar), tratando siempre de interponernos entre el hombre que corta y el balón.Las líneas de pase serán siempre altas para evitar la fluidez en la circulación del balón. En las situaciones de poste bajo defendemos en tres cuartos en incluso por delante.

Si nos desbordan en defensa, las ayudas nunca vendrán desde el lado fuerte, sino siempre del débil.

Defensa en toda la cancha

Teníamos como norma defender individualmente en toda la cancha ya que con ello conseguíamos estar en actividad continua. Muchas veces los hacíamos con intención de retrasar el ataque mientras que, en otras, asumiendo un mayor riesgo, tratábamos de forzar la pérdida de balón por parte del rival. En este segundo caso respetábamos los principios de responsabilidad individual y hombre con balón siempre defendido, lo que daba lugar a rotaciones en defensa ya que al asumir más riesgo se daban situaciones de inferioridad.

En algunas situaciones hacíamos “Saltar y cambiar”, basado en los mismos principios. Con esta defensa procurábamos cambiar el ritmo del partido cuando venían mal dadas. Si bien la habíamos trabajado muy por encima en la preparación, si conseguíamos ejecutarla bien un par de veces hacía que los jugadores adquirieran confianza.

Gestión del grupo y de las emociones

Como comenté en la introducción, uno de los aspectos en los que nos fijamos en los jugadores candidatos para conformar la selección es en si serán capaces de “disfrutar” del campeonato. No cabe duda de que todo niño que asiste a los entrenamientos de preselección tiene la ilusión de participar en un evento como este, pero se trata también de observar si serán capaces de afrontar la cita sin que les pueda la “presión”.

Ya dentro de las concentraciones que llevamos a cabo con la preselección de 15 jugadores y la final de 12 tratamos de llevar a cabo acciones que favorezcan la cohesión del grupo como tal. Esta labor resultó bastante sencilla, ya que, pese a que había jugadores de 10 equipos diferentes y que cada jugador tiene su propia forma de ser, es cierto que presentaban puntos de interés muy comunes, lo que facilitaba la comunicación y el conocimiento entre ellos fuera de la cancha. Como curiosidad comentar que nuestras concentraciones las hacemos en un albergue de montaña en Valsequillo (Gran Canaria) y los jugadores pasan las 24 horas del día juntos, incluso duermen todos en una misma estancia. Eso permite observar como es la convivencia entre ellos. De hecho, uno de los aspectos definitivos para hacer los tres descartes antes del campeonato fue precisamente ver la interacción entre unos y otros. Con todo ello se trataba de conseguir un grupo unido.

Este objetivo se alcanzó sobradamente, se trasladó a la cancha de juego y fue en buena medida una de las claves del éxito.

A partir de la experiencia en los campeonatos previos si tenía claro que a los jugadores hay que ponerles en situación de lo que se van a encontrar. Sabemos que nuestra selección suele llegar a los campeonatos en pleno proceso de construcción por tener una preparación más corta que los otros equipos y que creceremos como equipo con el transcurso del campeonato. Por ello se procuraba transmitir al jugador que los errores estaban permitidos, pero que el esfuerzo y sacrificio eran innegociables. A partir de ahí, los jugadores fueron creciendo en confianza tanto individual como colectivamente. Nuestro mérito fue únicamente hacerles ver que todos eran importantes y que todo éxito se basa en el trabajo y en la fuerza del grupo, pero sobre todo en hacer las cosas con humildad e ilusión. En este sentido el crecimiento fue exponencial, todo ello lógicamente ayudado por los resultados que se iban obteniendo.

De cada partido los jugadores aprendían cosas y los entrenadores descubrían fortalezas del grupo. Durante el campeonato hubo muchas situaciones que nos ayudaron a mejorar a partir de enfrentarnos a situaciones complejas. De todos ellos creo que el más importante de todos fue la segunda parte de la semifinal contra Cataluña.

Ahí a todos nosotros, jugadores y entrenadores, nos permitió ser conscientes de lo que éramos capaces como equipo y alcanzamos un nivel de autoconfianza tal que hizo que, sin perder las señas de la humildad y el sacrificio, afrontáramos la final del campeonato centrados únicamente en hacer bien lo que sabíamos que podíamos hacer.

Sin pararnos a pensar en que teníamos enfrente a Andalucía, un pabellón con 3000 personas y un partido televisado en directo para todo el país.

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